Marina Wil, una gema en el cancionero nacional: "Históricamente, el rock fue machista"
“Hago música porque la música me salvó”, suelta Marina Wil, cantante, pianista, compositora, artista total. Arrancó desde muy chica y, años más tarde, se terminó de formar en el Conservatorio Nacional, en la Escuela de Música Contemporánea que forma parte de la red de escuelas de Berklee. “No podría haber hecho ninguna otra cosa en mi vida que no sea música –continúa Wil–. Cantar y componer es la capacidad de no reprimirse. Lo que queda en la sombra, lo que no se saca, de alguna forma nos enferma.”
La bío y obra de la artista cuenta que es fanática del rock nacional y que tuvo el privilegio de conocer a los grandes maestros de estas tierras: compartió innumerables encuentros musicales con Charly García, grabó una versión exquisita de “Un osito de peluche de Taiwán”, de Los Auténticos Decadentes, junto a Jorge Serrano, y, por estos días, es trending topic porque acaba de estrenar canción a dúo con Fito Páez.
Se trata de “En tu habitación”, una power balad atemporal –rara avis para estos tiempos donde la pausa reina– cuyas armonías se disponen al servicio de una historia de amores y desamores; un tema que calza a la medida justa del astro rosarino, que, tranquilamente, podría haberse colado entre los títulos de Naturaleza sangre (2003) o ser el bálsamo entre “Al lado del camino” y “Dos en la ciudad”, en Abre, de 1999. Pero “En tu habitación”, en realidad, forma parte de A pesar del amor, el segundo álbum de estudio de Marina Wil, que ya tiene fecha y lugar de presentación, el próximo 13 de octubre, en La Tangente.
–¿Cómo fue la experiencia de grabar esta canción con Fito?
–Medio como que todavía no caigo (risas). Fue un sueño cumplido, lo admiro desde siempre, y honestamente yo estaba muy nerviosa cuando lo vi entrar al estudio. Todo el tiempo hubo una sensación como de “agradecimiento” por su generosidad, pero, al rato, las cosas se fueron acomodando y parecía que ya lo habíamos hecho antes. No sé, rarísimo (risas). A medida que grabábamos, veía que las dos voces funcionaban muy bien, mucha armonía, mucha complicidad.
–Sí, y da la sensación de que es una canción a medida de Fito.
–Claro, se generó eso: una canción perfecta para un artista como él, con esta forma tan especial de cantar.
–Pero, ¿cómo llegaste a él?
–A Fito me lo crucé un par de veces, pero fue hace muy poco que tuve la oportunidad de estar con él en un estudio de grabación. Ahí le conté que había hecho una tesis para la Licenciatura en Humanidades y Ciencias Sociales con Orientación en Arte sobre Clics modernos, más filosófica, en realidad, que musical, y le dije que lo quería entrevistar porque quería convertir mi tesis en un libro. Y, bueno, le copó la idea, me pasó su e-mail y a los días le mandé todo, pero todo (risas). Le escribí un texto gigante, le adjunté la tesis y, en la posdata, le puse en mayúscula y negrita: “si querés no leas nada, pero por favor escuchá estas dos canciones que tienen todo tu adn adentro”.
–¿Y?
–Y me llamó al otro día, casi me muero. Hablamos como media hora, me felicitó por las canciones y por mi voz. Después me mostró una canción inédita suya que le hacía acordar a “En tu habitación”, se la regrabé con mi estilo, y unos meses después me animé a preguntarle si quería grabarla conmigo y, bueno, acá estamos.

