'Crimes of the Future': así es la provocadora nueva película de David Cronenberg
Hace ocho años que David Cronenberg no estrenaba una película, pero parecen menos. Crimes of the Future (2022) lo deja bien claro: la nueva película del director canadiense es un regreso fluido y formidable al cine futurista de terror corporal, subgénero que el cineasta no explora desde eXistenZ (1999).
En Crimes of the Future, ambientada en un futuro impreciso, el dolor ya no existe. La mayoría de los seres humanos son físicamente incapaces de sentir malestar y las enfermedades infecciosas desaparecieron. Como resultado, es perfectamente posible realizar cirugías en entornos públicos, con los pacientes conscientes y sin consecuencias peligrosas. Pero, en esta versión del planeta, algunas personas sufren nuevas transformaciones y mutaciones en su cuerpo. Saul Tenser (Viggo Mortensen), un famoso artista de performance, es una de ellas.

Acompañado por Caprice (Léa Seydoux), Saul Tenser muestra la metamorfosis de sus órganos en una perfo avant-garde que parece inspirada en las obras más extremas de Marina Abramović y Ulay, cuyas presentaciones exploraban los límites del cuerpo entre los 70 y los 80. Más Cronenberg imposible: sin sutilezas pero lejos de la gratuidad, la pareja se corta, se mutila, se transforma en vivo frente a cientos de personas. Mientras tanto, un grupo misterioso intenta aprovecharse de la notoriedad de Saul para dar a conocer la siguiente fase de la evolución humana.
¿Puede ser el cuerpo una herramienta política? ¿Qué lugar ocupan el dolor y el placer en una sociedad donde la aflicción física ya no existe? ¿Qué nos hace humanos y qué líneas habrá que cruzar para dejar de serlo? Las preguntas que plantea Cronenberg dejan entrever que Crimes of the Future se mueve entre las obsesiones más consistentes de un director subversivo y provocador: la fisiología humana, la enfermedad, la mutación sexual, la transformación y en el centro el cuerpo, siempre el cuerpo.

En el medio, el director emplea sus clásicos recursos —escenas gráficas con vísceras, tumores y laceraciones o la música ominosa de Howard Shore— para llevar sus obsesiones a la pantalla y explotar al máximo los vínculos entre los personajes de Viggo Mortensen, Léa Seydoux y Kristen Stewart.
"Me llenás de un deseo de cortarme la cara", le dice Seydoux a Mortensen, con total naturalidad, en una de las escenas. La película está cargada de pasajes así —provocativos, eróticos—, donde el apéndice psicosexual del body horror sale a la luz. Pero la línea que traza Cronenberg es delgada: “Realmente no hay sexo en la película", expresó en una entrevista con Deadline. "Sí hay erotismo y sensualidad, aunque, en parte, la película dice que la cirugía es el nuevo sexo. Si estás de acuerdo con eso, entonces sí, hay sexo en la película, porque hay cirugía."
El logro de Cronenberg reside todavía en su condición de autor. En manos de otro cineasta, Crimes of the Future podría haber sido un espectáculo gratuito de torture porn, pero la habilidad narrativa y estética del director le permiten ofrecer una reflexión sobre el arte performático y la evolución digna del festival de Cannes, sin dejar de lado esa compulsión por la clase B, la violencia y los fluidos corporales. Y es, al mismo tiempo, una revelación: un agujero en el cuerpo humano puede ser igual de fascinante, inquietante y desconocido que el espacio exterior.
Crimes of the Future tuvo su estreno mundial en el último Festival de Cannes. En Buenos Aires, se podrá ver durante 12 únicas funciones en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín a partir del 14 de julio. Además, estará disponible en MUBI a partir del 29 de julio.