Entre la frugalidad y la desmesura: ¿Qué lugar ocupa la comida en tu vida diaria?
¿No es increíble el perfume de las frutas en verano? El de esos duraznos que se siente desde fuera de la verdulería, el de esas frutillas colosales, o ese melón que cuando lo probás lo es todo. Estallido de sabores, aromas que refrescan o traen recuerdos, colores que alegran.
La comida ocupa tantos lugares en nuestras vidas… Es vital, necesitamos alimentarnos para vivir; es emocional (¡ah, esos chocolates o helados que nos hacen compañía en “esos” días…!); es social: tantos encuentros, charlas profundas y declaraciones se dan en torno a una mesa. Y también está profundamente relacionada con nuestro bienestar y el de nuestro entorno.
Comer puede ser práctico o sensorial, criterioso o desbocado, medido o desmesurado, intrascendente o fundamental, o un poco de todo eso a la vez. ¿Tenés identificado qué lugar ocupa la comida en tu vida diaria?

La frugalidad
Te voy a contar un poco sobre mi manera, que es una manera de tantas pero que tiene que ver con las cosas que a lo largo de estos veinte años fui incorporando de la propuesta alimentaria del DeRose Method. Para mí, comer tiene que ser práctico pero divertido: colorido, sabroso, perfumado. Tiene que ser leve pero satisfactorio. Tiene que nutrirme, pero sin que eso me haga estar pendiente del tema. Y, de preferencia, ocupar su lugar exclusivo sin solaparse con reuniones, tareas y otras actividades (lo que a veces es posible y a veces no, pero lo importante es no dejar que se instale el hábito de comer haciendo otras cosas).
De todas maneras, el tema que hoy salió en el bolillero es la frugalidad, palabra que me da risa, por cómo suena y porque creo que en cierto punto me seduce más la desmesura, aunque para el caso de la comida, lo frugal me parece apropiado. ¿Cuál es mi medida? Un plato de comida. Y si me dan ganas de repetir, la pregunta es ¿quién quiere repetir?, ¿mi estómago?, ¿o mi plano emocional? A los dos les puedo dar el gusto, pero de ser así intento que sea a conciencia.
Hay días en que preciso estar ágil mentalmente y físicamente, entonces comer dos platos de comida me jugaría en contra. Pero si mi emocional quiere cariño, negocio con salir a tomar algo a la tarde, o darle algún otro gusto. Mi regla personal es una porción que satisfaga el estómago (en sentido amplio, que me llene y me dé energía) y los sentidos, y después resolver con el emocional cuál sería el “postre”: ¿un café a la tarde?, ¿salir a pasear un poco?, ¿leer algo que me guste?, ¿escuchar una canción que me encante?

Poca cantidad, mucha calidad
La alimentación es algo personal y hay muchas maneras distintas de implementarla. En mi caso, el disfrute es una variable que quiero preservar. Hay una regla que el Profesor DeRose menciona muchas veces y a mí me sirve un montón: poca cantidad, mucha calidad. Hablando de todo un poco y teniendo pensamientos random diría que, además, una comida tiene que permitirte seguir después con tu vida, hacer lo que quieras: hoy, para mí, hacer lo que quiera es leer unas páginas de un buen libro a la tardecita, aunque escribir este texto inspiradamente también puede ser. Si hubiese comido dos porciones, probablemente no habría hecho ninguna de esas dos cosas.
Texto: Lucía Gagliardini