Viaje al centro de Connie Isla: "Yo soy responsable de mi propia supervivencia"

Lejos de la guitarra y el ukelele con los que selló los inicios de su carrera, la artista se prepara para presentar su último disco en el teatro Vorterix. Un álbum que escribió en un momento personal de introspección, al que define como “una montaña rusa”: “Tenía que ver con el miedo a crecer, con lo divertido y extraño que es el mundo adulto”, revela.

Enfundada en un traje espacial, Connie Isla llega a la #EPUPERFO edición 2023 a paso firme, zigzagueando los obstáculos y meteoritos, “mientras el mundo se cae a pedazos” (Páez dixit). Aquel mundo por el que la artista de 29 años luchó desde la primera hora, con armas traducidas en letras, canciones y hasta discos. “No creo que el ser humano sea naturalmente malo o tenga malas intenciones, de hecho, me parece que cuando a una persona se le presenta la oportunidad de cambiar, la considera”, había dicho en la última entrevista con El Planeta Urbano, allá por 2020.

Ahora los planes son otros, no tan diferentes, pero corriéndose un poco del foco del activismo y agitando más desde las sombras, porque a veces “es muy cansador”, reconoce la cantante que el año pasado abrió el show de Joss Stone en el Luna Park.

Por estos días, Connie Isla enfoca toda su energía en la presentación de "Isla Mater", este sábado, en el teatro Vorterix. Una fecha importantísima para la compositora porque, además de debutar allí, podrá compartir en vivo su tercer álbum de estudio, un trabajo que significó un cambio muy profundo en ella, quizás el más íntimo de su cosecha, con cambios en el repertorio (se prohibió tocar la guitarra y el ukelele, sus dos elementos de seguridad) y una búsqueda inalcanzable de un presente que ya no mira hacia atrás sino para adelante, signado por los miedos, incertidumbres y millones de preguntas que el mismo tiempo se encargará de responder.

Por estos días, Connie Isla enfoca toda su energía en la presentación de "Isla Mater", este sábado, en el teatro Vorterix.

–¿Cómo fue el proceso creativo de "Isla Mater", tu tercer álbum de estudio?

–Este álbum empieza a principios del año pasado y ya arranca con un concepto totalmente distinto: quería que fuera un disco conceptual, desde el primer single hasta el último, así que de entrada ya me propuse buscar esa identidad. El concepto terminó siendo como una especie de parque de diversiones en el espacio, en donde cada canción es una atracción en sí misma, un juego distinto. La primera fue “Viaje”, un tema que le escribí a mi perro, que falleció el año pasado, y a partir de ahí ya empezó el camino concreto del disco.

–¿Y por qué ese nombre?

–Se lo puse un poco como para aclarar ciertas cosas (se ríe). Yo me llamo Constanza Isla, Connie Isla, pero muchos piensan que es un nombre artístico por Coney Island, el famoso parque de diversiones de Brooklyn, en Estados Unidos. ¡Mi mamá y mi papá no sabían que existía ese parque! (se ríe).

Igualmente, siempre mis amigos me dijeron que yo soy como un parque de diversiones, así que me pareció muy divertido que mi apellido estuviera en el título del disco, pero le faltaba una segunda palabra que impusiera fuerza y a la vez amor. Fue ahí que se me ocurrió ponerle “Mater”, madre en latín, materia… de ahí todo.

–Repasando el álbum, encuentro mucho de esto que decís. La imagen que más se me presenta es la de la montaña rusa, una atracción imponente, arriesgada, donde predominan los altibajos, las sensaciones encontradas. ¿Hay algo de eso?

–Sí, totalmente. El disco es una montaña rusa, de hecho, cuando pensamos en el orden de los temas, armamos literalmente una curva porque queríamos que fuese como un camino sinuoso, que bajara y que volviera a subir hacia el final. Lo escribí en medio de un proceso personal muy importante, en donde me encuentro con 29 años y miles de cosas para replantearme. Yo venía del palo del activismo, de la militancia, pero me quería alejar un poco de todo eso.

–¿Por qué?

–Porque es muy cansador, y de repente estaba en un lugar donde no sé si quería estar. Di todo de mí pero, bueno, son momentos, probablemente en un tiempo vuelva. No es que dejé, igual, sigo haciendo cosas, pero quizás más desde las sombras y no tan ahí poniendo la cara. Y este disco yo lo empecé a escribir en ese proceso, superintrospectivo, superautorreflexivo y muy personal, muy profundo, de darme cuenta de un montón de cosas que quizás no tenía idea de que me estaban pasando. Creo que todo tenía que ver con crecer, con la adultez, el miedo, lo divertido y lo extraño que es el mundo adulto.

