Mike Amigorena: "Nunca habrá una historia de misterio igual a la del caso de María Marta"
Dicen que nació hace medio siglo en Maipú, provincia de Mendoza. La afirmación se antoja inexacta y caprichosa. La primera impresión remite a Lestat y a Dorian Gray, a una criatura surgida de la imaginación literaria, del afán perfeccionista de un creador desbordado.
Mientras transita por los laberínticos pasillos del hotel en el que tenemos pautada la entrevista como si fuera Ray Liotta en la mítica escena de Buenos muchachos, de Martin Scorsese, luce como un dandi elegante e imperturbable. Su magnético individualismo contrasta con las impersonales calles de Puerto Madero que lo rodean.
La llegada de un café con leche reparador en el bar que parece diseñado por uno de los programadores de Westworld permite establecer las condiciones vitales para que empiece el diálogo con El Planeta Urbano.

Teatro, series, el arte performático, su pasión por la música, la gastronomía, la fascinación por la paternidad y el amor bajo los acordes de Radiohead pueblan esta charla fluida en la que Mike Amigorena se permite controlar las reacciones impulsivas y, con la sabiduría digna de un venerado instructor de artes marciales, se concede valiosos momentos de reflexión para encontrar las palabras exactas antes de responder.
–Hace poco hablamos con el actor y director Germán Palacios, y en esta nueva puesta de Art vos hacés el personaje que él interpretaba. ¿Podemos decir que Art es, básicamente, una obra sobre la amistad?
–Es una obra que trata el tema de los vínculos, cómo cada individuo constituye su mundo a través de ellos, y esta reunión de tres amigos sirve para volcar sus conflictos familiares y personales. Es una gran metáfora, porque en cualquier grupo de amigos o de parientes hay uno que es más conservador u otro que es más abierto, siempre hay un factor en disputa.
–Se cumplen 50 años de la película Cabaret, vos la hiciste en teatro y les fue muy bien. ¿Cómo fue esa vivencia de actuar, cantar y bailar en un papel tan exigente como el que hizo Joel Grey en cine?
–La verdad es que fue un orgullo para mí, porque Cabaret siempre me pareció una película reveladora, con una música inolvidable. Fue un personaje que siempre me gustó, yo tengo un Emcee interior, interpretarlo fue un honor. Poder cantar, bailar, especializarme en zapateo americano, tocar el acordeón, algunas de esas cosas nunca las había hecho. Así que guardo un gran recuerdo en mi corazón que me acompañará hasta la muerte. Por todo lo que se vivió, tener un personaje tan afín, el nacimiento de mi hija…
–¿Cómo fue la paternidad en plena pandemia?
–Fue en la etapa más dura de un año inolvidable que para muchos significó la debacle. Hubo gente que se fundió, que la pasó muy mal, y para mí fue el tiempo necesario para pasar con una hija recién nacida. Poder dedicarme 24/7, sin trabajar ni tener obligaciones, fue muy movilizante. Y también un tremendo desafío, porque viví solo toda mi vida, siempre hice lo que quise, y a partir de ese momento no solo tenía una hija, sino que convivía con Sofía las 24 horas, no podía salir, era el Juego del calamar (se ríe). Y lo que provocó todo eso fue aliviador, esperanzador, porque decís “si sos feliz acá, ya está todo”.

–A veces nos regimos mucho por los números, ¿haber llegado a los 50 tuvo algún significado especial para vos?
–Sí, un gran significado, era una meta. A los 50 es cuando hacés un balance divino, una auditoría. Te aparece eso de “la cosa es así, vos sos esto, nada va a ser muy distinto”. Estás menos pendiente de lo que esperás, te dedicás a disfrutar; los 50 son muy distintos. A los 40 sentís que todavía te dan una licencia, pero a esta edad tenés que presentar tu balance para que te lo acepten. Y a mí me agarra muy privilegiado, nunca hubiese querido ser padre a los 25, por ejemplo.
–Justamente, fuiste padre a una edad madura: cuando tu hija vaya al primario, al secundario o tenga sus primeras parejas, vas a ser más grande. ¿Tenés temores o incertidumbres ante esos nuevos desafíos que te esperan?
–Son desafíos, pero todo es un aprendizaje, hay que tener afilada la capacidad de aceptación por esa persona, tener el ojo para no doblarla sino para acompañar sus decisiones. Un hijo necesita límites todo el tiempo pero también se requiere un cincel para no romper eso que es. Mientras más grande sea, habrá un punto donde ella sabrá discernir y tomar sus propias decisiones.
–Al ser una hija, seguramente le tocará un mundo bastante distinto al que vivimos nosotros de chicos, porque por suerte están cambiando muchas cosas en relación a las mujeres.
–Sí, nada que ver. Ahora hay una autoridad, un desenvolvimiento importante desde la edad de Miel, que te dice “no, no quiero”, “no, yo sola”, con 2 años y 4 meses. Es curiosa, inquieta. Quiero ir muy de a poco porque si pienso cómo será todo más adelante me voy a agarrar la cabeza. O no (se ríe).
“Ahora que tengo 50 puedo decir que la actuación es mi oficio, pero la música es mi pasión.”
–Hace poco se estrenó María Marta. El crimen del country en HBO Max. Ahí interpretás a un fiscal basado en Molina Pico. ¿Lo compusiste de acuerdo al guion o te documentaste con respecto al personaje real?
–La serie está solamente basada en los hechos reales, toma distancia del documental. Algunos personajes autorizaron sus menciones, otros no, y mi fiscal tiene un nombre distinto. Es una ficción, yo en su momento vi el documental, pero solamente para poder componer el personaje, no me interioricé, preferí abordarlo de un modo más virgen, sin coacheo. Muchos colegas lo hicieron para poder entender mejor las circunstancias, pero como es una ficción, yo preferí no regirme por eso.
–Hay muchas teorías con respecto al caso. ¿Podríamos hablar de que es una lectura de la impunidad en los sectores más privilegiados?
–Es una historia de misterio como no habrá otra. Te juro que es una novela de Agatha Christie. No sé si me metería con el tema del poder porque eso existió toda la vida.

