Robots del mañana: así se preparan para resolver tareas domésticas

La convivencia con máquinas casi autónomas puede estar más cerca de lo que creemos. O al menos eso apuestan desde la división Alphabet en Google, donde vienen desarrollando prototipos para realizar tareas primarias y sencillas, pero muy importantes para los trabajadores.

Desde 2019, Google viene experimentando con diferentes modelos de robots cuyo objetivo es realizar tareas repetitivas, como recoger y separar la basura. No serán las más peligrosas o sensibles para los humanos en este momento, pero por algo se empieza.

“Ahora estamos operando una flota de más de cien prototipos que realizan de manera autónoma una variedad de tareas útiles en nuestras oficinas. El mismo robot que clasifica la basura ahora puede equiparse con una escobilla de goma para limpiar las mesas y usar la misma pinza que agarra los vasos para aprender a abrir puertas”, dice Hans Peter Brøndmo, director de Everyday Robots, sobre el modelo de uso general que está realizando tareas varias en el campus de Google en Mountain View, California.

Ayudantes del mañana

Si bien la tarea de agarrar objetos es algo de relativa simplicidad para los humanos, es una acción de cierta complejidad para enseñarle a un robot, ni hablar si además tienen que discernir qué tipo de residuo es y dónde va. Para eso, los robots del programa “se entrenan” tanto en el mundo real como virtual.

Según contaba hace unos años la revista especializada Wired, cuando comenzó el programa, los robots se estaban volviendo “bastante buenos” en esto de separar los residuos, con una base de datos generada a partir de los ejercicios que se actualizaba cada dos semanas, y con un margen de error menor al cinco por ciento. Nada mal para un cilindro con ruedas y una mano mecánica.

Sin embargo, la situación se complicaba cuando sacaban a los robots de su “ambiente usual”. Por ejemplo, cuando los hacían trasladarse de un edificio a otro, cierto tipo de luz ocasionaba que los sensores de los robots alucinaran que había agujeros en el piso. No muy práctico para trasladarse.

Hasta hace poco, estos simpáticos robots estilo Wall•e, que en su mayoría están compuestos por brazos flexibles que se desplazan con pequeñas ruedas y con pinzas multipropósito que en la cabeza tienen cámaras, sensores y GPS, no habían salido de su entorno de laboratorio. La prueba de fuego se dará cuando los científicos logren que las máquinas puedan manejarse solas de manera solvente fuera de los espacios familiares.

Desde el departamento X Development explican que desarrollar un robot de propósito general que pueda operar autónomamente en entornos no estructurados es el gran desafío. En otras palabras, “serían robots que se tienen que mover y que tienen que interactuar con su entorno. Y el entorno no está definido a priori. Es una tecnología que avanza con la intención de gestionar la incertidumbre”, sugiere Pablo Varona, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, especializado en Lenguajes y Sistemas Informáticos, a El País.

El fuerte de los robots suele ser la fuerza, precisión y repetición, pero por lo general son “malos” en cosas como entender y decodificar los nuevos espacios y ambientes, o hacer más que una sola cosa. 

El fuerte de los robots suele ser la fuerza, precisión y repetición, pero por lo general son “malos” en cosas como entender y decodificar los nuevos espacios, o hacer más que una sola cosa.

Otros posibles usos

La brecha entre robots “ayudantes” y “pensantes”, o entre máquinas de un solo propósito y los socios del futuro que soñamos, es que puedan aprender asimilando información. Por eso, la idea es que estos robots usen las cámaras y complejos algoritmos de machine learning para ver y asimilar la información del paisaje a su alrededor de modo que sea productivo y sin necesidad de haber programado las variables particulares de cada espacio que van a habitar o recorrer. 

También se teoriza con que los robots puedan, gradualmente, ir haciendo tareas cada vez más complejas en el espacio de trabajo, que resulta el escenario elegido por el equipo de Google, como ellos mismos explican, “por ser uno de los lugares donde pasamos más tiempo de nuestro día”, y a futuro en otros entornos. La oficina, el hogar y hasta instituciones de cuidado o geriátricos, por nombrar algunos sitios.

Brøndmo ha comentado hace unos años que su objetivo final era que sus creaciones pudieran algún día asistir a las personas mayores, aunque esto es algo que se encuentra a años de ser posible, según los especialistas, por lo que por ahora suponemos que los robots continuarán mejorando sus capacidades de limpieza, orden y reciclado.

¿Robots para ayudarnos con la sobrecarga mental?

Todos hemos experimentado en algún momento lo que se llama sobrecarga-mental o cognitive overload, que se da cuando nos sentimos muy abrumados por una cantidad alta de variables o demandas a procesar que hacen que nuestra atención, memoria y función ejecutiva flaqueen. Otro uso interesante que pueden tener los robots en lo cotidiano en un futuro, más allá de aspirarnos el suelo, tiene que ver con auxiliarnos en esta circunstancia.

Se habla de sistemas de soporte o de apoyo para revertir la sobrecarga mental. Por ejemplo, una hornalla que se apaga cuando los sensores sienten que el agua ya hirvió. Un asistente digital que toma las llamadas luego de que el teléfono suene equis cantidad de veces sin que nadie atienda y dispara un mensaje automático. Y así diversos usos en los que pueden implementarse robots para derivar, contender o procesar determinadas situaciones.

Hoy mismo se está experimentando con distintos sistemas y dispositivos en ciertos ámbitos profesionales en los que la multiplicidad de tareas o variables pueden generar sobrecarga mental al trabajdor, como en el caso de los pilotos, que en simulaciones han mostrado que pueden llegar a no registrar el sonido de una alarma en pleno vuelo. Esto sucede, precisamente, porque están recibiendo muchos estímulos en simultáneo, generando un cuello de botella en cuanto a la información que pueden procesar.

En este sentido, podemos imaginar numerosas ocupaciones en las que crear sistemas de alivio de esta sobrecarga puede ser no solo factible sino crucial para el desempeño y la seguridad de todos.

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