El Plan de la Mariposa, a días de agotar su primer Luna Park: "Un día nos tocó a nosotros"

A días de agotar su primer Luna Park, la banda integrada por los hermanos Andersen repasa el camino que los llevó de su Necochea natal al cemento de Buenos Aires para convertirse en uno de los últimos sucesos del rock local. “Somos viento fuerte que viene del mar”, dicen a coro en “Entrañas”, una de sus primeras canciones, y la frase no podría describirlos mejor.

El Plan de la Mariposa recibe al El Planeta Urbano en una sala de ensayo del Saldías Polo Cultural. Hace un año, los hermanos Andersen llegaron a este espacio para transformarlo en un refugio en medio del cemento. Lo mismo que hicieron cuando en 2008 abandonaron su Necochea natal y alquilaron una casa en la gran ciudad para expandir los horizontes de su música. Esta vez, Sebastián (compositor y cantante, el mayor de los cinco) y Camila (voz, la única mujer) abren las puertas del lugar para mostrar la cocina detrás de sus canciones. “Somos una de las pocas bandas que ensaya a la mañana acá”, dicen un lunes cerca del mediodía. Y aunque siempre fueron una familia numerosa, lo cierto es que el silencio también es importante para la búsqueda espiritual que llevan en su ADN.

En total, son siete los integrantes de la banda: a Sebastián y Camila se les suman los hermanos Valentín (guitarra y voz), Santiago (violín, guitarras y arte) y Máximo (teclados y acordeón), además de Julián Ropero (batería) y Andrés Nor (bajo). Aunque su música no admite etiquetas, sus seis discos de estudio se identifican con el concepto de “rock libre” y en sus shows repiten como un mantra la frase “catarsis y comunión”. “El vivo es un momento donde no hay pasado ni futuro, sólo presente. Es el ritual de dejarte llevar por las emociones, por eso también ensayamos mucho. Si estás preocupado por qué letra o acorde viene, estás mental; y en la improvisación salen cosas que, si especulás, no las podés armar”, resume Seba a días de haber tocado por primera vez en el Luna Park.

En total, son siete los integrantes de El Plan de la Mariposa: a Sebastián y Camila se les suman los hermanos Valentín (guitarra y voz), Santiago (violín, guitarras y arte) y Máximo (teclados y acordeón), además de Julián Ropero (batería) y Andrés Nor (bajo)

La fecha fue un sold out rotundo (“fue como el cumpleaños de la banda, un día nos tocó a nosotros”, bromean), que incluyó un bloque acústico alrededor de una piedra iluminada que simulaba un fogón. “Por la forma en la fuimos criados, el fuego siempre estuvo presente, y muchas de nuestras canciones nacieron en esas rondas. Quisimos recrear esa idea con la gente, compartir un momento de intimidad”. Pero a pesar de este gran presente, los hermanos Andersen no se detienen. “Somos viento fuerte que viene del mar”, dicen a coro en “Entrañas”, una de sus primeras canciones, y la frase no podría describirlos mejor.

–Son seis hermanos: uno está en Dinamarca y cinco de ustedes forman la banda. Imagino que se escuchaba mucha música en su casa.

Sebastián Andersen: –Es loco cuando lo observás de afuera (se ríe). Sí, el viejo siempre llegaba de trabajar y tocaba la guitarra, y esa escena era muy común en nuestra casa. A nuestra mamá le gustaba mucho, y creo que ahí están los cimientos de por qué todos los hijos nos dedicamos a esto. Después, de los dos lados hay instrumentos: nuestro abuelo paterno tocaba la bandónica, que es como un bandoneón chiquito, mi abuela tocaba el órgano, y mi abuela materna cantaba. Y en la generación anterior hay como cinco o seis violines, de bisabuelos que vinieron a la Argentina en barco tocando el violín.

–Sus letras hablan mucho de la libertad, de conectar con uno mismo y con los otros, ¿cómo fue pasar de vivir en Necochea a Buenos Aires, una ciudad que no frena?

Camila Andersen: –Creo que por eso cuando llegamos nos alquilamos una casa para vivir todos juntos. Armamos el centro de nuestro hogar, que era un lugar donde podíamos mantener eso.

"El poder transformador del arte fue lo que nos motivó. Esa capacidad que tiene la música, que de una situación tensa, pesada, dolorosa, puede salir una canción hermosa. Y ese es un poco El Plan de la Mariposa, aunque tengo un amigo que me dice que es el plan del gusano, porque se arrastra, va hasta ahí, y de repente saca sus alas y sale volando."

S. A.: –Es verdad que Buenos Aires tiene esa euforia, pero si tenés tus refugios, te armás otros submundos dentro del gran mundo. Y a su vez, para nosotros se abrían un montón de puertas. En los primeros años acá, yo vivía en Caballito y me iba a tocar al subte, a la línea B. La re flasheaba, me daba más nervios que ahora (se ríe). Venía de Neco e iba solo con la guitarra. Yo siempre fui medio tímido y eso también era un ejercicio, exponerme a decir: “Hola, voy a tocar una canción”.

–De tocar en el subte a llenar un Luna Park… mirando para atrás, ¿cuál fue el primer gran quiebre de la banda?

S. A.: –Creo que el quiebre más fuerte fue cuando se enfermó nuestra mamá (N. de la R.: falleció en 2013), armamos nuestro colectivo para salir de gira, y en 2015 sacamos nuestro tercer disco y agotamos un Niceto. Eso fue fuerte, por la cantidad de gente que un día dijo: “Bueno, voy a ir a ver El Plan”. Y al toque después fuimos teloneros de Manu Chao, también teloneamos a La Vela Puerca. Nos vino bárbaro, porque estábamos con el duelo y fue como un empujón, salimos para adelante.

