Ana Wajszczuk: "Nunca podría escribir sobre algo que no me atraviese profundamente"

La periodista, editora y escritora argentina acaba de publicar “Fantasticland”, su primera novela de no ficción. En su libro, se mete de lleno con la maternidad, la crianza y educación en red y los obstáculos de quienes atraviesan tratamientos de fertilidad.

"Es muy difícil sobrevivir, por lo menos psíquicamente, a la experiencia tan demoledora que es criar un hijo sin una red de contención".

El tono confesional de esta frase describe las intenciones de "Fantasticland", una de las novelas del momento que narra, en dos partes claramente divididas, la odisea de ser madre mediante un tratamiento de fertilidad y luego el inmenso desafío de gestar, parir, alimentar, criar y “soportar” un bebé. Sería este un texto más de maternidades, consejos y autoayudas si no fuera por la desgarradora honestidad con la que la autora, una exitosa editora y periodista reconocida en el medio, escribe casi sin filtro sobre la experiencia que mantiene viva a la humanidad. Nada menos que eso. 

-Primero, lo que siempre me preguntan a mí: ¿Por qué contar todo? ¿Por qué exponer todo? ¿por qué no inventar escenas o personajes que nada tengan que ver con la realidad?

-En mi caso particular, te diría que vengo del periodismo y mi interés siempre fue la no ficción. Eso por un lado. Por otro lado, te podría decir que, en términos del tiempo, el compromiso, la dedicación y también a veces el sufrimiento que implica escribir un libro, yo no podría escribir sobre algo si ese algo no me toca profundamente. Es decir, siento la necesidad de escribir algo que parte de mis vivencias -que no le importan a nadie- pero entiendo que toca una fibra universal -y eso sí importa- : en Fantasticland es el amor, el deseo, los límites de ese amor y ese deseo a la hora de tener un hijo.

Sin embargo en esta novela me permití jugar más con la ficción para extremar los conflictos, no necesariamente me pasan las cosas que sí le pasan a la protagonista. Además, cualquier relato termina siendo ficción, porque todo relato es una construcción.

-¿Cómo te paras en el lugar de escritora, de ser juzgada, cuando siempre ocupas el rol de editora, de juzgar o evaluar? ¿Qué pasa en este sentido con tu pareja, que es uno de los editores más importantes de la Argentina, te sentís juzgada por su mirada también?

-Para mí el rol del editor es fundamental, no podría haber escrito esto sin la mirada, primero, de Nacho Iraola, que es mi pareja, no solo porque hay un personaje basado en él sino porque me ayudó a transformar algo que parecía en un principio más bien un panfleto en una novela. Tampoco lo hubiera podido hacer sin la mirada del genial escritor y periodista Juan Forn, con quien trabajé el texto en una clínica de escritura hasta que murió, porque su mirada fue fundamental para la ficción también, y sin Ana Laura Pérez, mi editora en Random, quien me ayudó a barrer con mucha hojarasca, cosas que le sobraban al texto y yo no me daba cuenta.

El editor es el primer lector, es la persona que te ayuda a que el libro encuentre su mejor tono y si es un buen editor no te sentís juzgada para nada, sino más bien acompañada en un camino que de por sí puede ser muy solitario.

-¿Como ves que conviven el boom de los tratamientos de fertilidad con el boom del lifestyle egoísta que invade los medios? ¿Tenemos que ser madres y padres y también tenemos que viajar y vivir la vida al máximo y desayunar en cafés de especialidad y sobrevivir a todo eso en estado de perfección?

-Los mandatos nunca paran, cambian, se transforman, pero son siempre asfixiantes. Eso critico un poco en el libro: las mujeres ahora además tenemos que salir divinas de la sala de parto, dar la teta hasta que el pibe tenga diez años, colechar, método Waldorf o Montessori para la crianza; no "descuidar" a la pareja ni al trabajo ni al tiempo de tomarse ese café de especialidad para subirlo a IG y además ser fértiles hasta los cincuenta años, es una locura y es imposible.

Las clínicas de fertilidad son una máquina fordista -pero qué no lo es en este mundo hoy- y para lograr su "producto" te van empujando a tratamientos que son muy complejos no solo en términos de lo que una tiene que poner en cuerpo y alma sino también éticos y filosóficos. Eso es lo que quiero cuestionar en el libro. ¿Es todo posible? ¿Que algo sea técnicamente posible quiere decir que HAY que hacerlo? ¿Cuáles son los límites ante deseos tan fuertes como querer tener un hijo?

-En algunos momentos de tu escritura te volves salvajemente sincera, como si escribieras todo lo que te pasa por la cabeza. ¿Hay algún filtro? ¿No te da miedo reconocer que preferiste no tener una niñera trans o incluso confesar la fantasía de querer tirar a tu hija por la ventana?

