Día Mundial del Malbec: la Argentina y su uva insignia, de festejo
Lleva más de un siglo y medio creciendo en nuestro suelo como en ningún otro. Dotada de una historia local hecha de nombres ilustres (Domingo Faustino Sarmiento, Michel Aimé Pouget) y que continúa escribiéndose por los trabajadores de la industria vinícola criolla —del bodeguero estrella al último cosechador—, la más argentina de las uvas francesas festeja hoy su Día Mundial en un contexto de reconocimiento mundial.
Reverenciado año a año, homenajeado cada 17 de abril con cientos, miles de copas alzándose al mismo tiempo en eventos exclusivos o multitudinarios, el embajador indiscutible del vino argentino en el mundo sigue consolidándose a nivel global. Según informa Wines of Argentina (WoFA), la entidad dedicada, entre otros objetivos, a promover la marca y la imagen país de los vinos argentinos en todo el mundo, y creadora en 2011 de esta celebración, el Malbec está presente en 17 de las 24 provincias argentinas, lo que equivale al 70.8% del territorio.

Con 46.565 hectáreas plantadas en el país, la cepa representa el 24.3% de la superficie total cultivada en la Argentina (destinada a elaboración) y el 40.8% de la superficie de variedades tintas (de elaboración). Es, así, la variedad más extensamente cultivada, habiendo incrementado su superficie en un 185% desde el año 2000. Su centro neurálgico, claro, es, Mendoza, con 39.463 hectáreas plantadas (lo que representa el 84.75% del territorio nacional dedicado a la vid), seguida de San Juan con 2.840 ha (6.10%), Salta con 1.681 ha (3.61%) y La Rioja con 814 ha (1.75%).
En términos de producción, WoFA informa que el Malbec lidera con 4.242.644 quintales, lo cual representa el 22.35% del total de uva ingresada a establecimientos destinada a elaboración, y, más específicamente, el 42.4% del total de tintas para vinificación. Un apartado en donde también se impone Mendoza, con 3.583.503 quintales (un 84.46%). San Juan, por su parte, ocupa el segundo lugar en producción con 313.573 quintales (7.39%), a la que le siguen Salta con 146.086 (3.44%) y La Rioja con 94.490 (2.23%).
UNA MIRADA PERIFÉRICA
“Me parecía un poco snob y raro que hubiera un día dedicado a una sola variedad”, se sincera Joaquín Hidalgo, enólogo y periodista especializado en vinos. “Pero investigando un poco descubrí que era la primera vez que se establecía, y que era fundamentalmente porque, efectivamente, el Malbec es una variedad es muy importante para la Argentina en términos de construcción estilística, de exportación, de negocios, da mucho laburo, etc., etc.”, se corrije enseguida.
“Entonces, cuando esa idea de Wines of Argentina de proponer la fecha se estableció fue un golpe de efecto muy potente en su momento. Después se fue replicando en otros países y con otras cepas, pero el primero fue el Malbec; y hoy viéndolo en retrospectiva no suena snob sino todo lo contrario. Hoy este día tiene agenda en todo el mundo, creo que son unas 110 ciudades las que participan, y es algo bien interesante”.
—Para el que recién entra en su mundo, ¿cuáles dirías que son las características principales del Malbec argentino?
—Comparado con los Malbecs de Francia —la zona de Cahors, de donde es originario—, el Malbec argentino se caracteriza fundamentalmente por la sobriedad. Uno imagina que el corazón de nuestro Malbec está en Luján de Cuyo (N de la R: perteneciente lo que en Mendoza se llama “primera zona”) porque es donde arrancó esta variedad su camino de ascenso. Y se piensa en un vino que tiene un paladar amable, de textura aterciopelada y que al mismo tiempo da sabores frutales maduros. Dicho así parece un embole, pero imaginate un frasquito de mermelada de ciruelas y eso es lo que vas a encontrar en un Malbec.
Ese es el vino que le dio fama a nivel mundial. Lo que sucedió es que en los últimos 20, 25 años, se plantó Malbec en muchos lugares muy distintos, y eso abrió un poco la paleta. Hoy bajo la denominación Malbec tenés cosas muy distintas: vinos que son muy refrescantes y al mismo tiempo florales, que eso no existía antes; o vinos especiados; entonces así gana mucha relevancia como variedad aunque a la vez desorienta mucho al consumidor. Igual eso hoy me parece una lógica fascinante para el consumidor que quiera descubrir sabores.

