Axel Kuschevatzky repasa el camino que llevó a "Argentina, 1985" a estar nominada al Oscar 2023

Ahora sí: el hombre que más sabe de Hollywood va por su segundo Oscar. En el rol de productor, el filme que retrata el juicio a las juntas militares acaba de ser seleccionada para competir en en la categoría Mejor Película En Lengua No Inglesa. 

“And the Golden Globe goes to… Argentina, 1985”, se escuchó en el Hotel Beverly Hilton de Los Ángeles, California, y la marea de aplausos llegó hasta la otra punta de América. El cine argentino consiguió su tercer Globo de Oro, y justo en frente del escenario, con sus típicos anteojos de marco negro, el productor Axel Kuschevatzky saltó del asiento para recibir la noticia boquiabierto. “Genuinamente no lo esperaba”, escribió en Instagram días más tarde.

Hace tiempo que Axel transita por las alfombras rojas de la industria del entretenimiento. El ex niño fanático de las películas, que fundó su propio videoclub en la época del VHS y le dio vida a la revista La Cosa Cine en 1995, desde hace más de una década conduce la previa de los premios Oscar por TNT para toda Latinoamérica, rodeado de las más grandes estrellas de Hollywood. “Incluso al día de hoy, nunca dejé de ser periodista de cine”, dice desde Culver City, la ciudad estadounidense que eligió para instalarse junto a su familia y seguir creciendo, aún más, en lo suyo.

Ahí mismo abrió la productora Infinity Hill Films, que triangula entre Los Ángeles, Londres y Buenos Aires, junto a sus socios Phin Glynn y Cindy Teperman. Aunque admite que “no tenía un plan para conquistar el universo” y que hacer películas “era una fantasía muy lejana”, hoy es uno de los productores argentinos más exitosos: ganó un Oscar con El secreto de sus ojos, fue parte de Relatos salvajes (nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera en 2014) y hoy vuelve a ilusionar a un país con Argentina, 1985. Las claves del éxito, en este mano a mano con EPU.

Kuschevatzky ganó un Oscar con El secreto de sus ojos, fue parte de Relatos salvajes (nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera en 2014) y hoy vuelve a ilusionar a un país con Argentina, 1985.

–Antes que nada, felicitaciones por el Globo de Oro y por todo lo que está pasando a nivel mundial con Argentina, 1985. El último premio acá se festejó como un gol.

¡Sí! No creas que porque estoy lejos… Yo estoy todo el tiempo viendo qué pasa en la Argentina, a pesar de vivir en otro huso horario y a 14 horas en un avión. La gente cree que cuando te vas a otro país desaparecen todas tus preocupaciones argentinas, y en realidad lo que hacés es sumar preocupaciones. Yo sé a cuánto está el dólar, por ejemplo, no porque me afecte en mi vida acá sino porque sigo trabajando a distancia. También sé quién es Alfa de Gran hermano (se ríe).

–La esencia está intacta.

La esencia argentina, que, básicamente, es preocuparse todo el tiempo (se ríe).

–Una vez más estuviste presente en una alfombra roja. Me imagino la cantidad de historias que debés de tener.

–Miles, llevo casi 20 años haciendo esto. Me pasaron cosas del estilo… no sé, pedirle a George Clooney que me bancara, que estábamos por salir al aire y que el tipo me hiciera la gamba. Después yo me hacía el sorprendido, tipo: “Opa, miren quién está acá”. Y George Clooney entraba de la nada y decía: “¡Hola!” (se ríe). En la alfombra roja todo el mundo está laburando. Tratan de divertirse, pero están ansiosos por las nominaciones. Así como también hay gente que está incómoda y dice: “Prefiero estar en mi casa con pantuflas”. Todo el tiempo te encontrás con esa dicotomía de que cualquiera que está en la alfombra roja se está sintiendo no solo observado, sino también evaluado.

"Llevo casi 20 años en la Alfombra Roja. Me pasaron cosas del estilo… no sé, pedirle a George Clooney que me bancara, que estábamos por salir al aire y que el tipo me hiciera la gamba."

–Debe de ser difícil estar ahí.

–Sí, hasta la mayor estrella de Hollywood en ese momento está esperando que digan su nombre. El que se hace el superado está mintiendo.

–Acabás de pasar por ese momento con Argentina, 1985, que también está preseleccionada para competir como Mejor Película Extranjera en los Premios Oscar. ¿Qué pensás que fue lo que la llevó a competir tan alto?

–Creo que tiene que ver con que es una película emocionante, entretenida, pero sobre todo es una película sobre la democracia, que habla sobre la justicia, y me parece que eso la universaliza. Es algo que la hace conectar con muchos países, porque en varias naciones hay situaciones de heridas no resueltas, de demanda de justicia, de asimetría en el poder, y la película habla de cómo hay que juzgar a las personas que hacen abuso de poder.

Y, por otro lado, cuando tenés a Ricardo Darín, a Peter Lanzani, a Alejandra Flechner y a un elenco como este, es muy fácil identificarse con ellos. Son tan humanos en lo que hacen que te generan una empatía automática.

"Argentina, 1985 es una película sobre la democracia, que habla sobre la justicia, y me parece que eso la universaliza. Es algo que la hace conectar con muchos países, porque en varias naciones hay situaciones de heridas no resueltas."

