Érica Rivas y la posibilidad de compartir pantalla con su hija, Miranda: "Siempre estamos conectadas"
Hace unos días el 38º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, el único festival clase A de la región, recibió a Érica Rivas como una de sus grandes protagonistas. Su paso por la alfombra roja junto a su hija, la actriz Miranda de la Serna, las coprotagonistas Mercedes Morán, Mey Scápola (también madre e hija), la directora Anahí Berneri y la productora Vanessa Ragone, fue contundente y en la función con público la ovación no se hizo esperar.
La comitiva llegó para presentar "Elena sabe", película que adapta uno de los primeros trabajos de la escritora Claudia Piñeiro, una novela que indaga en la maternidad deseada, la no deseada y en algunas elecciones que pueden, de alguna manera, signar la vida de una manera irreversible.

Rivas viene de una gira por Europa con dos espectáculos que continúan presentándose ahora en el país, bien opuestos entre sí, pero que le permiten desplegar su talento y continuar capturando a los espectadores con su magia. Con Martín Rechimuzzi hace "¿Qué pasa hoy acá?", una especie de happening teatral –según ellos mismos definen– surgido de los encuentros con el comediante y que volvió a ubicar a la intérprete en el lugar de la libertad artística con que la conocimos. Allí juega, se disfraza y la máscara del actor es expuesta con fuerza.
El otro proyecto es "Matate, amor", de Ariana Harwicz, con dirección de Marilú Marini, que con una puesta austera y certera, le permite indagar y reflexionar en los mandatos sociales y su educación sentimental a través de un texto que no da concesiones ni para ella, que está arriba del escenario diciéndolo, ni para quien lo recibe.
ÉRICA SABE
El encuentro de Rivas con El Planeta Urbano es en el set que Netflix preparó por "Elena sabe". Si bien la película se pudo ver en la majestuosa sala del Teatro Auditorium, junto al mar, el espacio, alejado del ruido de las olas, es un estudio con paredes pintadas de negro, imágenes de rockeros famosos y hasta alguna foto de Facundo Arana, infiltrado entre guitarras y discos de oro.
Rivas recibe a la prensa local y nacional con una sonrisa, dialoga mirando a los ojos de los y las entrevistadores, presta atención, piensa. Cada respuesta se expresa con inteligencia, porque "Elena sabe" es una película dura, con potentes actuaciones y se merece esa dedicación.
En la película las actrices encarnan a una madre y una hija con una relación tóxica, donde cada una hace lo que puede con el vínculo que le tocó y, claro, con los designios sociales que deberían cumplir en cada uno. El relato va y viene en el tiempo, y tanto Elena (Morán), una mujer a la que una rara forma de párkinson le cambió la vida, como Rita (Rivas), desandan sus pasos en un punto de sus vidas donde no hay vuelta atrás. Por eso Elena querrá dar, como pueda, casi arrastrándose, con una amiga de la infancia de Rita (interpretada por Scápola) quien cree que traerá alguna respuesta sobre ella y su hija.
–Esta película tiene a muchas mujeres delante y detrás de cámara y presenta vínculos potentes y personajes erráticos que hacen lo que pueden con lo que tienen, ¿cómo fue preparar a Rita?
–Fue difícil y fue muy alucinante pensar también en cómo es esta relación entre madre e hija que, como dijo Mercedes en algunos reportajes, está fatalmente predestinada desde el principio.
–Una relación que, además, más adelante se ve marcada por el párkinson de Elena, por los cuidados que esta hija tiene que hacer mientras, como puede, intenta vivir su vida, alejada de esa casa en donde todo es oscuridad y resentimiento.
–La enfermedad es una parte del juego entre ellas y es lo que hace más terrible todo, pero lo que me parecía también muy interesante de pensar es cómo es esta mujer que está tan intervenida por esa madre en algunos casos lapidaria, que hace que no pueda crecer, que tenga esa cosa aniñada, esa cosa de no poder existir, de no poder ser libre, de no poder expandirse, como mujer, como persona, esos vínculos que hacen que una no pueda volar del nido.
–La película está dirigida por Anahí Berneri, que es una realizadora que le da mucha importancia al detalle, a los cuerpos, y que sabe ubicar la cámara de una manera muy sensible para ayudarnos a terminar de entender qué les pasa a los personajes entre ellos.
–Me parece interesante desde la mirada de Anahí, que es una directora que a mí me gusta muchísimo, me interesó siempre desde su primera película, "Un año sin amor" (2005), y que yo que admiro profundamente; la admiro en el set, la admiro afuera del set, me encanta lo que piensa, lo que elige para contar, cómo lo cuenta, me encantó cómo fue la adaptación de la novela y su mirada.
UNA HIJA COMO ESPEJO
–En la película volvés a trabajar con tu hija, Miranda, ¿cómo fue para ustedes reencontrarse en el set? ¿Es algo que buscan?
–Siempre estamos conectadas, no filmando juntas, como acá, pero siempre estamos jugando a actuar, y cuando aparece la posibilidad de trabajar juntas en una película, siempre, por lo menos para mí, es un regalo.
–¿Cómo hacen cuando no les tocan, como acá, escenas juntas, pero sí el mismo proyecto? ¿Se reúnen a charlar sobre el guion, a compartir materiales?
–Sí, en este caso no me tocó compartir escenas con ella pero sí pensar juntas, y eso también me dio la opción de poder pensarme con ella como actriz, ver cómo es que preparo los personajes y cómo los prepara ella, fue muy divertido.
La verdad es que es muy lindo esto de hacer y de acompañar porque también para mí es eso la maternidad, es acompañar amorosamente, y por eso pienso que muchas veces maternar no es solamente de una madre a una hija, o a un hijo, sino que es todo: es cuidar, es acompañar, es darle tiempo, darle tu cuerpo a otra persona, y eso me parece que es parte de la militancia feminista también.
Fotos: Santiago Vellini / Netflix