Parte del todo: el arte de Yayoi Kusama, la Princesa de los Lunares

Con sus clásicos “polka dots” de diferentes tamaños y colores, la creadora japonesa conquistó el mayor museo al aire libre de Latinoamérica. Se trata del Instituto Inhotim, un espacio cultural y botánico en Brasil, que acaba de inaugurar una galería dedicada exclusivamente a ella.

El 22 de marzo de 1929 nació en Matsumoto, Japón, Yayoi Kusama, conocida también como “la princesa de los lunares”. Considerada una de las artistas más influyentes del arte contemporáneo a nivel mundial, hoy su marca registrada está implícita en cada una de sus creaciones. No sorprende, entonces, que el Instituto Inhotim de Minas Gerais, Brasil, haya inaugurado el 16 de julio una galería dedicada exclusivamente a ella.

Kusama creó Aftermath of Obliteration of Eternity en 2009 para festejar su cumpleaños número 80.

Este espacio de 140 hectáreas, que fusiona arte y naturaleza, se erige como el mayor museo al aire libre de Latinoamérica y es uno de los más importantes del mundo. El mismo cuenta con exposiciones de más de 60 artistas y desde ahora tiene el privilegio de exhibir de manera permanente dos instalaciones inmersivas y sensoriales de Kusama: I’m Here, But Nothing (2000) y Aftermath of Obliteration of Eternity (2009).

Como en la mayoría de los trabajos de Kusama, también en I’m Here, But Nothing los círculos “polka dots” y puntos de diferentes tamaños y colores adquieren una relevancia trascendental.

En I’m Here, But Nothing, Kusama redefine un ambiente tan rutinario y familiar como una sala comedor mediante el uso de una luz ultravioleta que permite descubrir un sinfín de puntos de colores dispersos por toda la sala. Objetos como sillas, mesas, sillones y hasta lámparas parecen flotar en un universo paralelo con el efecto de la luz y los puntos, que entregan una visión ilusoria de tiempo y espacio.

Las dos obras de Kusama disponibles en Inhotim parten del concepto de la autodestrucción, algo que la artista viene explorando desde hace décadas.

En cambio, los faroles de luz led que la artista emplea en Aftermath of Obliteration of Eternity, a lo largo de una cámara revestida de espejos, regalan una versión cíclica de un universo infinito inspirada en el Tōrō nagashi, ritual japonés que consiste en encender velas dentro de lámparas de papel y depositarlas en el río para honrar a los antepasados.

Tras sufrir un trastorno obsesivo compulsivo, depresiones severas y alucinaciones, en la década de 1970 Yayoi se recluyó voluntariamente en un centro psiquiátrico, lugar donde reside en la actualidad.

Los lunares son un camino al infinito. Cuando borramos la naturaleza y nuestros cuerpos con lunares, nos integramos a la unidad de nuestro entorno. Nos volvemos parte de la eternidad”, define la artista.



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