Soledad Pastorutti, entre la tele, un nuevo disco y sus próximos shows en vivo: “Volver a mis raíces fue lo que siempre hizo que mantuviera los pies sobre la tierra”
Son pocas las personas que habitan en el medio con más de 25 años de trayectoria y tienen la fortuna de poder decir “sigo siendo yo”. Como un símbolo de la cultura popular, decimos “la Sole” y automáticamente sabemos de quién estamos hablando. Pero nadie es una sola cosa, todos estamos hechos de experiencias, retazos y fragmentos de todas las personas que fuimos, aunque ya no coincidamos con nosotros mismos.
Hay que tener mucha valentía para reconocer todas nuestras partes. Soledad lo hace, por eso abraza a las que fue y las integra con la que es hoy, para regalarnos la mejor versión de sí misma. Dueña de nueve premios Gardel, un Grammy Latino y tres Martín Fierro (entre otros reconocimientos), la tricampeona de “La voz Argentina” confiesa: “Para mí el éxito está emparentado con trabajar constantemente, no existe una fórmula, pero sí creo que existe una búsqueda constante de la felicidad, que radica en valorar las cosas simples de la vida. Yo agradezco estar bien de salud, tener una hermosa familia, trabajar con gente que quiero y encima todavía creo que lo que sueño es posible. No me perdonaría jamás ser una resentida y dejar de buscar”.

–El éxito te llegó de muy chica y todas tus metamorfosis físicas, mentales y espirituales estuvieron a la vista del público, ¿cómo hiciste para mantener el eje?
–No fue fácil. Al principio fue tan meteórico todo que revolucionó mi mundo y el de mi familia por completo. Parte del quid de la cuestión creo que es trabajar, ser agradecido y mantener los pies en la tierra. En mi caso, mucho de eso se lo debo a la vuelta constante a mi pueblo y a mis raíces, que me permiten vivir otra vida muy distinta de la que se vive generalmente en el medio o en una gran ciudad.
Ahora estoy con vos acá, en esta producción divina, pero mañana me ves en mi casa en Arequito, de joggineta, con mis hijas lavando los platos. Aprendí a jugar el juego del artista y a entender que no le puedo agradar a todo el mundo, que era la gran preocupación de mis primeros años. Una vez que asumí eso y me reconcilié conmigo misma, todo fluyó mejor y me sentí más plena.
–La música cambió mucho en los últimos años, incluso la forma de consumirla. Hiciste temas con los MYA, con Lali y con Natalia Oreiro. ¿Concebís la adaptabilidad como una manera de permanecer vigente?
–La música genera una libertad que hay que aprovechar. Yo nací en una época en donde todo estaba muy segmentado. Cuando Mercedes Sosa grabó por primera vez con Charly García, mucha gente decía que había traicionado nuestras raíces. Cuando yo me fui a Miami a hacer un disco con Emilio Estefan, dijeron cosas parecidas y sufrí mucho con esa situación.
Creo que todos somos habitantes del mundo, como decía Atahualpa Yupanqui, y la música es universal. En ese plan, en pandemia con el mate de por medio, me junté virtualmente a crear con distintos artistas. Salieron canciones alegres y para bailar, porque sentía que eso es lo que necesitaba la gente. Lo de los MYA fue para un programa de televisión del Bebe Contepomi, nos quedó muy bien y sentimos que la teníamos que hacer. También tengo un tema grabado con Los Palmeras y ahora salió “Quiero todo”, una cumbia con Nati Oreiro y Lali, que es un power trío de ensueño. Guido Adler y Lautaro Espósito hicieron el video, que es pura fiesta.

Una voz en La Voz
–La televisión no deja de ser una gran ventana y una manera de que tu música llegue a gente nueva. ¿Cómo vivís la repercusión de La voz Argentina?
–En parte por eso lo hago también. No te voy a mentir: a mí la tele por momentos me da miedo, es un gran desafío, porque es exponerse todos los días. Es mi cuarta "Voz" y agradezco que la producción y la gente me siga eligiendo. Siento que mi personaje le sumó mucho al show, pero también creo que "La Voz..." le sumó mucho a la Sole, porque, como vos decís, es una manera de entrar en la casa de la gente.
Hay cosas maravillosas que pasan con el programa. Por ejemplo, hubo un participante de mi equipo que propuso hacer un tema que no era popularmente conocido y a la gente le encantó. Ahí es donde siento que si les diéramos mayor difusión a tantas otras cosas que van ocurriendo al costado, no solo en el escenario principal, sería mucho más rico nuestro mundo.
–Grabaste un nuevo disco con Nico Cotton que sale el año que viene, ¿qué me podés contar de eso?
–Tuvimos un hermoso encuentro con Nico, me encanta la manera que tiene de concebir la música. Además de ser un productor increíble, es un tipo superrespetuoso y responsable. Hicimos un disco de concepto que es muy “Soledad”. Armamos un equipo de trabajo, donde está el Colo Vasconcellos, que es para mí uno de los mejores guitarristas que tiene hoy la Argentina, participa gran parte de mi staff de músicos y hay invitados maravillosos.