–Recién la mencionaban a su mamá y sé que era docente y precursora de nuevas metodologías de meditación en Necochea. ¿Cuánto influyó ella en esto de ver a la música como fuerza sanadora?

S. A.: –No sé si usamos la música para sanar, porque sería un propósito demasiado grande. Pero, por lo menos, la intención es acompañar un proceso de la mejor manera. Y sí, ella tuvo mucho que ver con esa forma de ver y entrar en la energía, en el sentido de cómo el cuerpo te puede llevar a sentir emociones, cómo las emociones te pueden hacer mover el cuerpo. En nuestra casa había armado un lugarcito donde hacía meditaciones, pero no le gustaba la meditación en la que te quedás quieto, sino experimentar con el movimiento. Yo tendría 12 años y en mi casa se hacían juntadas de mujeres donde hacían viajes de tambores, temazcales, ceremonias de luna llena. Había mucho de la música como medio para conectarse con las emociones.

C. A.: –Hacían unas meditaciones que tenían que ver con despertar emociones y atravesarlas. Por ejemplo, trataban de llamar al llanto, entonces lo impostaban hasta que en un momento estaban llorando de verdad. Empezaba como un juego y después se abría ese canal. Y lo mismo con la risa.

"El vivo es un momento donde no hay pasado ni futuro, sólo presente. Es el ritual de dejarte llevar por las emociones, por eso ensayamos mucho. Si estás preocupado por qué letra viene, estás mental. Y en la improvisación salen cosas que, si especulás, no las podés armar.”

Los hermanos Andersen hablan y en el Saldías Polo Cultural ya se empieza a sentir el movimiento. Algunas bandas llegan para ensayar, la energía de la música recorre los pasillos. Hace algunos minutos, Seba mencionó el colectivo que usaban para viajar y tocar en los inicios de su carrera, y la historia dice así: estando en Necochea, un día vieron un colectivo Mercedes-Benz 1114 tirado en un predio, lo compraron “no te digo regalado, pero casi” y lo convirtieron en una especie de motorhome con el que viajaron por gran parte de la Argentina y Brasil. “Al colectivo le habían sacado los asientos para usarlo como transporte de verdura, con lo cual estaba todo roto, oxidado; y lo habían pintado de verde porque era el color de la verdulería. Parecía un gusano, y hay un gusano que se come los cultivos que se llama Isoca. Entonces le pusimos ese nombre”, se ríe.

Tiempo más tarde, completaron dos giras por Europa en las que recorrieron lugares como Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Países Bajos, España y República Checa. “Siempre nuestro sueño fue viajar”, reconocen. Y hoy en día, además de viajar, hacen que su público visite Necochea una vez al año durante el Isoca Festival. “Siempre es en enero, en el partido de San Cayetano, justo al lado de Necochea. Para llegar, tenés que atravesar 30 kilómetros de camino de tierra, es un pueblito de ocho mil habitantes que está en el medio de la nada, o del todo. Y la invitación es a que la gente vaya a quedarse tres días a dormir en carpa, no hay casi señal”, explican. En el predio hay talleres de meditación, yoga, danza, construcción natural, alimentación consciente, y a la noche empiezan las bandas. “Se generan muchas redes, porque el que viene, realmente tiene ganas de venir: el lugar es lejos, dormís en carpa, te bañás con agua fría… Después, vas a comer riquísimo, vas a escuchar bandas con un sonido que está buenísimo, pero estás de campamento tres días.”

"Queremos seguir haciendo canciones hermosas, y viajar. Ahora tenemos una gira grande en la que volvemos a ir a España, México, Uruguay y queremos recorrer el país de punta a punta. Y después, seguir tocando en lugares así de grandes."

–Siempre celebraron la unión de la música y la naturaleza. De hecho, el nombre que eligieron no es casualidad. Por un lado, la mariposa tiene ese poder de transformación, de pasar de ser un gusano a ser un animal hermoso. Y por el otro, se dice que el aleteo de sus alas se puede sentir al otro lado del mundo. ¿Tuvo que ver con algo de esto la elección?

S. A.: –Sí, por la transformación por sobre todas las cosas, el poder transformador del arte. Eso fue lo que nos motivó, esa capacidad que tiene la música, que de una situación tensa, pesada, dolorosa, puede salir una canción hermosa. Ese viraje energético, que solo el arte lo puede lograr, es alucinante. Y ese es un poco El Plan de la Mariposa, aunque tengo un amigo que me dice que es el plan del gusano (se ríe), porque se arrastra, va hasta ahí, y de repente saca unas alas tremendas y sale volando. Es un animal fabuloso, y su experiencia habita dos mundos muy distintos: pasa de arrastrarse entre la mugre a volar entre las máximas alturas bajo el rayo del sol.

–Acaban de agotar un Luna Park, ¿qué les gustaría que pasara ahora?

S. A.: –Queremos seguir haciendo canciones hermosas, y viajar. Ahora tenemos una gira grande en la que volvemos a ir a España, México, Uruguay y queremos recorrer el país de punta a punta. Y después, seguir tocando en lugares así de grandes. Ese viaje lo estamos arrancando ahora y nos gustaría llevarlo a un lugar cada vez mejor. En definitiva: buenas canciones, buenas fechas y buenos viajes.

Fotos: Kevin Curarello y @julietagarciafotografia

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