La Coneja China, la DJ que fue catequista y siente la cumbia en los pies: "Trato de hacer del mundo un lugar menos hostil para todos"
La Coneja China y/o Ana Moreno Hueyo va de baile en baile. Su vida tiene un ritmo vertiginoso que ella misma aprendió a llevar. Y lo hace con un estilo propio. Entre su rol de emprendedora y empresaria de moda, a través de sus remeras, esas que visten y vistieron a tantos con frases que hasta entonces no se animaban a expresar, y como madre de dos hijos.
Entre su disciplina nivel samurái de entrenamiento diario y sus noches de DJ y productora de eventos, como “Cumbia y Flores”. La Coneja sube a un escenario y hace sonar cumbias y canciones que despiertan adrenalina y algarabía en la mayoría de los mortales. En esta charla, surge un line up de temas random, para conocerla más allá de su cuenta de Instagram.

–Hablé con vos en 2018. Si me tuvieras que hacer un “te lo resumo así nomás”, ¿cambiaron muchas cosas en tu vida?
–Creo que no hay nada que no haya cambiado. Todo, absolutamente todo. Para mejor, gracias a Dios. Ayer vi un meme que decía: “Mi única competencia es mi yo del pasado”. Siempre para adelante, sobre todo para adelante.
–De repente se institucionalizó en tu vida lo de ser DJ. ¿Cómo fue ese proceso?
–Me pasa que es muy recíproco lo que sucede al estar ahí haciendo que la gente se divierta. La devolución energética es instantánea. Es como una vampirización, pero también un win-win, no es de un solo lado. Es disfrutar el momento, la alegría de los que están ahí. La gente agradece mucho eso.
–Aparte sos una DJ que baila.
–Bailo a pleno, me encanta. Yo nunca me imaginé que la vida podría ser así de fantástica, y lo disfruto.
–Te moviste mucho para que suceda también, ¿no? Tenías un trabajo que no te gustaba.
–Sí, era muy hostil. Yo tenía un jefe que tenía un control absoluto sobre mi persona. Todo era una cuestión de vida o muerte.
–Aun en la noche, en la fiesta, ¿sentís que hay reglas?
–La regla es tomarlo como es: diversión sin joder a nadie. Tus derechos terminan donde empiezan los derechos del otro. La regla es: “Divertite, pero no jodas a nadie y cuidate”.
–¿Qué significa “Cumbia y Flores” en tu carrera?
–Es un salto muy grande desde el lugar de producción. Tocar con las bandas que yo suelo hacer sonar, en el lugar que tiene el mejor sonido de Buenos Aires, El Teatro Flores. Tiene un compromiso para con la situación que energéticamente es muy nutritivo. En la primera edición tocaron Mario Luis y Los del Fuego; en la segunda, Tambó Tambó, Grupo Karicia, Los Charros. Ellos significan mucho para la música que escucho yo. Siento que logramos visibilizar la cumbia, el disfrute, el baile.

–¿Qué creés que tiene la cumbia para seguir tan vigente y para que se reinvente siempre?
–A mí me pasa que a la cumbia la siento en los pies, me entra la vibración de ese estilo de música. Y me parece que encontraron una forma divertida de hablar de un montón de cosas que son difíciles, temas que siempre fueron tabúes y muy ajenos para mucha gente. Se visibiliza el despecho, por ejemplo. De repente estás bailando un tema de uno que habla de su corazón roto.
–¿Con qué tema cerraste en la última edición de “Cumbia y Flores”?
–El cierre es casi un ritual. Pongo la Marcha peronista y después “Vamo a darle”, de YSY A, que empieza con un relato de Cortázar. De la Marcha me gusta el mensaje que tiene. Creo que la frase “los argentinos todos unidos triunfaremos” tendría que estar en el himno.
DESPUÉS DE LA FIESTA
–¿Cómo vivís la posfiesta? ¿Qué te gusta hacer después?
–Me gusta hacer bed office, quedarme en la cama. Tengo dos pibes: Miguel, de 16, y Juana, de 8. Me gusta estar en mi casa con ellos. Hay una cosa energética, físicamente estoy cansada. La gente flashea que estás rota porque te la pegaste, pero no, laburé un montón. En este caso, concluye un montón de tiempo del laburo que tuvimos para armar todo este evento. Es como un parto.
–Una de las últimas remeras que publicaste en Instagram dice “El amor es bailar”, una frase de Café Tacvba. ¿En qué sentido te identifica?
–El estar en pareja implica un montón de cosas sociales de las que yo ya no tengo ganas. No me interesa ir a comer con tus amigos, conocer a tu vieja, que conozcas a mis hijos. Quiero que el encuentro sea muchísimo más profundo que un encuentro físico, como un baile de almas. Yo durante un montón de años sentí que no formaba parte de los lugares en los que estaba. Y en el amor nadie te enseña la energía que uno pierde en un encuentro sexual con otro. Nos estamos bajando aplicaciones porque queremos coger, el éxito de un plan es si cogiste o no, y es algo re egoico eso. Lo entiendo, pero me parece que ese encuentro va acompañado de algo más; es ver qué ritmo bailan esas almas. Antes, para mí, todo era como una cosa automática. Me gustaría escribirles a algunos ex para decirles: “No sé de dónde salió esa Ana. ¿Qué hicimos? Tuve un surmenage y terminé de novia con vos” (se ríe).
–¿Qué hacés cuando no estás tocando en fiestas?
–Sigo con la ropa también, más desde el lado de cranear todo. A veces miro mis primeras remeras y digo: “¿Qué es esta porquería? ¿A quién le decía qué?” (se ríe).