–¿Hay composiciones tuyas?
–Sí, hay temas propios, que nada tienen que ver con lo que está sonando ahora mío. Me encanta componer, pero me cuesta mucho sacarlo a la luz, aunque cada vez me voy animando más. Así como tengo canciones divertidas, también tengo otras mucho más heavy y profundas. Es más difícil mostrar esa parte íntima de uno, porque es abrir el alma de par en par, pero algunas las van a poder escuchar en este nuevo trabajo.
–¿Es un disco bisagra?
–Siento que es un disco que, naturalmente, me va a empezar a colocar en el lugar donde yo quiero estar. Mi vida musical va a ir por esa atmósfera que no puedo explicar con palabras, hay que vivir la experiencia de escucharla. Son canciones… podría decirse “folklóricas”, pero con letras creadas en esta actualidad.
El folklore siempre se caracterizó por ser la música de la gente que venía del campo a la ciudad y pintaba realidades de un momento determinado. Hoy, con la tecnología, hay cambios abismales, se acortaron las distancias y tenemos acceso a mucha información. Siento que el gran desafío del folklore es aggiornarse sin perder ese lenguaje único y maravilloso que tiene que ver con la poesía.
El escenario, siempre
–¿Con qué nos vamos a encontrar el 29 de octubre en tu show del Movistar Arena?
–Suena raro decirlo, pero es casi un desnudo emocional lo que hago. Tengo la sensación de que gran parte de la gente no conoce a Soledad en su totalidad, varios me asocian con el poncho, pero cuando ven este tipo de mega show, se sorprenden. Por supuesto que también van a estar los clásicos. Yo imagino mis conciertos como contando una historia: todos los temas tienen una relación entre sí, para que se transmita el mensaje que quiero dar.
Va a haber cambios de vestuario, una puesta en escena enorme y bailarines. Me propongo que la gente se vaya contenta de mis espectáculos, pero pensando en algunos conceptos profundos. Yo siempre digo que la verdadera lucha se hace con una sonrisa y con alegría, aún en el dolor y en los momentos más difíciles.

–Se dicen miles de cosas en redes sociales sobre tu imagen, incluso las nuevas generaciones copian tus outfits, ¿qué te genera eso?
–Me llama un poco la atención, sinceramente, porque nunca fui un ícono ni nada parecido. Cuando yo empecé a cantar, la bombacha de gaucho no era parte de un vestuario pensado, no había una estrategia, la tenía porque era mi ropa cotidiana. Con los años armé un equipo de gente con el que nos divertimos y creamos juntos una imagen con diferentes looks. Fue todo un reto, producto de una búsqueda y una evolución, y me pone muy contenta haber logrado también esa parte que parecía imposible para una artista que venía de la música de raíz y del interior del país.
Folklore y feminismo
–Te metiste en el folklore en una época en que era un lugar reservado casi exclusivamente para los hombres; de alguna manera sos una pionera del feminismo, ¿qué visión tenés al respecto?
–A veces en la Argentina tenemos miedo de decir que somos feministas, porque a todo lo catalogamos, poniéndolo en compartimentos estancos. Es válido que para muchos tenga un significado distinto. Yo sí me considero una mina feminista. Por ejemplo, siempre pensé que si hacíamos el mismo laburo, sin importar el género, teníamos que cobrar lo mismo. Hemos avanzado, pero creo que como sociedad tenemos que seguir trabajando mucho.
Hoy la mujer tiene un lugar que años atrás no tenía, por supuesto que eran otras épocas y cada una hizo lo que pudo con lo que le tocó vivir. Yo soy una defensora de las generaciones anteriores, no necesariamente porque esté de acuerdo en todo o crea que no hayan cometido errores, pero es fácil criticar con el diario del lunes, sin tener en cuenta los diferentes contextos.
–Nosotras somos producto de lo que hicieron esas mujeres del pasado.
–Totalmente, a ellas, en parte, les debemos mucho de lo que está pasando ahora. Por eso las entiendo a todas y trato de ser lo más abierta posible. Yo soy una privilegiada, porque siempre tuve un viejo que me apoyó cuando decidí ser artista, con sus mandatos, con sus estructuras, pero nunca me impidió ir por mi deseo y siempre me acompañó.
Me parece que es importante entender que uno es uno y sus circunstancias, y cuanto más cerca del otro estamos, más empatizamos, que es lo que siento que muchas veces nos falta. Me considero una feminista con alegría, para mí la lucha tiene que darse en pos de lo que creemos justo, pero sin perder la sonrisa.
–Sos una artista muy querida por la gente, ¿cómo llevás el hecho de que te digan que sos un patrimonio nacional?
–Lo agradezco enormemente, me cuesta creerlo, pero me encanta porque yo me siento superargenta. Si hay algo que me pasa a mí con este país es que lo amo profundamente, con sus virtudes y sus contradicciones. Pero así como lo quiero y le agradezco, soy también supercrítica con muchas cosas que prefiero guardármelas para mí, porque algunos dichos se confunden o se ven reducidos a un titular. No es el caso, por suerte, de esta nota, en la que pude desarrollar gran parte de lo que pienso.
Fotos: Guido Adler