Pablo Turturiello: "En Buenos Aires se vive a 220 comparado al uruguayo, que va a 110, mucho más en cámara lenta"

Llegó desde Uruguay justo cuando comenzaba el aislamiento, pero sintió que el contexto lo ayudó a sobreponerse. Hoy, mientras espera que se estrenen las series donde interpreta a leyendas de la música, como Marcelo Moura y Frank Sinatra, está a punto de cumplir su sueño mayor: subir al escenario con el musical Heathers para conquistar la calle Corrientes.

Por extraño que suene, se podría decir, sin caer en falsedades, que Frank Sinatra y Marcelo Moura habitaron alguna vez el mismo cuerpo. No fue debido a ningún avance científico ni mucho menos gracias a las dotes de un médium, sino que hay que adjudicarle semejante acontecimiento a una de las actividades más antiguas de las que se tenga registro: el arte.

El cuerpo en cuestión es el del actor uruguayo Pablo Turturiello, que con la misma vertiginosidad con la que se vino a vivir a la Argentina dos semanas antes de la cuarentena de 2020 y se animó a participar del programa Cantando por un sueño, audicionó y quedó seleccionado para interpretar a "La voz" en Cuando Frank conoció a Carlitos, próxima a estrenarse en Disney+, y al integrante de Virus en El amor después del amor, la serie biográfica basada en la vida de Fito Páez que se estrenará en Netflix el 26 de abril.

“Mirá lo loco: cuando me mudo a Buenos Aires, dos semanas antes de que arranque la cuarentena, me anoto con un profesor de canto muy conocido y me dice que vio un llamado en el que buscaban a un joven de tal edad, que tenga muy buen inglés y que cante. Y dije: “Hola”. Mandé, me respondieron que les interesaba verme en vivo pero después eso quedó en la nada por toda la pandemia. Un año y medio después me llega un e-mail diciéndome que estaban retomando el proyecto y que querían verme. Audicioné como a las diez de la mañana, y a las doce del mediodía me dijeron que había quedado. Yo no tenía ni idea de qué era. Sabía que era para hacer de Frank Sinatra pero pensé que era para una obra en un teatro chico, a otra escala. Después me enteré de que era una película musical para Disney+. Me cambió la mañana, y el día, y el mes, y el año”, recuerda Pablo, aún con cierta incredulidad.

"Lo positivo de acá es que me levanto y siento que tengo que cumplir con algo favorable para mí en el día. Cuando te despertás, esta ciudad te dice: ‘Algo tenés que lograr hoy’."

–¿Cómo te encontró la cuarentena recién llegado de Uruguay?

–Estaba con dos amigas uruguayas alquilando un departamento grande. Y mis amigas se fueron. Una dijo: “Yo me voy al campo antes de que se cierre todo”, y la otra se volvió a Montevideo. Así que me quedé solo. Por suerte estaba de novio, entonces medio que estuve acompañado. A lo que le tenía miedo cuando me mudé a Buenos Aires era a que me agarrara una extrañitis de Montevideo. Fue raro pero creo que me ayudó a obligarme a quedarme. Realmente no me podía ir, así que me fue favorable dentro del contexto desfavorable.

–¿Creés que hubieras flaqueado?

–Sí. Aparte esta ciudad es muy intensa. Es un ritmo a 220 comparado al uruguayo, que va a 110, que va mucho más en cámara lenta.

–Con total honestidad: ¿cómo nos ven los uruguayos?

–Hay algo del ego del argentino que está posicionado un poquito más adelante y es un poco más visible y permeable. Lo que tiene ese ego es que te lleva a hacer cosas más magnánimas, no sé cómo decirlo. Creo que el argentino tiene un poquito más de confianza en decir lo que piensa. El uruguayo es un poquito más tímido, creo. Y hay algo de eso que puede asustar al uruguayo, que es más pacífico y más tranquilo.

"Lo que quería era cantar, pero era un poquito más canchero estar tocando la guitarra que estar cantando. Como que se veía más femenino tomar clases de canto, por lo menos en mi contexto, que era muy cerrado, muy conservador."

–¿Qué cosas extrañás de tu vida en Montevideo y qué cosas valorás de Buenos Aires?

–Acá lo positivo es que me levanto y siento que tengo que cumplir con algo favorable para mí en el día. Cuando te despertás, esta ciudad te dice: “Algo tenés que lograr hoy”; eso no me pasaba tanto en Uruguay. Y en Uruguay siento que los tiempos son más lentos y las conversaciones las escuchás diferente.

