Julieta Zylberberg: "Siempre necesito la calidez y la amistad, y la actuación es un trabajo que lo requiere"
En el escenario del Paseo La Plaza, se pone en la piel de una mujer harta de la rutina del matrimonio y lista para romper con el estereotipo de la pareja ideal. Una charla sobre vínculos, redes, maternidad y trabajo, a días del estreno de "Me gusta", su nuevo proyecto teatral.
Cuando Julieta Zylberberg protagonizó uno de los segmentos de Relatos salvajes, revistas especializadas del exterior la catalogaron como una “joven promesa”. Y no se equivocaron: a diez años de su participación en la icónica película de Damián Szifron, lleva en su espalda una envidiable trayectoria cinematográfica y teatral.
Por mencionar solo algunos de sus últimos trabajos, hace meses estrenó El método Tangalanga, junto a Martín Piroyansky, y fue un boom en los cines argentinos. Ahora está lista para volver al teatro comercial de la mano de Me gusta, obra que se podrá ver desde el 19 de mayo en el Paseo La Plaza. En este nuevo desafío, en el que comparte protagónico con Damián De Santo, se pondrá en la piel de una mujer harta de la rutina del matrimonio. “Con Damián no habíamos trabajado nunca juntos, pero se armó un grupo muy sólido, de amistad y diversión. Estamos muy copados con la obra”, cuenta.
Como si fuera poco, también continúa con su trabajo en la música, su unipersonal La fiebre siempre a mano y nuevos proyectos: “Tengo tres películas por estrenar que filmé el año pasado: Puan, El salto, con Rodrigo de la Serna, y Un pájaro azul”, adelanta en diálogo con EPU.

–"Me gusta" habla de una pareja que lleva diez años de casada, una rutina medio plomo, y aparece una tercera persona que sacude toda la estructura. Esto es algo muy frecuente cuando se está mucho tiempo en pareja, pero, ¿cómo se trabaja?
–Es hermosa la obra, porque acá no hay una pareja que se odia, sino una pareja que se quiere y a la que la rutina y el tiempo le comió algo de la sorpresa, naturalmente. Y, bueno, aparece esta otra persona que los hace cuestionarse y ver si están listos o no para probar algo nuevo, con todo lo que eso conlleva. Es una pareja que tiene una hija chiquita, así que es muy interesante y muy valiente todo el planteo final de la obra.
–Recién mencionabas a la hija de esta pareja, y vos tenés un nene chiquito, ¿te identificás en algo con la obra? Pasa mucho esto de que los chicos quedan en el medio cuando los padres se separan.
–Es imposible no identificarse con momentos de la obra, y sí, puede pasar, nadie está exento de nada. También es cierto que hay nuevas formas de relacionarse que hace unos años no estaban planteadas como una posibilidad y que ahora se empiezan a escuchar. Yo creo que lo nuestro es revolucionario, porque somos una generación intermedia que está abierta a comprender y a lograr cuestionarse cosas de los vínculos, pero también estamos criados en otra idiosincrasia cultural, entonces, tiran las dos partes.
–¿Cómo fue eso de estar en el medio para romper con los mandatos? Entender que uno puede vincularse con las personas de diferente manera, poder seguir viendo a un ex y que esté todo bien.
–Es una antigüedad, pero sucede muchísimo que hay parejas que se desarman y quedan hijos con situaciones tensas, ¿viste? Pero no creo que eso sea una manera de vincularse, sino una manera de vivir. Las familias eligen distintas formas hoy en día, y en el mejor de los casos, todo sucede con mucho cariño y consideración hacia los hijos y hacia uno. Eso es lo más importante.

–A veces sucede, sobre todo con gente con la que uno convivió y tiene familia, que la primera reacción al separarse es “bueno, no te quiero ver más”, y después uno lo supera naturalmente.
–No, no creo que “no te quiero ver más” sea la primera reacción. Creo que hay maneras de separarse que son gloriosas, y que cada uno tiene que buscar la mejor para uno. Es un lugar común pensar eso de “bueno, se te pudre un tiempo y después pasa”. No necesariamente.
–Vos sos de escaparles a los lugares comunes, ¿no?
–Intento, siempre que no sean buenos, lo intento. Me parece que uno tiene que usar la cabeza e intentar reacomodarse de la mejor manera, pero si el lugar común es bárbaro, me abrazo al lugar común.
–Además de actuar, hace algunos años diste tus primeros pasos en la música. ¿Con qué te identificás más hoy?
–Voy necesitando cosas distintas en algunos momentos e intento satisfacerlas en la medida que puedo. Creo que está bueno y que es natural también, porque uno pasa mucho tiempo con uno mismo. Si vivís muchos años y te dedicás a lo que te dedicaste siempre, es muy difícil no tener la necesidad de diversificar. No sé, puede pasar. Yo por momentos me aburro y necesito otras cosas y por momentos estoy más fóbica y no quiero ningún cambio.

–Y en esos momentos en que el aburrimiento te impulsa a hacer otra cosa, ¿alguna vez pensaste en pegar un volantazo? ¿Decir “dejo esto y no vuelvo más”?
–No, nunca me pasó eso de decir: “No vuelvo nunca más a actuar”. No descarto que en algún momento me pase, puede ser que en un momento me aburra actuar, ni idea. Pero, en general, los volantazos no se me van tan lejos sino que voy sintiendo necesidad de complementar mi trabajo con otras cosas.
–¿Sos de proyectar a largo plazo?
–No mucho, y últimamente es muy poco lo que se puede proyectar porque está todo muy loco a nivel mundial, entonces hay que concentrarse en lo que uno tiene, en el presente, y seguir e ir avanzando en la vida. En momentos de más trabajo se puede un poco más, pero a veces la vida es más improvisada.
–Al principio de la charla hablabas del lindo grupo que se armó para esta obra. ¿Necesitás que pasen esas cosas para poder trabajar?
–Yo siempre necesito la calidez y la amistad, y me parece que es un trabajo que lo requiere. O sea, no es cualquier trabajo; cuando uno trabaja con sus emociones, con su sensibilidad y contando historias, es muy difícil si no sucede eso. Cuando hay compañeros que se llevan como el orto, o no tienen onda, o no se entienden, eso se ve, es imposible que no se vea. Estoy recontraconvencida de eso. Las mejores cosas que hice trabajando fueron así, cuando pude trabajar con mis amigos.

–Recién mencionabas la locura que hay en el mundo, ¿cómo hacés para que eso no te afecte?
–Yo no veo televisión, no tengo tele en mi casa, real. En un momento dejé de tener y después me desacostumbré a mirar. Tengo tan poco tiempo que no se me ocurre ocuparlo en ver boludeces, cosas que me van a hacer mal rollo.
–Falta muy poquito para el estreno de "Me gusta". Haciendo un paralelismo con los “me gusta” en redes sociales, ¿tuviste alguna situación complicada por poner un like?
–No, siento que uno le tiene que huir a eso. En las parejas hay que huir todo lo que se pueda de los celulares, de las redes sociales, porque siempre traen complicaciones con nada. Incluso forma parte de un universo virtual que no es el real, y me parece que está bueno respetar al otro y que lo respeten a uno. Por supuesto, forma parte de nosotros y de nuestra vida cotidiana, y probablemente si sos un imbécil en redes seas un imbécil en la vida, pero trato de no moverme entre imbéciles ni con las amistades ni con las parejas, al menos yo.
Fotos: The Remake y Santiago Turienzo