Fiorella Bottaioli: "Para mí, protagonizar La Uruguaya fue una revolución muy zarpada"
El primer gran salto de la actriz que, al otro lado del Río de la Plata, soñaba con actuar en Floricienta y Casi ángeles. Elegida entre 750 postulantes por el voto de 1.961 socios productores y dirigida por Ana García Blaya, interpreta a Guerra en la adaptación del best seller de Pedro Mairal.
Fiorella Bottaioli viene trabajando desde hace tiempo en publicidad y protagonizó la película Tan frágil como un segundo (Santiago Ventura, 2014), pero La uruguaya, una de las producciones más esperadas de 2023, es ese punto de inflexión que toda carrera demanda. Dirigida por Ana García Blaya, la adaptación del best seller de Pedro Mairal trata sobre un hombre de cuarenta años (Sebastián Arzeno) que viaja impulsivamente a Uruguay para volver a ver a Guerra, una enigmática joven que lo cautivó.
En esta película llevada adelante con el método de financiamiento colectivo que caracteriza los emprendimientos de Hernán Casciari, casi 2.000 socios productores intervinieron en las vicisitudes del rodaje, incluyendo las tres rondas de casting y la votación para seleccionar a los dos protagonistas de entre 750 postulantes.
“A mí me contacta, justamente, uno de los 1.961 productores. Tres meses antes de que empezaran las pruebas, me había visto en YouTube en un video que tengo subido, y me dijo 'tenés que ser la protagonista de la película’”, cuenta la actriz como en una reivindicación de la niña que le pedía insistentemente a su papá que la grabara cuando cantaba, bailaba o actuaba.

Fiorella se puso a investigar sobre el libro y la producción. “Tengo que prepararme para este casting”, pensó, y los meses siguientes le sirvieron para leer cinco veces La uruguaya, hacer un análisis detallado y estudiar minuciosamente a la protagonista de esta historia.
–¿Cuándo supiste que querías ser actriz?
–Lo supe desde muy chiquita. A los cinco años empecé a tocar el teclado gracias a un docente espectacular que me enseñó las notas con colores, era como una niña medio genio en el teclado y toqué hasta los trece, por eso siento que desde muy chica fui recibiendo estímulos. Mi tío tenía una escuela de danza a la que fui desde muy chica también, entonces siempre estuve muy ligada al canto, al baile, a la actuación, y todo el tiempo le pedía a mi viejo que me grabara. Consumía mucha tele, me llegaba todo lo que se hacía en la Argentina, Floricienta, Casi ángeles... yo soñaba que era una más del elenco. Tengo muchos videos, uno a los tres años, en una de esas fiestitas finales, cantando “Los patitos muy contentos”, y de repente estoy en un rincón y lo miro a mi viejo. Ese es el video que un poco define los comienzos de mi carrera, a los tres años. Pero el momento en el que decido profesionalmente empezar con esto vino mucho después, porque estaba en publicidad y había hecho una peli y todo, pero siempre desde lo intuitivo; creo que así conseguí el papel, fui muy natural y el papel iba conmigo. Pero después de eso dije ‘tengo que estudiar’. Ahí senté cabeza, hice la carrera y ese fue el momento en donde pensé que estaba más que comprobado que esto era lo que quería para el resto de mi vida.
–¿Qué descubriste en Guerra?
–A Guerra la veo como a una mujer de armas tomar, eso lo dice Pedro Mairal literalmente en el libro, que es muy descriptivo y muy gráfico, entonces todas las cualidades del personaje están volcadas en el papel. Es una mujer muy plantada. Yo me inventé la biografía, me imaginé que era de Aries o Tauro, medio terca, sobradita también, ahí tiene algo de Tauro, y siento que es una mujer que anduvo medio tirada a nivel familiar, entonces se las tuvo que ingeniar sola y se fue curtiendo en la vida y eso la hizo generar cierta fortaleza, siento que es muy inteligente.

–¿Cómo la ves a Guerra como protagonista femenina, en relación con la producción cinematográfica de la región?
–Haber podido protagonizar una película con este personaje, hoy en día, es para mí muy importante, porque estuvo muy ligado a un proceso personal que como mujer vengo haciendo, una revolución muy sarpada y muy linda, con el lugar que la mujer siempre tuvo que tener. Guerra un poco lo expone en la película y más en la versión de Ana, que le da el tinte que todos queríamos ver, así que me sentí muy cómoda con el personaje porque sentí que tenía muchas herramientas mías, para poder meterlas, trabajarlas y después matizarlas desde el lugar del personaje, y hacer un poco el diferencial y caracterizar. Siempre me sentí muy cercana a Guerra y siento que personajes femeninos como ella hacen falta, muchos, y por suerte en el cine se están haciendo cada vez más.
“Me sentí muy cercana a Guerra y siento que personajes femeninos como ella hacen falta, muchos, y por suerte en el cine se están haciendo cada vez más.”
–¿Cambió mucho tu personaje desde que lo imaginaste cuando leíste el libro hasta el rodaje de la película?
–No, la esencia siempre estuvo, pero sí con esa cuota de humanizar a Guerra, de encontrar profundidades, que eso también lo encontré con Seba en las escenas, y con la perspectiva de Ana, que modificó un poco lo que decía el texto, el guion, aunque siempre estuvo la esencia del personaje; en el casting también.
–¿Sensaciones que recuperaron al verla con gente?
–No tuvimos la instancia previa que a Ana le hubiera gustado, por un tema de pandemia. Nos conocimos con Seba unos días previos a grabar, cuando él se instaló en el hotel donde se estaban quedando todos, y cuando nos vimos fue una instancia re linda porque ya se sabía que nos íbamos a caer bien.

“Tal vez la parte más desafiante fue que había mucha gente presenciando el rodaje porque quería compartir y porque además, como productores, tenían el derecho de estar ahí.”
–Pero podía pasar que no.
–Podía pasar que no, totalmente. En la primera impresión por esa instancia del casting por Zoom se había dado todo como para que nos cayéramos bien, y eso sucedió. Después empezamos con el ensayo de algunas escenas bastante desafiantes, porque muchas veces eran largas, y todo fluyó bien, armamos un equipo. Tal vez la parte más desafiante fue que había mucha gente presenciando el rodaje porque quería compartir y porque además, como productores, tenían el derecho de estar ahí. Con Ana y con Seba hicimos un súper trío de trabajo en donde generábamos una burbuja de concentración para poder hacer las cosas bien y trabajar bien.
–¿Sos buena anfitriona? ¿Mostraste la ciudad?
–Sí, hicimos las caminatas del recorrido de la película. A mí lo que me gusta mucho es que la nafta, la energía, estaba, y ponerla a merced del trabajo y llevarla a algo de seducción, del vínculo que tienen ellos, es divino. Porque, además, después la cámara corta y seguimos el vínculo. Algo anecdótico es que el día que encaramos la primera escena juntos, la de la playa, el beso, la de sexo, no fue para nada complicado. Generalmente, para esas escenas se reduce el equipo, pero todo fue con mucho respeto y fluyó mucho, fluyó muy bien todo.
–¿Qué significa para vos La uruguaya?
–Una materialización de todos los años trabajados. Si lo tengo que resumir es como el lugar en donde pude volcar lo que hasta hoy vengo laburando como actriz.