Joan Manuel Serrat: “Me despido de los escenarios pero no de la gente”
Su relación de más de medio siglo con la Argentina, las razones de su partida de los escenarios, el armado de esta gira que lo trajo nuevamente al país, la importancia de los amigos, la pandemia, la vigencia de sus canciones y hasta un posible podio con sus mejores obras fueron algunos de los temas que tocó este mediodía Joan Manuel Serrat durante la conferencia de prensa que el cantautor español de 78 años dio en el Teatro Astros, como prólogo al comienzo del tramo argentino de su gira de despedida “El vicio de cantar 1965-2022”.
El punto de partida de sus actuaciones se dará el sábado en el Autódromo de Rosario, continuará el martes 8 en el estadio Mario Kempes, de Córdoba, y entre el 19 y el 29 de noviembre será el turno de los cinco conciertos en el Movistar Arena de la ciudad de Buenos Aires, con entradas completamente agotadas. De buen talante, vestido de impecables saco gris, camisa azul y jeans, el artista nacido en el barrio barcelonés de Poble Sec se prestó a las preguntas de los periodistas durante más de una hora.
De entrada comentó que su corazón “está tranquilo” y que llega para despedirse “de los escenarios pero no de la gente”. En cuanto a su reconocida relación de más de 50 años con la Argentina, se refirió a los rituales que vuelve a cumplir cada vez que vuelve. “Tengo tendencia a recorrer lugares que he visto modificarse, a veces con alegría y otras con una profunda nostalgia, y lo voy a seguir haciendo”. Puntualizó que es un gran recuerdo el que le quedó de aquel concierto gratuito que dio en 1992 en la Plaza de los Dos Congresos, pero dejó en claro que no puede destacar un momento “sin dejar de lado a otros”.
Se catalogó, entre risas, como “un buen teórico del asado”, aunque aclaró que tanto la típica comida argentina como el fútbol (es un reconocido hincha de Boca Juniors) y el tango no son los únicos factores de unidad entre él y los argentinos.

EL POR QUÉ DEL ADIÓS
Consultado sobre los motivos que lo llevaron a encarar la última gira de su carrera, comentó que obedece a muchos factores. Una de ellas fue la grave caída de sufrió su colega y compañero de gira Joaquín Sabina en febrero de 2020 mientras cumplían una actuación en Madrid en el marco de su 3ª gira en conjunto.
“Aquel día empezó una necesidad de aclarar el futuro, y de alguna manera saber dónde estaba parado yo –relató- Después de eso apareció la terrible pandemia de la covid, que nos encerró, y todo cambió en nuestras vidas. En mi caso me tuvo recluido en casa. Nos cerraron los teatros y los lugares de actuación y eso me fue apartando de la cotidianeidad con el oficio. Todo esto fue provocando un distanciamiento”
“Veía que el tiempo se me acortaba, entonces me plantee que quizás era un buen momento para decidir plantear una última gira cuando se pudiera y dejar este buen sabor de boca que tengo con mi oficio, con la gente, con la música y con todo lo que me ha ocurrido”.
Respecto de la serie de conciertos que se inició a fines de abril en el Beacon Theatre de Nueva York y también pasará por escenarios de Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Costa Rica, España y Uruguay, dijo: “Encaramos una empresa difícil pero afortunada, porque nos salió muy bien. Y fue fantástico porque he podido debutar en Nueva York y terminaré en Barcelona. No he contado los conciertos que hemos contratado, no he contado los que he hecho ni contaré los que me quedan por hacer, lo que es una actitud totalmente defensiva ya que es una gira hecha de trampas, de emociones, de nostalgias, de sentimiento tremendo de alejamiento de algo que ha sido mi vida y me ha hecho muy feliz. Viví cada uno de los conciertos como el último que hice”
LA VIDA, LA MÚSICA
“Cada día que subo a un escenario canto canciones que, en muchos casos, tienen que ver con el lugar en donde estoy y las imágenes aparecen en mi cabeza”, dijo cuando se le preguntó por el oficio que lo ha llevado por todo el mundo. Un trabajo que tuvo comienzo, sin que él lo sospechara, aquel día en que su padre, Josep, le regaló su primera guitarra. “Venía con un maletín en una mano y la bolsa con la guitarra en la otra”, recordó. “Lo primero que hice fue sacarle el maletín. Siempre que te regalen algo que añoras la emoción es inmensa”, reflexionó.
Ese camino de vida también estuvo jalonado por los amigos, a los que considera parte fundamental de ese recorrido. “Fueron ellos lo que me ensañaron a querer,, mirar comer, hablar, entender. Los amigos son los que generan las curiosidades y los que te aclaran las muchas confusiones que puedas tener. Aparte son los que te dan todo sin pedirte nada”.
También dejó en claro que el mundo de la música lo perderá solo como animal de escenario (“un lugar donde he sido feliz”). Pero se apuró en declarar con firmeza que no dejará "de componer, de escribir, de vivir, de amar. Sí dejaré de dar entrevistas, a las que no extrañaré para nada (risas). Me gusta la charla, pero no me gustan los interrogatorios, o cuando me preguntan absolutamente de todo, cuando claramente no sabemos, ni el que me pregunta ni yo, de nada”.

Ante la requisitoria de periodistas llegados de Rosario, recordó con cariño a su amigo, Roberto Fontanarrosa. Una relación que este viernes 4 de noviembre, cuando el cantautor ya esté instalado en la ciudad para su actuación del sábado, quedará institucionalizada en una placa conmemorativa de la amistad que los unió. Será en la esquina del emblemático bar El Cairo y la intersección será bautizada con el nombre “Fontanarrosa Serrat”.
Consultado sobre la importancia de los cantautores en la escena actual, y llevado al hipotético caso de que su trabajo hubiese comenzado en estos tiempos, teorizó: “No sé como sería porque no sé tampoco cuáles serían los fundamentos que me llevarían. Yo he sido resultado de un tiempo y de unas circunstancias, que son los que me hicieron tomar ese camino. Seguro que si no hubiesen existido Raimon o Paco Ibañez yo no hubiese tenido referentes interesantes, o si no hubiesen existido Brel, Aznavour y Brassens tampoco, o si no hubiera existido la música italiana de los 60. Cada uno recibe una herencia”.
Y hablando de herencias, luego de reconocer con sinceridad que algunas de sus canciones “han envejecido bien y otras no han resistido el paso del tiempo”, se prestó al juego de escoger tres temas de toda su carrera. Eligió en primer lugar “Aquellas pequeñas cosas” (del disco “Mediterráneo”, de 1971), y de entre los gritos de los periodistas, que le nombraban temas de todas las épocas, rescató “De vez en cuando la vida” (perteneciente a “Cada loco con su tema”, de 1983), Como tercer título, se acordó de una de sus canciones más queridas, siempre presente en sus recitales y grabada en 1968 en su catalán natal: “Canço de matinada”.
Fotos: Gentileza Raquel Flotta Prensa & Comunicaciones (fotógrafo: Martín Bonetto) - Télam