—¿Y qué produjo ese cambio de paradigma, el pasar de aquellos vinos súper concentrados y pesados que nos abrieron las puertas del mundo a muchos de los que se encuentran hoy, más salvajes, ligeros y frescos?
—Es que el Malbec pasó de estar plantado en regiones relativamente cálidas a otras muy frías. Y eso hace que la planta dé otra uva, digamos, otro sabor; y dentro de esos otros sabores lo que hizo falta fue interpretarlos, darles un formato que fuese amable.
Entonces se empezaron a cambiar las formas de solucionarlo, se dejó de usar la madera excesiva (eso que daba el tono Luján), lo que dio a toda una gama interesante de Malbecs, con paladares más restrictivos, más delgados, sedosos; hoy en ese estilo tenés más florales, más nerviosos en cuanto a la acidez, vinos con textura de tiza. Hoy el Malbec es un vehículo extraordinario para “viajar” a los gustos de las regiones.

—¿Tan grande es hoy la diferencia de regiones?
—Sí. Lo que pasa es que el consumidor nunca hace el ejercicio más simple, que es abrir todas las botellas al mismo tiempo. Pensá esto: te juntás con amigos y a cada uno le toca llevar un Malbec. A uno le cae Luján de Cuyo, a otro, Gualtallary, a otro Altamira, por poner un ejemplo. Claro, si se toman el primero entero, ya no van a estar tan “clarividentes” a la hora de abrir la segunda botella, se pierde un poco el hilo.
Entonces, lo que recomiendo es que se abran todas las botellas —total uno sabe que se las va a terminar— para probar una al lado de la otra; y eso realmente te va a cambiar la perspectiva porque de verdad que las diferencias son notables. No estamos hablando de algo que es solo para especialistas o entendidos.
Hidalgo, que es uno de los directores de la web Vinómanos, y quien reporta para Chile y Argentina en el prestigioso sitio especializado Vinous Media (además de autor de artículos en reconocidos medios) asegura que hoy el término “Malbec argentino” define más que nunca un lugar de origen. “Uno grande en el mapa”, señala, “y con regiones bien interesantes. Cuando uno piensa en Francia, piensa en terruños: Burdeos, Borgoña, el Ródano. Bueno, con Argentina está pasando eso”.

También afirma que el trabajo de relevamiento anual de la cepa que realizan en Vinómanos (llamado “Informe Malbec”) le permite confirmar que la producción local permite consumir Malbecs muy bien hechos a un precio más que razonable. Una realidad que vuelve a refrendar, por si hacía falta, una frase de la inolvidable Elisabeth Checa: en la Argentina no hay vinos malos. “Es así”, dice Joaquín, “la realidad es que el año pasado, dentro de los Malbecs de nuestro informe que tenían más de 90 puntos, el corte estaba en los $ 800 pesos, que hoy serían unos $1.000.
Por esa plata hoy no comprás demasiadas cosas y sin dudas te tomás un muy buen vino. Algunos con gran relación precio/calidad. Vinos de regiones grandes (no de micro regiones, porque eso se traduce en el precio) que te van a dar un muy buen panorama de ese terroir”.
LOS QUE HACEN, HABLAN
El vino argentino en general, y el Malbec en particular, tienen intérpretes de excepción. El Planeta Urbano contactó a varios de ellos con el fin de que respondieran una serie de preguntas que reflejaran su visión del pasado, presente y futuro de la cepa, pero también para que hablaran de sus preferencias. de los Malbecs que elaboran, de los terroirs donde trabajan y de estilos.
Los enólogos Martín Kaiser y Silvio Alberto (de Bodega Doña Paula y Bodegas Bianchi, respectivamente, ambas en Mendoza), Marcelo Miras (de la patagónica Bodega Miras), Paula González (de Pyros Wines, con base en San Juan) y la ingeniera agrónoma Nicole Monteleone (de la también mendocina Kaiken Wines) fueron claros, amables y didácticos y mostraron consonancia en este día de celebración.
—¿Qué significa una celebración como la del Día Mundial del Malbec?
Martín Kaiser: —Es muy importante para los productores de vino de la Argentina. Tenemos en nuestro país tres cuartas partes de la superficie mundial de esta variedad, lo que significa que somos referentes absolutos en la categoría. De alguna manera el Día Mundial del Malbec es un festejo del vino argentino.
Silvio Alberto: —Significa un gran día. Todos los argentinos debemos estar orgullosos de festejar una cepa como esta, que nos abrió la puerta de la casa de nuestros consumidores a través de un varietal que nos representa como una insignia que llevamos en el corazón, con todo lo que eso significa. Y también porque nos dio a conocer en todo el mundo: son muy pocos los países que son conocidos a través de un varietal.
Marcelo Miras: —Es una fecha muy especial para los que producimos y elaboramos este varietal y que distingue nuestra vitivinicultura nacional, sus vinos son increíbles, desde el norte (Salta, Jujuy), hasta nuestra Patagonia, pasando por el centro de nuestro país en Mendoza y San Juan, sumándose también las otras provincias productoras de Argentina.
Paula González: —El hecho de que el Malbec tenga un día particular para conmemorarlo es una muy buena iniciativa, ya que ayuda a la difusión y a su vez permite su posicionamiento y visibilidad en el mundo, demostrando el gran potencial de esta cepa.
Nicole Monteleone: —Creo que la celebración de este día es una oportunidad para seguir posicionando al Malbec argentino a nivel mundial. Yendo un poco a la historia, recordemos que se celebra en honor al 17 de abril de 1853, día en que Sarmiento presenta el proyecto para crear la Quinta Normal y Escuela de Agricultura. Para esto le encomendó a un Agrónomo Francés, Pouget, traer nuevos varietales, entre los que se encontró el Malbec.