-La verdad es que como de verdad usé mis experiencias como punta de lanza para la ficción, no me dio miedo. Sé que las personas en general confunden persona con personaje, pero me parecía interesante mostrar las contradicciones, los momentos oscuros, de ahí es donde salen las preguntas más interesantes que uno puede hacerse a sí mismo y son las que sirven para la literatura también. Fui sincera en el sentido de que trato de que mi escritura sea honesta, es decir, tener realmente algo para decir y trabajar mucho para decirlo de la mejor manera que yo puedo.

-¿"Fantasticland" es mi vida libre sin hijos o tu vida de mami feliz?

-Fantasticland es una imagen que se me apareció a medida que escribía. Por un lado es todo eso que vos decís, porque es como una utopía: uno romantiza su pasado (la "vida libre", en este caso)  y su futuro (la "mami feliz"), pero en el momento presente las cosas nunca son así, es algo que siempre se te escapa. Por otro se me aparecían varias imágenes relacionadas con la maternidad como si Fantasticland fuese un parque de diversiones medio hecho mierda, como Coney Island, ponele: el tren fantasma de los tratamientos de fertilidad, la vuelta al mundo rutinaria del puerperio, la montaña rusa de la crianza...

-¿Crees, como dice un personaje de tu novela, que los que no tenemos hijos nunca conoceremos esa completitud o felicidad imposible de describir? ¿Crees realmente que somos seres incompletos?

-No, no creo que seamos incompletos, aunque cualquier psicoanalista te diría lo contrario, me parece, porque esa falta es la que nos impulsa en la vida. Tampoco creo que un hijo te complete como tampoco lo hace un amor, eso es un mito edulcorado de lo que son las relaciones humanas. Sí me parece que es extremadamente difícil de describir la experiencia de tener y criar un hijo, pero no porque sea color de rosa, sino por lo abrumadora que es con lo bueno y con lo malo; creo sí que debe ser la experiencia humana donde hay más distancia entre lo que uno se imagina y lo que eso es. Me parece de las más trascendentes que te pueden tocar en la vida, pero no es la única ni esto que digo es  algo universal. 

JUNIO 2023 ANA WAJSZCZUK PENGUIN RANDOM HOUSE

-¿Por qué muy poca gente habla de lo horrible que puede ser un parto y de lo humanamente imposible que resulta a veces criar a un bebe? ¿Hay algo sagrado e intocable en la imagen de maternidad?

-Sí, creo que sí, por los mandatos que siguen operando en nosotros, como te decía. Las instituciones sociales son más longevas que las personas, así que aunque el discurso haya cambiado o se esté deconstruyendo, el mito de la "buena o mala madre" sigue operando, la culpa sigue operando, la sensación de fallar si no sos "perfecta" sigue operando, cuando la relación con un hijo o hija es una relación ambivalente y conflictiva como cualquier relación humana, si no la más.

Por suerte de a poco empiezan a aparecer relatos diferentes que muestran la maternidad con toda su complejidad y su belleza.  Se me ocurre Un trabajo para toda la vida, de la escritora inglesa Rachel Cusk, el ensayo Desmadres, de  la periodista argentina Violeta Gorodischer o películas como Tully o La hija oscura, por ejemplo.

¿Por que no se le puede decir a una madre en un restaurante que su hijo es insoportable sin comerte un sermón lleno de moralina?

-Jaaaa yo estuve en ese lugar y te lo re entiendo. Ahora que soy madre te diría que también empecé a ver cómo a los niños/as los apartamos como si fuesen, precisamente, una raza aparte, como si no tuviéramos nada que ver con ellos, y eso tiene que ver, creo, con el gran desconocimiento que tenemos de lo que ellos son a esas edades y que nosotros también fuimos hace no tanto. Creo que el desafío es crear una sociedad más inclusiva en todo sentido.

-Personalmente suscribo a tu planteo fantasioso de crianza en comunidad, ¿por qué la institución familiar es tan rígida y no nos permite salir de ese lugar?

-Creo que de a poco está pasando, en las últimas décadas el concepto de familia se viene transformando un montón pero las transformaciones sociales son procesos que llevan décadas, como mínimo.  Cuando yo era chica, hace 40 años atrás, tener "padres separados" era casi ser una paria, hoy vemos muchas familias diferentes y me parece buenísimo. Hay un proverbio africano que dice -también en relación a tu pregunta anterior- que "hace falta la tribu entera para criar a un niño" y es así absolutamente, si nos diéramos cuenta de eso como sociedad, las cosas irían muchísimo mejor.

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