Novedades de música
El regreso de Sir Paul, lo nuevo de Muse y la flamante encíclica del Indio Solari se suman a las presentaciones en vivo de Stevie Wonder y Adrian Belew.
PAUL McCARTNEY
NEW
Universal
Con 71 años sobre el lomo, McCartney sorprende con un nuevo disco de estridente sabor power pop. New no es el resultado de un reflejo casual; es el testimonio de un proceso de trabajo que incluyó cuatro productores diferentes: Mark Ronson (Amy Winehouse), Paul Epworth (Adele), Giles Martin (hijo de George, el mítico productor beatle) y Ethan Johns (The Vaccines). El resultado incluye melodías cien por ciento McCartney en el medio de climas, formatos y sonidos que van mutando según la ocasión. Desde el riff procesado de “Save Us” a la bella guitarra acústica de “Early Days”, pasando por el tono adictivo y psicodélico de “Alligator”, la marchosa “New” y la balada oculta y confesional que cierra el disco. Sin llegar tan alto como en el indispensable Chaos and Creation in the Backyard (2005), McCartney se las arregla para seguir siendo relevante y sorprender. Eternamente beatle.
MUSE
LIVE AT ROME OLYMPIC STADIUM
Warner
El trío comandado por Matt Bellamy (cantante, compositor y pianista) tiene chapa de gran banda en vivo y con Live at Rome Olympic Stadium –fiel a los tiempos, editado en formato CD + DVD– confirma ese prestigio y lo sube un par de escalones. En cuanto a repertorio, el álbum se centra en la presentación de The 2nd Law, último trabajo de estudio de los británicos, y le suma los hits ineludibles. En ese marco, no deja de sorprender la precisióncon la que suena la banda en sus más diversas facetas. Hasta los coros y apariciones ocasionales del público parecen calzarle justo al disco. Clásicos más brumosos como “Hysteria” y “Time Is Running Out” y el superhit festivo “Starlight” demuestran la efectividad todoterreno de la banda cuando se corre de la sobredosis de pompa. El disco en sí certifica que –más allá de fanáticos y detractores– los Muse son una de las pocas bandas de las últimas camadas que juegan en las grandes ligas y apuestan a un sonido distintivo y contemporáneo.
INDIO SOLARI
PAJARITOS, BRAVOS MUCHACHITOS
Luzbola
Como todos los meses de diciembre cada tres años, el Indio Solari vuelve a entregar un álbum solista –en este caso el cuarto– para el uso y abuso de los simples mortales. “Pajaritos…” no representa una ruptura con sus anteriores trabajos. Mantiene esa identidad sustentada en entretejidos de guitarras entre sutiles y virtuosas, una base sólida y elástica, efectos especiales y algunos arreglos de vientos. Acaso esta vez los climas tiendan a ser menos asfixiantes y el volumen de la voz se haya adelantado un par de pasos, pero la estética en general es continuadora del iniciático El tesoro de los inocentes (bingo fuel) (2004). Entre lo mejor del disco resuena la gran melodía de “A los pájaros que cantan sobre las selvas de internet”; el sinfonismo acotado de “Beemedobleve”; el groove de “Las supersticiones traen mala suerte”, y el hit instantáneo “Chau, Mohicano”. El Indio lo hizo de nuevo.
REVIEW
Tres para un trío perfecto
Sin estrategias sesudas de marketing ni campañas publicitarias asfixiantes, Adrian Belew pasó nuevamente junto a su trío por Buenos Aires, llenó el Teatro Ópera y verdaderamente la rompió. El ex Frank Zappa, David Bowie, Talking Heads, King Crimson, y largos etcéteras, comandó un show de alto vuelo. Más allá de su riquísimo CV, es cierto que la estética de Belew actual está muy marcada por su paso por King Crimson. Pero junto a su trío –que completan Julie Slick en bajo y Tobias Ralph en batería– adquiere cierto groove jazzrockero y le da más espacio a la improvisación.
Aquel 5 de diciembre pasaron enormes versiones de clásicos crimsonianos como “Matte Kudasai”, “Frame by Frame”, “Neurotica”, “Three of a Perfect Pair”, “Thela Hun Ginjeet” y “Dinosaur”, y joyas solistas, como “Young Lions” y la frenética “Writing on The Wall”. Un show repleto de música y vuelo.
El padre del groove
Stevie Wonder nunca había venido a la Argentina, pero en rigor podría decirse que era un poco desproporcionado asegurar que se trataba de una asignatura pendiente. No por no valorar el enorme impacto de Wonder en la música del siglo XX, sino porque su música nunca alcanzó una llegada masiva en nuestro país. Lo que dejó claro el show del 12 de diciembre en el estadio Vélez fue todo lo que nos perdimos en estos años. Al comando de una banda de catorce músicos, Wonder saltó del funk espeso al synth pop, pasando por el soul, ritmos africanos, latinos, jazz y mucho más. Hubo tributos para Michael Jackson, Bob Marley, Marvin Gaye y hasta Nelson Mandela e invitados locales como Fabiana Cantilo y los Illya Kuryaki and the Valderramas. Fueron más de dos horas mágicas –con un despliegue vocal exquisito– que ya exigen un nuevo encuentro.