—¿Cómo ves la actualidad de la cepa?
MK: —Veo muy bien la notoriedad que ha adquirido nuestro Malbec en Argentina y el mundo. La demanda que creció fuertemente desde fines de los 90 se ha consolidado. Por otro lado, la diversidad de regiones productoras y estilos no deja de crecer, haciendo cada vez más atractiva la variedad.
SA: La veo como una cepa que claramente sigue creciendo, que sigue siendo actual, que sigue siendo elegida por el consumidor, que tiene cada día más adeptos a los vinos con mucho color, con mucha fruta, con una delicadeza en boca, con taninos muy dulces; una variedad que es tan plástica, que se adapta a los distintos terruños, que permiten elaborar distintos tipos de vino, ya sean para el consumo diario, vinos concentrados o vinos ícono que van a perdurar en el tiempo.
Creo que el Malbec en la Argentina no es solo actualidad sino también futuro. Será siempre la punta de lanza que nos permitirá seguir abriendo mercados. Y la que permite que el mundo sepa que también podemos hacer muy bien otros varietales.
PG: —Considero que este varietal no tiene techo y ha tenido un gran impulso en los últimos años. El Malbec es una cepa inmigrante que ha explorado y se ha adaptado de manera destacada a los terroirs de las diferentes regiones vitivinícolas del país. Hoy es sinónimo indiscutible de la Argentina.

—¿Cuanto dirías que el varietal cambio en cuanto a elaboración y estilo en los últimos años?
MK: —Podemos decir que en los años ha habido un ligero pero constante cambio de estilo. Los vinos híper concentrados, cargados de barrica y de fruta muy madura de principio de este siglo han dado lugar a vinos equilibrados, con cierta frescura, elegantes, de madera bien integrada o ausente, y con fruta expresiva que son más transparentes al terroir donde se producen.
Para la elaboración hoy se usan puntos de cosecha más frescos, maceraciones más cortas y el añejamiento en mayor diversidad de vasijas. El predominio absoluto de las barricas de 225 litros ha dado lugar a otros formatos de mader, a como los pipones de 300 o 500 litros, los foudres, huevos y piletas de concreto.
SA: —Cambió, y mucho. A través del tiempo fuimos conociendo qué practica vitícola era la adecuada, ese conocimiento de cuál era la manera en que se iba a ir adaptando; y después empezamos a conocer los distintos terroirs, a ver de qué manera cada Malbec se iba adaptando a cada terruño a lo largo de la Cordillera.
A lo largo de los años fuimos aprendiendo de a poco ese manejo vitícola, cómo podarlo, cómo conducirlo, hasta después llegar a la bodega a interpretarlo, poder sintetizar lo que habíamos aprendido en el viñedo, cuál era la mejor forma de extraerlo, el uso de la barrica, las distintas técnicas de vinificación, cuál era el mejor roble, la llegada de las vasijas de cemento, de las ánforas de cerámica. Es decir, a lo largo de estos años el Malbec nos ha enseñado a interpretarlo.
PG: —En los últimos años se puede notar un cambio significativo en el estilo de los vinos, con una tendencia a expresar aún más las características del terruño de donde proviene el varietal. Hoy en día se busca un perfil de vinos más bien frescos, frutados, con buena concentración, pero donde la madera se encuentre en su equilibrio justo, no buscando su predominancia.
NM: —Creo que siempre se tuvo la idea que el Malbec era una variedad muy versátil, y actualmente con todo el estudio de suelos y ensayos que vamos haciendo para ver el comportamiento de la cepa en distintos tipos de suelos, clima, manejo de riego, canopia, etc., nos vamos dando una idea mas clara del perfil de vino que podemos obtener es distintas condiciones. Esto te da un abanico de componentes súper interesante a la hora de definir el vino que querés y podés hacer.