–Vos fuiste productor asociado de El secreto de sus ojos, la última película argentina ganadora de un Oscar. Con la excepción de Relatos salvajes, ¿por qué pensás que no hubo otras películas argentinas nominadas en estos diez años?

–Dejame que lo vea de otra manera. México, en toda su historia, tiene un solo Oscar a Mejor Película Extranjera. Este año, 92 países mandaron películas. No es tan fácil quedar (se ríe). No basta con que una película sea muy buena, tiene que ser una película fuera de lo común, en un contexto donde además se destaque. La Argentina ha mandado películas extraordinarias y no quedaron. ¿Por qué? Porque los académicos consideraron que había otras con las que conectaban más. La Academia tiene más de siete mil miembros que votan lo que sienten, no hay una lógica.

–¿Me contás cómo es el proceso de selección?

–Hay una primera ronda en la que, quienes optan por votar, tienen que ver ocho películas. Las ubican de mayor a menor, y las que tengan más coincidencias son las primeras quince preseleccionadas. Después, queda la segunda ronda, que es la que estamos viviendo ahora, en donde los votantes tienen que ver sí o sí esas quince películas. El 24 de enero se anuncian las cinco finalistas, y ahí cualquiera que sea miembro de la Academia puede votar, no tiene que demostrar que vio todo. Por eso la idea de que alguien pueda hacer una película para ganar un Oscar es ridícula: no hay manera de controlar todos los pasos en este camino. No es que vos podés programar una máquina y del otro lado sale una película oscarizable.

–Se tienen que alinear los planetas.

–Lo que está pasando ahora, y no lo digo bajándole el precio a la película o por falsa humildad, es alucinante, es un regalo estar entre esas quince. Que Argentina, 1985 esté entre las quince mejores películas del mundo, ¡wow! Es espectacular en sí mismo. Sabemos que tenemos el 33,3% de posibilidades de entrar en la lista definitiva, ahora lo que nos queda es que la gente la vea, porque confiamos en la película que tenemos.

"La idea de que alguien pueda hacer una película para ganar un Oscar es ridícula: no hay manera de controlar todos los pasos en este camino. No es que vos podés programar una máquina y del otro lado sale una película oscarizable."

A pesar de este gran presente, Axel recuerda que en su infancia el universo cinematográfico le parecía inalcanzable. “En la Argentina no se hacían muchas películas por año, y las pocas que se hacían no me gustaban. Te llevaban al cine y en una pantalla gigante veías Star Wars, la vida te indicaba que estabas en un universo absolutamente distante, que no había punto de relación entre vos y la gente que había hecho esa película”, explica.

¿Cuál fue el clic que hizo para entender lo contrario? Una charla con su amigo Juan José Campanella. “Cuando trabajaba en el área de programación de Telefe, un día en 2007 se me acercó y me dijo: ‘Yo creo que vos serías un muy buen productor de cine’. Él, que ya había estado nominado al Oscar por El hijo de la novia, vio en mí lo que yo no me animaba a ver. En ese momento yo tenía un trabajo interesante, decidía qué películas comprar y qué películas poner al aire, viajaba, cubría cine, entrevistaba gente, pero no me animaba a dar el salto y ser productor, tenía pánico de hacerlo todo mal, de fracasar. Ese día volví llorando a casa y le dije a mi mujer: ‘No sabés lo que me pasó’.”

Hoy, como productor, supera las 80 películas. Y la vida también lo llevó a desarrollar una especie de carrera paralela haciendo doblajes. Además de haber hecho voces en éxitos como Mi villano favorito, Cars o Metegol, acaba de estrenar Gato con botas: el último deseo (Universal / DreamWorks), donde le tocó interpretar al personaje de Papá Oso. “Lo que tiene el doblaje es que te toma menos tiempo que otros proyectos. Algunos te llevan meses, años, y para el doblaje necesitás un par de sesiones nada más. Además, me gusta mucho la animación. Tengo sobrinas más chicas y me encanta saber que hay un mundo de gente que va a ir al cine y se va a divertir con ese laburo.” Una bocanada de aire entre tanto trabajo. Aunque la risa no le falta, porque su esencia es esa: “Yo me divierto mucho con todo”.

Además de haber hecho voces en éxitos como Mi villano favorito, Cars o Metegol, acaba de estrenar Gato con botas: el último deseo (Universal / DreamWorks), donde le tocó interpretar al personaje de Papá Oso.

–Gato con botas: el último deseo se estrenó en cines a nivel mundial. ¿Qué pensás de la gente que dice que las plataformas de streaming van a matar al cine?

Es la misma gente que decía que la televisión, la videocasetera, el DVD e Internet iban a matar al cine. Y el cine bastante se la banca, eh, porque ya pasó una pandemia y sigue estando ahí. Todas esas lecturas son poco realistas, la verdad es que todo convive. Yo no siento esa fricción que mucha gente siente. 

–Mirando para atrás, ¿cuál creés que fue el punto de inflexión en tu carrera?

–Definitivamente, ese almuerzo con Juan José Campanella. Es muy importante para todos la mirada de alguien que te valide, porque yo durante mucho tiempo tuve un deseo dormido. A veces es un profesor; a veces es un amigo; a veces es un jefe; a veces, un papá. Todos necesitamos que alguien venga y vea ese potencial que tenemos y no nos animamos a asumir. Me parece que ese es un gran favor que les podemos hacer a todos, ayudarlos a encontrar su propia voz.

Fotos: @maritedejesus

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