Seducir, seducir hasta desvanecer

“No basta ser nosotros mismos. Tenemos que ser la mejor versión posible de nosotros mismos. Y eso no siempre es fácil, sobre todo cuando ni siquiera sabes quién eres. Pero ¿qué somos en realidad? Un montón de genes buenos y malos mezclados con buenos y malos hábitos. Y, dado que ningún gen determina nuestro grado de confianza en nosotros mismos, entonces, la falta de confianza sólo puede ser un mal hábito del que podemos deshacernos si contamos con la ayuda y la fuerza de voluntad necesarias”, sostiene el periodista Neil Strauss en su libro The Game, que fue traducido al español con el título nada casual de El método (primero en listas de ventas en 2005), en el que narra una crónica de su viaje y los encuentros en la comunidad de la seducción.

En este manual de la seducción, el escritor ofrece la fórmula de un modelo básico a seguir y que tiene el siguiente orden: encuentra, atrae, aborda y cierra. Aconseja abordar a la chica seleccionada en menos de tres segundos y, si está acompañada, seducir a sus acompañantes antes de hacerle caso directo a ella. Para lograrlo, el seductor debe ser un macho alfa, a saber: confianza en uno mismo; sonrisa radiante que transmite sensación de dominio de la situación, de ser divertido y de ser alguien; aspecto cuidado; sentido del humor; sociabilidad y capacidad de convertirse en el centro de atención.

“Lo fundamental en estos tiempos que corren es seducir, cualquiera sea la órbita en que esta conducta pueda ejercerse, aunque por lo general se la relaciona con el erotismo, el amor, el sexo, esas cuestiones carnales.

A veces la carne se sublima, se omite y suele ser peor el remedio que la enfermedad. Lo cierto es que todo el tiempo un sujeto debe estar alerta. Seducir en el orden laboral, profesional, doméstico, público y privado, vender y venderse, seducir es una orden interna que cada persona lleva per se, intuitivamente, como una suerte de mandato que debe cumplir. Y el que no, pierde. Esas son las reglas del juego”, asegura Malele Penchansky en su columna de esta edición de El Planeta Urbano.

Para el diccionario de la Real Academia Española, seducir es “engañar con arte y con maña”. Para muchos es el arte de inducir y persuadir a alguien con el fin de modificar su opinión o hacerle adoptar un determinado comportamiento según la propia voluntad. Visto desde cualquier punto de vista es un comportamiento horrendo con el que sencillamente la gente somete a otros un poquitito más débiles. Tiene buen marketing, eso es cierto. Pero sería mejor probar con ser uno mismo. Eso sí que nunca falla.

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