Bangladesh, el otro Campeón del Mundo

Origen y curiosidades de un amor que nació de la mano de Dios y se consagró con el Mundial de Messi y de la Selección argentina. 

Hay algo junguiano en esta estructura compartida por el inconsciente colectivo criollo y el de los bangladesíes. Es loquísimo pero ahí está: la euforia irracional, las banderas bien altas en los techos de casas y edificios, la obsesión por Diego y por Leo, la militancia epistolar de unos colores que no son los suyos pero que sienten como propios. “Nosotros también fuimos colonizados”, podría llamarse esta amistad.

Unos 17.050 kilómetros separan a Buenos Aires de Dacca, la capital de Bangladesh, un país emplazado al sur de Asia que limita con la India y Birmania. Queda lejos un país del otro, sí. Sin embargo, ese cúmulo de kilómetros no impidió que nuestros instintos, arquetipos y representaciones entronicen un símbolo mancomunado. Por eso, hace tiempo que Bangladesh viene haciéndose eco del grito sagrado.

Bangladesh es el octavo país más poblado del mundo (unos 151.125.000 habitantes, según los últimos datos de 2020) y allí se habla bengalí, se profesa el Corán, se come arroz y también curry. Por ahí, su Selección de fútbol se erige como una de las peores del continente (no, nunca se clasificaron a una Copa del Mundo) y el deporte más popular (apenas por arriba del fútbol) es el cricket.

Unos 17.050 kilómetros separan a Buenos Aires de Dacca, la capital de Bangladesh, un país emplazado al sur de Asia que limita con la India y Birmania.

FÚTBOL Y REDES

Ante la sorpresa de nuestros 48 millones de habitantes, fueron las redes sociales (principalmente Twitter) las que nos mostraron que en Asia del Sur tenemos a otras millones de almas bancando a la celeste y blanca. Largas banderas, calles salvajes: Bangladesh hincha por Argentina.

Y el ovillo de esta historia nació allá lejos y hace tiempo, cuando la India y Bangladesh todavía formaban parte del Imperio británico. Los ingleses reglamentaron el fútbol en 1863 y se los sindica de “creadores del deporte”. Por eso, el fútbol también se popularizó en todas sus colonias.

En aquel entonces hubo partidos entre equipos domésticos y equipos del ejército británico que metabolizaron una idea poderosa: había que ganarles, también, por lo extradeportivo, por llevar adelante una lucha –por otras vías– frente a la colonización. El fútbol como herramienta redentora.

Tras la independencia de Bangladesh, en 1947, el fútbol continúo siendo popular en el país, aunque sin una fuerza económica que pudiera desarrollar todavía más su fanatismo. Profesionalmente, participaron de algunos Juegos Olímpicos (aunque sin demasiada trascendencia) y las ligas locales nunca lograron sintetizar la suficiente pasión ni protagonismo.

Por la tangente, sumidos a una historiografía peculiar, hay quienes dicen que la relación platónica de Victoria Ocampo con el escritor, poeta y filósofo bangladesí Rabindranath Tagore (Premio Nobel de Literatura en 1913) podría haber sumado algunos porotos. San Isidro como cueva de amor internacional. Luego, además, vino el apoyo diplomático argentino a la victoria en la guerra de liberación por la independencia de Bangladesh. Va naciendo un mito.

Hay quienes dicen que la relación platónica de Victoria Ocampo con el escritor, poeta y filósofo bangladesí Rabindranath Tagore (Premio Nobel de Literatura en 1913) podría haber sumado algunos porotos.

DIEGO, EL MISMO AMOR

Así las cosas, fue el Mundial de 1986, con Diego Armando Maradona coronado de gloria, el que determinó que debían bancar a la República Argentina. Las lágrimas corriendo por las mejillas de los ingleses, sus colonos, fueron determinantes para fidelizar esta idea. La Argentina, que venía de aguantar los embates de Gran Bretaña en las islas Malvinas en 1982 y que supo derrotar a las expediciones militares británicas de 1806 y 1807, se ensanchaba como un héroe: deportivo y de los otros.

Aquel fue el primer Mundial que los bangladesíes vieron por televisión. Fue el Mundial de la final con Alemania, pero más fue el del mejor gol de la historia de la Copa del Mundo y el de “la mano de Dios”. La genialidad y la picardía. La herida fresca del conflicto bélico tornó todo más intenso. En ese sentido, los bangladesíes saborearon esa victoria como propia ungidos en el deseo de devolverles algo de veneno a quienes los hicieron sufrir y, por consiguiente, de bancar a sus nuevos amigos.