–Hace poco subiste un meme que decía: “Lo que hoy te duele mañana te da cringe”.
–Mal, tengo una lista de cosas. Por ejemplo, mi vínculo con el entrenamiento y la rutina. Me da cringe pensar en cómo yo me hacía la rebelde al pedo. Creía que la rutina era una cosa para la gente normal. Y no, necesitás una rutina, necesitás límites, te ayuda, te acomoda, te libera de un montón de otras cosas. Estar con mis hijos también me ayuda un montón a estar organizada, pero me sirvió mucho ir a entrenarme todos los días, me hace bien a la cabeza, descargo energía, aprendí a conectarme desde otro lugar con mi cuerpo. Estoy más consciente de qué calidad de ingredientes consumo, trato de que los chicos no coman tanto procesado. Y también uso más mi tiempo para estudiar.
–¿Qué estás estudiando?
–Leo sobre psicología, me gusta mucho Jung, me gusta la magia. La vida es mágica, pensá que venimos de una piedra. También leo sobre chamanismo, astrología, tarot. Ahora estoy estudiando chakra, aprendí anima y animus, tu lado femenino, tu lado masculino. De chica fui catequista, creo en Dios. Soy cinturón amarillo en kick boxing, que es el primero de todos. Representa el enfrentarte a tus miedos, tu vergüenza, el fantasma de si ganás o si perdés.
–Vos no parecés tener vergüenza, sos de exponerte un montón. No tenés drama con eso.
–Yo siento que si no te equivocás, no aprendés. La vergüenza es una construcción social.
–Si bien hay más libertad en algunos aspectos, ¿dónde sentís que aún hay opresión?
–En que le pedimos al que nos reprime que nos abrace. Primero rebelémonos contra el sistema y después veamos. Vayámonos al mazo.
–Como comunicadora, ¿cuál creés que sería tu mensaje universal?
–Que nos despertemos antes de que sea demasiado tarde, porque cuando nos demos cuenta ya vamos a estar dormidos para toda la vida. No podés vivir tranquila en el mundo en el que vivimos. Es un mundo muy injusto a niveles hiperglobales. No puede ser que en 2022 sigamos hablando de que la gente en África se muere de hambre y no tiene agua potable. Y la gente está viendo a las Kardashian. Yo ahora me voy a buscar a Juana, la llevo a tomar el té, vamos en mi auto a mi casa, con calefacción. No digo que no te compres el auto; es tener la conciencia de lo que sucede a tu alrededor. Hace poco me fui a tocar a San Luis porque quiero federalizarme, tocar más en el interior del país. No quiero salir totalmente del sistema; es tratar de salir un poco. Hacer del mundo un lugar menos hostil para todos.
Fotos: Agustín Dusserre
Coordinación general: Gimena Bugallo
Producción y estilismo: Camila Mariani
Make up y pelo: @daichumakeup
Realizador audiovisual: Chanas Scigliotti
Agradecimientos: Complot, Fila, Moov, Kijjji