—¿Cuáles son tus Malbecs favoritos y cuáles entre los que vos elaborás?
MK: —¡Son tantos! Me gustan desde los exponentes con más notas florales y de fruta negra de la Patagonia, como Familia Miras, hasta los Malbec profundos y de gran boca de Piatelli, de Salta. Entre los que hacemos en Doña Paula me resulta difícil elegir. Disfruto mucho el Altaluvia Malbec por su elegancia y perfil aromático, y el Doña Paula Selección de Bodega por su complejidad y profundidad.
SA: —A mí me encantan los extremos: los Malbecs donde aparece la fruta; los que son frescos; el Malbec de todos los días. Pero obviamente al ir aumentando en esa concentración, en esa estructura, me va a dar la posibilidad del disfrute diario como así también poder disfrutar de distintos momentos. Mi preferencia personal de los que elaboramos nosotros está en el Enzo Bianchi Malbec 2020, me parece alucinante.
MM: —Mis Malbecs favoritos son los elaborados en nuestra bodega familiar. De otras bodegas, el Noemía Malbec, de Hans Vinding Diers.
PG: —Es difícil elegir cuando contamos con una paleta tan amplia de estilos y regiones donde se producen. Sí puedo decir que mi estilo personal de vinos está asociado a aquellos que presentan características fieles del terroir. Me gustan mucho los provenientes de climas fríos. Se puede apreciar muy bien las notas de frutas rojas frescas, violetas, hierbas aromáticas, especias y una textura en boca que los hace muy particulares.
Dentro del portfolio de Pyros Wines, el vino que más me cautiva desde el inicio, desde que probamos la uva en el viñedo hasta que lo embotellamos es el Pyros Vineyard Limestone Hill Malbec. Este vino reúne todas las características que considero importantes para poder expresar todo el potencial de este varietal.
NM: —Siempre me gusto mucho el clásico Malbec elegante, opulento, con taninos aterciopelados y fruta negra; pero el Malbec Kaiken Aventura Chacayes Norte (que se sale bastante del tradicional Malbec al que estamos acostumbrados) es mi favorito.

—El Malbec ideal, ¿es el que mejor expresa la variedad o el que mejor expresa la zona?
MK: —Para mí es aquel que se muestra de a poco en la copa. Que engaña al principio con una nariz austera para luego abrir un abanico de aromas. En particular me llaman la atención las notas herbales y minerales, que a menudo sorprenden. Por otro lado, en boca valoro sobre todo aquellos vinos donde la frescura de la acidez está balanceada con la dulzura típica de los taninos de esta variedad.
SA: —Creo que el Malbec ideal es el que el consumidor elije para un momento determinado. La plasticidad que tiene es la que nos permite elaborar los distintos estilos: tanto los de consumo diario como los más complejos y estructurados. Pero en el centro de la escena, como decimos siempre en Bianchi, está el consumidor.
PG: —Para mí, el que mejor expresa el lugar, sin por eso perder totalmente su varietalidad, por supuesto, cuando el lugar tiene mucho para expresar.
NM: —No sé si hay un Malbec ideal. Sí es verdad que hay varios estilos según la zona, manejo, forma de vinificar, y eso es lo interesante. Hoy en la Argentina hay grandes vinos, tanto de proyectos grandes como chicos, y gracias a eso hay excelentes Malbecs para todos los gustos y momentos.

—¿Cuál es el futuro del Malbec argentino, tanto aquí como en el mundo?
MK: —El futuro del Malbec en el mundo es difícil para mí predecir, pero me imagino nuevos valles produciendo vinos cada vez más interesantes. A nivel nacional, creo que sólo podemos esperar vinos más precisos, elegantes, expresivos y transparentes de su lugar de origen que sigan el camino emprendido de posicionar a la Argentina como país de grandes terroirs.
SA: —El futuro va a ser muy bueno, ya es una marca que nos va a segur representando en el mundo y permitiendo abrir más mercados. Y también nos permitirá seguir mostrando que la Argentina no es solo Malbec, sino que también tiene otros varientales: Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon y algunos Merlots realmente fascinantes. El futuro es muy promisorio: la gente lo sigue aceptando, lo sigue amando y se sigue sorprendiendo de que cada día aparezcan Malbecs diferentes, de terroir diferentes y con características muy distintas.
MM: —El futuro es hoy, con excelentes vinos producidos con este varietal y seguramente seguirá siendo así en el tiempo.
PG: —En la Argentina veo una consolidación cada vez mayor en la calidad y la expresión de terruños diferentes, que nos agregan diversidad dentro de la cepa. Y en el mundo, en base a lo logrado aquí, veo que comienzan a reconocer al Malbec ya no solo como una excelente opción de calidad-precio para todos los días, sino como un vino que puede jugar en las grandes ligas del vino de calidad mundial.