Conectar desde el agua: una navegación a vela para “amigarse” con el Río de la Plata
Es común escuchar una máxima en torno a Buenos Aires y su vínculo con el Río de la Plata. “La ciudad vive de espaldas al río”, dicen muchos y otros tantos repiten como si fuese un karma, que forma parte del ADN de estas tierras. Aunque la frase lleva algo de razón por el desarrollo urbano de la ciudad, hay algunas actividades que nos permiten “amigarnos” con el Mar Dulce, como lo bautizó el navegante Juan Díaz de Solís.
Una de esas formas es hacer una navegación por sus aguas. Hay algunas pequeñas empresas y dueños de barcos que organizan paseos para toda la familia. “Navego de toda la vida. Con el tiempo, me di cuenta de una cosa: la gente de Buenos Aires no le da bolilla al río porque está construida a sus espaldas. Mi proyecto busca conectar a la gente con el río mediante la navegación a vela. Además, después de la pandemia, soy de los que dijeron: ‘No me encierro más’. Y comencé con el proyecto hace un año”, cuenta Federico Zagnoli, creador de Buenos Aires Navega.

“Es una experiencia que, una vez que la conocés, seguramente te va a gustar”, se arriesga Zagnoli. El recorrido que propone Buenos Aires Navega -y hay otras del estilo- parte del Club de Pesca y Náutica Las Barrancas en San Isidro, con horarios a confirmar previamente y, por supuesto, con la mirada atenta al clima.
Plan de navegación
Para emprender la travesía, hay dos barcos posibles. El primero se llama Kiwi, un velero de 19 pies diseñado por Domato y construido en el astillero Marco, cómodo “e ideal para salidas en pareja”, según detalla la promoción. Tiene poco más de cinco metros de eslora y dos de manga. Y el segundo fue bautizado como Mango, con siete metros de eslora y dos y medio de manga. Es un German Frers de 24 pies, que permite una salida con amigos o en grupos para navegar por el Río de la Plata.
Una vez que el barco abandona el club náutico, la embarcación puede dirigirse en dirección norte o sur, depende del día en el que se realiza el paseo. “Vamos improvisando el paseo, que no siempre es el mismo. A veces, encaramos al sur, otras al norte o al Delta, dependiendo también del clima”, dice Zagnoli.

La excursión se puede realizar a lo largo del día e incluye una comida durante la navegación. Es algo sencillo sin grandes pretensiones: una picada o un sánguche de jamón crudo en pan focaccia, acompañado de una gaseosa, cervecita o una copa de vino. “Algo importante para destacar: los grupos de gente que se suben al barco son cerrados. Es decir, no se comparte la embarcación con otras personas. Hay un mínimo de dos personas para hacer el paseo”, cuenta.
En los paseos vespertinos, el atardecer es un regalo extra para los visitantes. El paseo seguramente será plácido y volveremos amigados de un río al que esta ciudad tantas veces le dio la espalda.
Por Diego Jemio
Info útil
El paseo para dos personas tiene un costo de $14 mil. Se pueden comprar vouchers de regalo, que tienen un año de validez. Para más datos, se puede visitar la cuenta de Instagram @bairesnavega o las webs www.bairesnavega.com y www.sanisidro.gob.ar/municipio/turismo.