Las colecciones de moda 2022 vuelven a poner el foco en el busto femenino: a qué se debe esta llamativa obsesión

Vestidos con transparencias, corpiños que recuerdan armaduras, pezoneras como accesorios y dibujos con referencias explícitas. La relación de fascinación entre la moda y el busto femenino se remonta a tiempos inmemoriales.

Al Diego le cortaron las piernas y a Almodóvar le cortaron las tetas. Cuando el póster original de Madres paralelas asomó en Instagram lo levantaron al instante. La imagen del pezón que chorreaba una cristalina gota de leche fue demasiado para el algoritmo, que recalentó y pidió censura. Después de eliminar todos los posteos y de bancarse la indignación del gran Pedro, quien arrojó certeros dardos a la yugular de Zuckerberg, llegaron el pedido de disculpas y la victoria histórica: la teta, luminosa, radiante, altiva, orgullosa, le había ganado al lado oscuro de la Luna.

El key art en cuestión retomaba la imagen buñueliana del ojo en la célebre escena de Un perro andaluz pero con el pezón en lugar de la pupila: la clave está en la mirada. Y la moda, como un panóptico surrealista, todo lo ve, lo mastica, lo fagocita y lo entrega convertido en tendencia.

Todo gira alrededor de los bustos

La relación de fascinación entre la moda y el busto femenino se remonta a tiempos inmemoriales, pero cada tanto retorna con la misma fuerza que la reprimió. Mientras el corsé ha vuelto a imponerse a fuerza de Bridgerton, Netflix y disciplina para remodelar cuerpos con cintura de avispa, caderas esculpidas y sufrientes torsos aplastados para perpetuar un ideal de belleza que dibuja solo curvas autorizadas, los pechos se rebelan y se erigen como escudos en todas las pasarelas internacionales.

Su valor como estandarte de género, su carga sexual muchas veces mal contrapuesta a la fantasía materna son una fuente de constante debate. Si no, pregúntenle a la actriz Justina Bustos, que haciendo honor a su apellido se sentó en el famoso programa español El hormiguero sin corpiño y con un vestido lila absolutamente transparente, y al día siguiente fue noticia en todos los portales. 

Desde el underboob, esa tendencia destinada a mostrar con una estudiada naturalidad pechos que asoman por debajo de escuetas prendas llevadas por Rihanna, Beyoncé, Miley Cyrus o las Jenner, que viene quemando corpiños desde hace varias temporadas, hasta las nuevas creaciones, como esos suéteres y remeras esculpidos de Prada para su colección Primavera/Verano 2022, todo gira en torno al busto femenino.

Loewe atacó con pecheras doradas que recuerdan armaduras, más cerca de Gladiador que de Wonder Woman. Los pechos parecen alistados para dar batalla; en la trinchera, también están los pezones dorados que se pasearon erguidos por la pasarela de Schiaparelli. 

Si Secreto en la montaña tuviera su versión femenina quizás podría hacer un cameo la actriz Julia Fox, quien se despidió de su marketinera relación con Kanye West pero abrazó con orgullo su traje de denim con cónicos (e icónicos) pechos. El histórico corpiño que Jean Paul Gaultier diseñó para Madonna agradece el homenaje.

Chicas pesadas

Regina George es mala y los miércoles usamos rosa, eso no se discute desde 2004, cuando irrumpió la película Mean Girls y fundó una nueva manera de entender la amistad entre mujeres.

Regina, santa patrona del secundario, porrista estrella, llena eres de gracia, el fashion y tu intérprete, Rachel McAdams, sean contigo, capitaneaba la pertenencia escolar como ninguna. 

Quizás la solución a su constante maldad fuera ponerla en ridículo, así que a las víctimas de su “You can’t sit with us” se les ocurrió una idea: cortarle la remera que colgaba en el vestidor del gimnasio justo en el frente, dos agujeros a la altura de los pezones.

Regina vio la prenda mutilada, se la probó, dejó asomar su corpiño violeta, y al día siguiente hasta la portera del colegio usaba lo mismo. No sé si le envidiamos más la autoestima, la influencia o el olfato comercial.

Desde aquellas blusas reveladoras con las que Yves Saint Laurent reivindicó los pechos como imán de la sexualidad femenina hace cinco décadas; hasta los vestidos escultura con pechos metálicos de Schiaparelli, la idea de espiar el cuerpo es extraña, porque es propia y a la vez ajena.

¿Qué misterio encierra el cuerpo del otro si todos tenemos uno propio? Daniel Roseberry, director artístico de Schiaparelli, se pregunta: “¿Qué hay más atemporal que un cuerpo humano?”. Y responde: “Para mí, las estructuras de tetas tienen que ver con abrazar el cuerpo como una forma subconsciente de liberación”. 

Los pechos encandilan porque aún hoy encierran el goce prohibido, ese que siente tanto la madre como el bebé al que alimenta. Esa instancia privada que indigna cuando es exhibida. Aún hoy es más amable usar dos conos dorados sobre un catsuit multicolor que amamantar a tu hijo en una estación de tren.

Jonathan Anderson, el diseñador de Loewe que creó las placas metálicas para el pecho tipo armadura, dijo después de su último desfile. “Deseaba jugar con la tensión y el surrealismo que existe hoy en el mundo, quería que la colección fuera histérica en alguna medida. Este es un momento extraño donde la desnudez sugiere vulnerabilidad, pero cuando está en el contexto de una armadura destaca tanto la protección como la artificialidad del cuerpo que hay debajo”.

La piel que habito

El artista español Ernesto Artillo creó un traje masculino clásico al que le pintó pechos y una vulva. “Cuando me lo puse descubrí lo mal que miramos los hombres a las mujeres”, dijo. Ese mismo traje en diferentes versiones fue paseado por los Premios Feroz, los Goya y los Golden Globes. Lo usaron desde el protagonista de Paquita Salas, Brays Efe, hasta Alba Flores, de La casa de papel, como parte de una intervención colectiva llamada “La mujer que llevo afuera”.

Más allá de que podamos discutir si una perfo “para apoyar la lucha feminista” puede estar organizada por un hombre y otras cuestiones que cruzaron las redes, lo cierto es que los pechos siguen sigilosos o gritones apoderándose de la conversación.

Recuerdo que Cris Miró era tan deseada como atacada por no tener tetas. Muchas voces del colectivo trans travesti se han hecho eco del tema. ¿Era posible identificarse con esa mujer que exhibía ese rostro maravilloso mientras su melena enrulada apenas enmarcaba su torso liso? Ese deseo perturbador arrasaba con todos los prejuicios. Cris era una mujer que no amamantaba pero calentaba igual. La moda te excita para que muevas tu dedo, tu plástico, tu mente, tu cuerpo. Tetas dibujadas, perdidas, encontradas, esgrimidas, exprimidas, mostradas, prohibidas. Tetas, en fin.

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