–¿Qué te da miedo de la vida adulta?

–En realidad, creo que debe de ser una cosa más mental que real. Porque, a ver, yo en mi día a día no tengo miedo, yo vivo, soy una persona a la que le encanta lo que hace, que está rodeada de amigos, superprivilegiada y demás. El problema aparece cuando se intelectualizan esas cosas, ¿no? Como sociedad venimos cargados de un montón de construcciones sociales y de imposiciones, que por suerte cada vez son menos, pero de repente pasa esto de que uno dice “estoy por cumplir 30 años”, y medio que te sentás a revisar un poco todo.

“El concepto del álbum remite a un parque de diversiones en el espacio, en donde cada canción es una atracción en sí misma, un juego distinto.”

–¿Y qué encontraste?

–¡Uff! (se ríe). A veces estoy sola en mi casa y pienso “¡ay, yo estoy a cargo de mí misma!”. ¿Entendés? Yo soy la única responsable de sobrevivir en el mundo, más allá de que estén mis viejos, mis amigos. Yo soy responsable de mi propia supervivencia. Pero, bueno, acá estoy y soy una persona recontrafeliz.

–El sábado 3 de junio presentás Isla Mater en Vorterix, pero hubo un pequeño adelanto del lanzamiento a mediados de abril, en el Planetario de Buenos Aires. ¿Cómo fue esa experiencia?

–Fue una locura. El disco es tan visual que queríamos hacer algo diferente, y gracias a la ayuda de mucha gente y del Saldías Polo Cultural, pudimos llevarlo a cabo. Fue algo muy chico, bastante privado, lo hicimos en el Domo, en el Auditorio, ahí armamos todo el disco, cada tema con su propio videoclip, todo adaptado porque es 360º y en 3D. Era un simulador de Disney, te lo juro, ¡una locura! La gente quedó re flasheada. Y ahora, bueno, mi primer Vorterix.

–Imagino que va a haber algo de toda esa puesta en escena.

–Sí, obvio, las visuales son una locura, y la idea es que sea como un viaje en el tiempo. Además, el formato de banda es distinto.

–Claro, porque encima en este álbum tomaste la decisión de dejar a un lado la guitarra y el ukelele. Una señal que tiene que ver, seguramente, con este proceso de crecimiento, de salir un poco de la zona más cómoda.

–Sí, sin duda. Como dije al principio, yo quería que este disco sonara diferente y sabía que si agarraba la guitarra o el ukelele iba a sonar o a parecerme a mis discos anteriores. Entonces me los prohibí. Otro desafío fue el de sumar más productores al equipo. Eso le aportó muchísimo al disco a nivel sonoro, es supernutritivo para conseguir nuevos sonidos.

“Como sociedad venimos cargados de un montón de construcciones e imposiciones, que por suerte cada vez son menos, pero de repente pasa esto de que uno dice ‘estoy por cumplir 30 años’, y medio que te sentás a revisar un poco todo.”

–Recién mencionabas al Saldías, donde hace poco te vimos tocar en el “Festival”. Es increíble lo que ocurre allí a nivel artístico, a nivel cultural, un punto de encuentro que atraviesa a generaciones y que cobija a muchos de ustedes, a los nuevos talentos de la música y el arte argentinos. ¿Qué significa para vos?

–Sostengo lo mismo que dije el año pasado cuando nombraron al Saldías Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires y me eligieron para ser la artista que hablara en la Legislatura: “El Saldías es un oasis en medio del cemento”. Siempre algo está pasando ahí, siempre hay movimiento. No sé, un día puede caer Fito Páez, o podés ensayar al lado de una banda que ahora la está rompiendo. Es una locura todo lo que pasa ahí, ni hablar de los festivales, que nunca entendés bien cuándo empiezan y dónde terminan, es espectacular. Para mí es un privilegio ser contemporánea del Saldías Polo Cultural.

Fotos: Karim Fortunato

Coordinación general: Gimena Bugallo

Estilismo: Anita Noseda

Make up: Shuli Juarez y Julie Doee para @iconic.london @perfumeriasrouge

Pelo: @lapuissance.oficial #LaPuissanceLover

Planificación digital: Joel Álvarez

Filmmaker: Chanas Scigliotti

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