–Imagino lo que debe costar dimensionar todo esto. ¿Lograste descolgar el póster y sentirlo como un colega?
–No, ¡imposible! (risas). Voy a ser su gran admiradora toda la vida. Pero, sí, pienso que la música es la que se encarga de nivelar estas cosas; tengas la trayectoria que tengas, si la música en ese momento funciona y permite que se pueda dialogar bien con el otro, más allá de quién sea cada uno, ahí todo se relativiza y podríamos decir que se iguala.
–Esto de reunirte con tus ídolos no es nada nuevo para vos. Hace unos años tuviste la posibilidad de compartir varios momentos junto a Charly García. ¿Cómo fue esa aventura?
–A Charly lo conocí, en realidad, por ser su fan. De muy chica escuché “Chipi Chipi” y me pasó algo especial con ese tema. Ya de más grande empezamos a ir a su casa con una amiga. Íbamos a presenciar el momento de Charly en “su mundo”. Nos pedía que le pasáramos cosas: una guitarra, un cable, papeles. ¡Éramos como las utileras! Pero de Charly aprendí más que nada a laburar la música, más allá del genio y su talento. Charly estaba todo el día trabajando, estudiando, jugando y probando nuevas cosas, no paraba. Y estamos hablando de quizás el músico más talentoso que dio estas tierras. A veces la gente se confunde y cree que el talento es lo más importante de un artista, pero eso es solo una parte muy pequeña de un proceso mucho más grande; trabajar y estudiar es lo que marca la diferencia.
–Otro maestro al que tuviste la suerte de conocer y de grabar junto a él una versión hermosa de uno de sus clásicos fue Jorge Serrano. ¿Cómo surgió la idea de darle una nueva vida a “Un osito de peluche de Taiwán”?
–Yo incluía ese tema en todos mis shows como si fuera mío, porque le había cambiado acordes y el estilo, lo sentía muy propio y lo toqué durante cinco años, hasta que me animé a intentar que Jorge Serrano lo escuchara. Le mandé un mensaje a Gastón Bernardou, el percusionista de Los Decadentes, contándole eso y él me invitó a tocar esa canción y otras mías a un programa de radio que él tiene en Nacional Rock. Le encantó, quedamos con una muy buena relación y un día me invitó a un ensayo de Los Decadentes, porque iban a hacer el MTV Unplugged. Fue de sorpresa mi aparición en el ensayo. Jorge llegó, yo empecé a tocar el piano y la verdad fue un momento muy emocionante. Cantamos juntos, se nos pusieron los ojos vidriosos y cuando nos abrazamos le pregunté si quería grabar el tema conmigo y me dijo que sí. Después lo planeamos, vino al estudio, también hicimos el videoclip, y la canción es un éxito en plataformas. Para un músico independiente tener más de un millón de escuchas es un montón, y eso es porque el tema es muy bueno y la versión tiene algo que suma al alma. El sueño terminó de ser completo y de manera circular cuando fui invitada a cantar en los shows del Unplugged en México y en el Gran Rex.

La ópera prima de Marina Wil es de 2014 y se llamó Del cielo, un EP con cuatro canciones propias y una versión vocal de “No More ‘I Love You's’”, de la británica Annie Lennox. El disco tuvo presentaciones en el Centro Cultural de la Cooperación y Café Vinilo, además de girar por Italia, Grecia y los Estados Unidos. Con este proyecto, Marina también fue seleccionada para inaugurar el escenario de Av. Corrientes en La Noche de las Librerías de 2016. Hoy, los tiempos son otros, la madurez roza el punto perfecto y toda su energía está puesta en la salida de A pesar del amor, su segundo álbum de estudio.
–¿Qué diferencia encontrás entre este nuevo trabajo y el anterior?
–Este disco es totalmente diferente al primero. Siento que hay mucha más madurez en las canciones, sobre todo, por todo lo que me ocurrió a lo largo de estos años.
–¿Lo trabajaste desde algún concepto?
–Más allá de que los paradigmas vinculares están cambiando mucho, yo no soy tan joven, soy de la generación que todavía “sufre” por amor, y le canto a esa gente, porque la desilusión siempre está a la orden del día.
–¿Cómo definirías tu música?
–¡Uy, qué difícil! A veces digo que es una mezcla de Fito y Julieta Venegas. Creo que mi música es emotiva, honesta, me gusta jugar mucho con las armonías, ser auténtica, trato de estar en el medio de la música de nicho y de lo que ahora está de moda. Soy heredera de Charly y Fito, pero siendo mujer, si es que el género le aporta algo.

–Muchísimo, y sobre todo para estos tiempos en que el debate sobre la igualdad de género está tan presente en todos los niveles.
–Sí, tal cual. Hay un avance, se ve, aunque falta muchísimo. Cuando yo arranqué, hace mucho, no había una sola mujer, por ejemplo, en producción musical o en algún puesto jerárquico de la industria. Hoy las cosas están cambiando, lento, pero marcha. Siento que cada día hay algo “un poco mejor”, pequeñas luchas ganadas para una batalla mayor.
–¿Y cómo lo ves al rock hoy en día frente a la mujer?
–Históricamente, el rock fue machista, todos los grandes maestros fueron y son hombres. Las mujeres nos dedicábamos a cantar los coros. Hoy la cosa es un poco diferente. Marilina Bertoldi abrió un portal para las mujeres acá, en la Argentina, ahora la lucha es ver cómo hacemos las demás para poder entrar.

Fotos: Nora Lezano
(DESTACADOS)
“Nunca voy a poder descolgar el póster de Fito. Pero, sí, pienso que la música es la que se encarga de nivelar e igualar a todos los artistas.”
“Marilina Bertoldi abrió un portal para las mujeres acá, en la Argentina, ahora la lucha es ver cómo hacemos las demás para poder entrar.”