'Hermana, soltá la panza', una muestra contra los estereotipos
Recientemente inaugurada en el Centro Cultural Recoleta, Hermana, soltá la panza, es una muestra fotográfica que forma parte de una amplia campaña creada por el colectivo Mujeres que no fueron tapa (Mqnft). La exhibición invita a reflexionar de modo profundo sobre la diversidad de los cuerpos y es una crítica hacia los cánones de belleza y mandatos impuestos socialmente.
Sobre la muestra, que permanecerá abierta hasta el mes de mayo, habla Lala Pasquinelli, artista y fundadora del movimiento que en este último tiempo cobró autoridad en las redes visibilizando temáticas sociales con perspectiva de género.
“Uno de los objetivos de la muestra era salir de la virtualidad y que estas imágenes pasaran al espacio público, a la pared, para generar otras miradas sobre la circulación del cuerpo”, explica.

Hermana, soltá la panza despliega en el CCR una serie de fotografías, textos y audios de mujeres que muestran sin prejuicio su panza y relatan historias referidas a los discursos disciplinadores que, sobre todo a partir de los medios y la publicidad, insisten en ponderar vientres chatos, “perfectos”, sin el paso del tiempo y casi inexistentes.
“Esos cuerpos son invisibles para nosotras. Son los cuerpos de todas las mujeres que tenemos alrededor pero no los vemos porque nuestro ideal de representación está tan construido por esos estereotipos que no se nos parecen y por estas identidades que nos resultan inalcanzables”, advierte la activista que, sobre este proyecto, charló con El Planeta Urbano.

–¿Cómo surgió la idea de organizar la muestra Hermana, soltá la panza, que va contra los mandatos hegemónicos que tanto nos imponen?
–La idea de la muestra surgió a partir de la campaña que hicimos anteriormente, para que salga de la virtualidad. Armamos una propuesta de pegatinas para quienes quisieran hacerlo en sus territorios, en espacios públicos y de trabajo. Y luego pensamos llevarlo a una muestra para que estas imágenes e historias nos interpelaran desde las paredes. Hermana soltá la panza tiene muchas imágenes, pero también muchos testimonios en audio de muchas mujeres de nuestra comunidad. Así es que nos encontramos con estos cuerpos que se nos parecen y nos validan, legitimados en un espacio cultural, que nos parecía muy importante.
–Vienen con esta campaña desde hace tiempo para luchar contra la idea que nos siguen inculcando de que los cuerpos reales no son “admisibles” y que hay que trabajarlos y modificarlos. ¿Cómo trabajaron esta temática en las redes y cuál fue la respuesta de las usuarias?
–Desde hace años que venimos trabajando con la idea del ideal de belleza. De hecho, es el tema a partir del cual nace Mujeres que no fueron tapa hace siete años, y todo el tiempo estamos hablando de esto. Desde el 2018 estamos usando el hashtag #hermanasoltalapanza: generalmente mostrábamos publicidades de bikinis, tratamientos de belleza, "polvitos mágicos para adelgazar" y el "operativo para llegar al verano", todo esto que nos proponen las industrias. Y este año decidimos hackear esa representación, no replicar lo que ya se muestra sino hacer visible lo invisible: nuestros cuerpos cómo son, los cuerpos que llegan al verano en la forma en la que existen y que también tienen derecho al goce, al disfrute, a la ternura, a tener una voz y ocupar espacio. Durante varios meses sostuvimos esta invitación a las mujeres de enviar fotos de sus cuerpos y de sus panzas: se abrieron muchas conversaciones diferentes y fuimos abordando diferentes problemáticas, desde cómo funciona esta pedagogía de meter la panza y cuáles son las panzas válidas a qué pasa con las cicatrices y todo eso que dejamos de hacer porque nuestros cuerpos no encajan en los ideales de belleza. La respuesta a la campaña fue un acogimiento muy masivo, especialmente de mujeres de diferentes territorios que se fueron sumando y que llevaron este tema a sus propios ámbitos, y fue levantada por medios franceses, españoles y de otros países.

–Justamente hace poco Jamie Lee Curtis fue viral por contar que había pasado toda una vida metiendo la panza, ¿cómo creés que estos mensajes que está pidiendo la sociedad pero que surgen del feminismo son recibidos por la publicidad, las marcas y los medios?
–Yo creo que todavía no estamos en condiciones que responder esta pregunta, pero sí empieza a pasar esto de que comienzan a cambiar un poquito en la apariencia. Tenemos por ejemplo a la industria de la moda, que nos ha hecho mucho daño a las mujeres porque es una de las más misóginas que hay, y ponen una modelo gorda pero dentro de todo hegemónica entre un grupo de chicas de 14 años, hiperdelgadas, rubias y blancas y con eso pretenden justificar que son inclusivos.

–Claro, una respuesta acomodada a la presión social y al marketing
–Un poco este modelo Benetton: te pongo uno de cada tipo, entonces estamos cambiando al mundo. Pero cuando vamos a comprar su ropa no hay talles para esos cuerpos. Creo que por ahora cambian apenas un poco pero siguen dejando gente afuera y siguen reproduciendo un modelo de mujer que es cosificante. Porque acá no estamos hablando sólo de diversidad cultural, acá hablamos de un modelo de belleza que lo que hace es modelar identidades sumisas para jerarquizarnos en la sociedad y seguir convalidando la desigualdad.
–¿Cuándo nace la cuenta y cómo organizan como disparador esto de hackear los estereotipos y los mandatos con distintas acciones?
–Mujeres que no fueron tapa existe desde el 2015 y de nuestro marco teórico forma parte el manifiesto hacker: esta idea de que la información que circula es homogénea, que está creada a partir de ciertas usinas de poder que son las propietarias de los medios y todo lo que recibimos es todo lo que nos dicen que tenemos que recibir y pensar. Y nuestra idea siempre fue tomar esos discursos, decodificarlos y devolverlos para seguir pensando. Darle voz a quienes no tienen voz y empezar a hacer circular nuevas pedagogías construidas desde abajo.