Fueron los medios de comunicación locales los que hicieron crecer la narrativa de la Argentina como país aliado, como el pueblo portador de esa fuerza irrefrenable capaz de luchar frente a frente contra el poderosísimo Imperio británico. Era el fútbol del Tercer Mundo venciendo al tradicional dominio europeo. Era el chico contra el grande, era David contra Goliat. A la sazón, con el tiempo, los resultados de nuestro fútbol acompañaron esa sintonía y, en rigor, aquel sentimiento de pertenencia todavía perdura hasta nuestros días.

Fueron los medios de comunicación locales los que hicieron crecer la narrativa de la Argentina como país aliado, como el pueblo portador de esa fuerza irrefrenable capaz de luchar frente a frente contra el poderosísimo Imperio británico.

En su reverso, es por Edson Arantes do Nascimento, Pelé, pero fundamentalmente por el Mundial de Estados Unidos 1994, que la otra mitad de Bangladesh banca a Brasil. Son otras las razones, también increíbles, también hermosas: los jóvenes pobres podían convertirse en superestrellas del fútbol global. La favela como espejo de sus barrios populares, la esperanza de salir de abajo y llegar arriba.

EL NUEVO HÉROE

Y aterrizó Messi, el mejor jugador de fútbol de la historia. Argentina sumaba, una vez más, otro pretexto para que los bangladesíes se volvieran locos con nuestro país. Camisetas truchas, tótems de cartón: la fiebre por Leo hizo subir la temperatura de Bangladesh, y el Mundial de Qatar significó un nuevo vaso comunicante entre las dos naciones.

Por estos días, aprovechando el envión, un grupo de hinchas argentinos lanzó una petición en la plataforma Change.org para reconocer a Bangladesh, la India y Pakistán como “hinchada oficial” de la Scaloneta. De hecho, se estima que el 70 por ciento de los bangladesíes banca a la Selección argentina. “En Bangladesh están contentos de salir a cada rato en la tele argentina. Dicen: ‘Por fin, tanto esfuerzo valió la pena. Levantarnos temprano para ver los partidos. Por fin nos escucharon’”, dice Roma, una bangladesí que vive hace trece años en la Argentina, a IP Noticias.

Mientras tanto, tras la victoria de Argentina frente a México por 2 a 0, en la televisión local, una periodista salió al aire con la camiseta alternativa. Y en las calles, de madrugada, una fiesta popular. Hubo ruido, hubo motos, hubo abrazos, hubo bocinazos, hubo cánticos inventados. Hubo que verlo para creerlo. En Qatar, los hinchas bangladesíes se sumaron a la escudería criolla, aún con un idioma de distancia, unidos en el mismo sentimiento: apoyar a la Scaloneta.

La bancada de los bangladesíes llegó, incluso, al director técnico de la Selección argentina, Lionel Scaloni, quien antes del partido con Australia se refirió al tema: “La camiseta de la Selección transmite desde hace años una locura por los colores y la pasión argentina. Antes con Diego y ahora con Leo. Es un orgullo que un país como Bangladesh hinche por nosotros. Intentaremos dar el máximo. Gracias a la gente de Bangladesh”.

Incluso, el 1º de diciembre, la cuenta de Twitter oficial de la Selección envío un tuit al respecto: “¡Gracias por el apoyo a nuestro equipo! ¡Están re locos como nosotros!”, acompañado de tres imágenes llenas de pura euforia albiceleste. Unos días después, la cuenta de AFA en inglés se despachó con una imagen photoshopeada de Lionel Messi sosteniendo la bandera verde y roja de Bangladesh.

El enemigo en común. La antinomia. La pasión rebalsada. Los goles de Maradona, la existencia de Messi. Después de cada partido de Argentina, las redes se inundan de videos con manifestaciones populares llenas de colores vivos, colores nuestros. Alguien se anima a sugerir que resulta necesario que se fortalezcan las relaciones diplomáticas, que se haga crecer un turismo a dos aguas, que se siga cultivando esta relación con estos hermanos de distintos padres y madres. Bangladesh, el país más argentino del planeta.

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