Extraño más que nada a mi familia. Los domingos acá son mortales: me levanto y siento que me tengo que esforzar para hacer un programa porque si no la paso bastante mal. Me voy al mercado, a San Telmo, a una plaza. Los domingos son de turista.

–Cuando decidiste venirte a vivir a Buenos Aires, ¿cuál era el plan?

–En ese momento era muy fanático de los musicales. Ahora lo sigo siendo, pero tengo otros objetivos. Y yo quería trabajar en teatro, quería protagonizar una obra en Corrientes, era mi objetivo.

–Cuando te convocan para "Cantando por un sueño", ¿te planteaste cuánto se alejaba de ese ideal?

–Cuando me llegó el llamado en el que me dijeron que iba a cantar con Floppy [Tesouro], obviamente lo primero que dije fue: “Al fin voy a estar haciendo algo”, porque no estaba haciendo nada. Entonces fue alegría, agradecimiento. Después evalué los riesgos, si me iba a aportar en mi carrera, si me iba a ayudar en lo que yo quería hacer. Y la verdad es que me dio training, porque tuve que aprender diferentes ritmos.

Me dio exposición, que te ayuda después a hacer contactos y a que la gente te conozca. Analicé los pros y contras, pero era todo pro. No lo analicé desde un lugar del peligro, me mandé. Y después de eso me agarró una agencia de representación de actores, que es lo que yo más quería. Ahí empecé a entrar en el boom de las plataformas, de series, películas. Por haber estado en la tele se abrieron algunas oportunidades. Me di cuenta de que estaba bueno eso también y que si bien es difícil entrar, no es tan difícil siendo Pablo de Uruguay cuyos padres son contadores.

Pablo interpreta a Marcelo Moura en El amor después del amor, la serie biográfica basada en la vida de Fito Páez que se estrenará en Netflix el 26 de abril.

–Y el teatro en calle Corrientes finalmente llegó: en julio estrenás "Heathers" en el Ópera.

–Sí, estamos por empezar los ensayos ahora. Es una obra muy fuerte; hay muertes, suicidios, trastornos alimenticios, temas muy actuales que está bueno que se expongan en un escenario. Yo tenía ganas de hacer cosas con contenido adulto, real y contemporáneo, así que estoy agradecido. Es un elenco muy divertido y la dirige ni más ni menos que Fer Dente, el rey de Corrientes. Lo amamos.

–También lanzaste algunos temas propios y tengo entendido que de chico subías videos a YouTube cantando canciones de otros, ¿no?

–Sí, me grababa en mi cuarto. Yo lo que quería era cantar pero era un poquito más canchero estar tocando la guitarra que estar cantando. Como que se veía más femenino tomar clases de canto, por lo menos en mi contexto, que era muy cerrado, muy conservador. Y a los 10, 11, 12 años, cuando me empezó a picar el bicho por el arte, subía covers.

Me acuerdo de hacer cosas de Lady Gaga, sigo siendo muy fan de ella. Subía videos a YouTube cantando covers de ella. Yo pensaba que como está todo muy globalizado capaz lo veía alguien de los Estados Unidos. Mas no: los veía la gente de mi colegio, que no eran las personas a las que yo apuntaba.

–¿Y qué pasaba con eso?

–No eran bien recibidos, era el niño que quería ser un popstar. De hecho, tuve una situación muy fea con un profesor de rugby que me gritaba “popstar” en las prácticas de rugby. Yo hacía rugby porque era obligatorio y él me gritaba “dale, popstar” porque tenía conciencia de los videos que yo hacía.

"Me acuerdo de que caminaba por los pasillos y se escuchaba de las clases que iban saliendo “maricón”, “trolo”. Horrible en el momento, me tuve que cambiar de colegio. Pero ahora tengo una fuerza que no hubiese tenido y un anhelo por ser una estrella pop –que es lo que quiero ser además de actor– muy grande gracias a eso. Ahora lo veo como un motor."

–Te hacía bullying.

–Era una forma de bullying. Lo expuse al colegio y después lo echaron, por suerte. El adulto que nos tenía que contener y enseñar era el que incitaba el bullying. Viste que el contexto de deportes tiene algo medio border. Ojalá esté cambiando.

–¿Tus compañeros también te cargaban?

–Mi generación no tanto, eran las generaciones mayores. Me acuerdo de que caminaba por los pasillos y se escuchaba de las clases que iban saliendo “maricón”, “trolo”. Horrible en el momento, me tuve que cambiar de colegio. Pero ahora tengo una fuerza que no hubiese tenido y un anhelo por ser una estrella pop –que es lo que quiero ser además de actor– muy grande gracias a eso. Ahora lo veo como un motor.

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