–Tenés tres series más en distintas plataformas, Limbo, El fin del amor y División Palermo. ¿Estás autorizado para adelantarnos algo?
–Te cuento que Limbo está por terminar su segunda temporada para Star+. División Palermo, que es la serie que hice para Netflix, tiene ocho capítulos y es sobre una Guardia Civil particular, ahí también forman parte del elenco Daniel Hendler, Santiago Korovsky y Pilar Gamboa, es humor puro y está muy buena. En El fin del amor, la serie de Lali Espósito para Amazon Prime, que está basada en la vida de su autora, Tamara Tenenbaum, hago de un conductor de radio supermachirulo que tiene una historia muy graciosa con Lali.
–Estamos hablando mucho de tu laburo como actor, pero ¿qué lugar ocupa la música actualmente en tu vida?
–La música ocupa un lugar privilegiado porque nada me atrapa más, te lo digo ahora, a los 50. La actuación es mi oficio, pero la música es mi pasión. Ahora voy a sacar “Tesoro”, el single que le escribí a mi hija Miel; es un electro pop superencantador, con buena melodía y letra pegadiza. Y a fin de año sacaría mi tercer disco solista.
–¿Lo lanzás en Spotify?
–Claro, y la idea es hacer shows, pero para eso tengo que estar sin teatro. Art sigue hasta septiembre y después se verá, porque también cerca de fin de año empiezo una película. Pero quiero hacer algunos shows y el video de esta canción. Además, te cuento algo: patenté un objeto de diseño, un plato que se usa para comer pasta larga, se llama Plato Mike y consiste en esto: ¿viste que cuando comés fideos usás una cuchara? Este plato ya tiene una parte cóncava, así que apoyás ahí el tenedor y prescindís de la cuchara. También es para acompañar a gente que no tiene un brazo o una mano. La idea no es que sea un objeto decorativo sino que se use incluso para tomar sopa, porque es hondo.
–Ahí explorás otro interés tuyo, que es la gastronomía.
–Sí, me encanta cocinar y comer. La verdad es que me junté con una gran chef, Carolina Poccard, y con ella tenemos la experiencia #mik3poccard, donde vamos a un lugar, cocinamos, yo intervengo la cocción con sonidos y canto. Es una perfo gastronómica, una breve instalación. La gente se va feliz porque disfruta de una comida de alta gama, escucha música, conoce personas. Se hace en lugares superinteresantes y cálidos, al aire libre, en terrazas.
“Un hijo necesita límites todo el tiempo, pero también se requiere un cincel para no romper eso que es.”
–¿Puede ser que tu pasión por la cocina provenga de que en tu casa se cocinaba mucho con el libro de Doña Petrona?
–¡Seee! En mi casa estaba y se cocinaba mucho, desde mi abuela y mi madre bajaba eso. La cocina era un lugar central donde estabas en el medio de esas ollas y esos olores, me era muy afín. Y estaba el libro de Doña Petrona, que tenía los dibujos, las fotos, y uno esperaba que se hiciera eso. Me acuerdo de las imágenes de la mayonesa de ave, de los alcauciles rellenos. Los platos de toda tu vida están ahí: el arroz con pollo, el puchero, los ravioles… Ella te enseñaba todo.
–Sabemos que tu pareja también se dedica a la música. ¿Es verdad que su primera cita fue en un recital de Radiohead?
–¡Sí! La invité, ahí nomás accedió, fuimos y estuvo divino. Después de eso no nos separamos más. Si funcionó Radiohead, ¡listo!

Fotos: Agustín Dusserre