Facundo Campazzo: "Como deportista, es difícil sacarse el casete"

Mientras se define su futuro en la liga de básquet más importante del mundo, el nuevo capitán argentino habla de todo: Córdoba, su familia, Luis Scola, el legado de la Generación Dorada y su sueño de triunfar en la NBA.

La propuesta para entrevistar a Facundo Campazzo es casi tan espontánea como él. Son cerca de las 2 de la tarde, y el mensaje que llega por WhatsApp dice algo así como que Facu se liberó y está disponible ese mismo día a las 5 para hacer la nota. Justo a esa hora se estará jugando el segundo tiempo de la Finalissima entre Italia y la Argentina. Por eso, la predisposición de Facu para charlar un rato con El Planeta Urbano vale doble. O triple, si se tiene en cuenta que el jugador de la NBA, más precisamente el 7 de los Denver Nuggets, se encuentra junto a su familia en Córdoba, su ciudad natal. 

Lejos de venir a descansar, el nuevo capitán de la Selección argentina de básquet está más activo que nunca. Mientras entrena su técnica individual para volver a su más alto nivel deportivo, aquel que demostró en su primera temporada en los Estados Unidos, también se hace tiempo para presenciar la Liga Nacional y espera con ansias la doble fecha de Eliminatorias mundialistas contra Venezuela y Panamá. “Ya me queda poco tiempo en Córdoba. Jugamos el 30 de junio y el 3 de julio; después volvemos a jugar en agosto, y en noviembre es la Copa América. Se vienen muchas citas con la Selección, y es algo de lo que tenía muchas ganas. Todos teníamos ganas de estar juntos otra vez.”

“Ahora tengo que entrenarme, prepararme para lo que viene, que no sé lo que es. Si es Denver, será Denver; si es otro equipo, otro equipo; pero un equipo donde tenga que pelearla y demostrar que puedo estar a ese nivel.”

Imagino lo que debés de extrañar estar acá durante el año. ¿Qué es lo primero que hacés cuando llegás a Córdoba? 

–Lo primero es prender el fuego, llamar a mis amigos, a mi hermano, a mi vieja y pasar tiempo con ellos. Este año y el pasado no pudieron ir a Denver a visitarme, entonces cuando llego hacemos una juntada de reencuentro. 

–Además de ver a tu familia, ¿tenés alguna parada obligatoria? Ir a comprar facturas a alguna panadería… 

–Me da mucha culpa comer facturas (se ríe), pero lo que hago es ir a un baile de cuarteto. Siempre ando con ganas durante la temporada, o veo a mis amigos que van; entonces, una vez que llego a Córdoba, lo tengo que hacer. Sé que me voy a acostar tarde y al otro día lo voy a sufrir, pero vale la pena aunque sea una vez.

–Dentro de poco venís a Buenos Aires para entrenarte con la Selección. La última concentración había sido en los Juegos Olímpicos, ¿no?

Sí, fue en Tokio. Y si bien la pasamos bien, porque somos un grupo de amigos más que de compañeros de equipo últimamente, no jugamos de la mejor manera. Tenemos muchas ganas de seguir mejorando, así que estamos súper motivados para lo que viene. 

–Se viene el primer torneo sin Luis Scola. ¿Pensás en eso? ¿Qué te genera?

–Sí, está en la cabeza. Luis era una persona y un jugador que a nosotros nos daba mucho, era nuestro líder, nuestro capitán, y lo seguíamos en todo momento. Él era el que nos guiaba, junto con Sergio Hernández, que tampoco va a estar. Entonces, hoy por hoy necesitamos de la experiencia de cada uno de nosotros, tenemos que estar todos en cada torneo y en cada preparación. 

“Como deportista, es difícil sacarse el casete. A nosotros nos encantaría, pero muchas veces las cosas se sacan de contexto.”

–Muchos te ponen a vos como el próximo referente. ¿Sentís que tenés que recoger ese guante ahora que Luis no está?

–Por lo general, ese tipo de roles se dan solos a medida que pasan los años. Si bien junto con Nico Laprovíttola, Marcos Delía y Gabriel Deck somos los que estamos desde hace más tiempo en la Selección, podemos liderar desde ahí, desde la experiencia. Pero necesitamos de todos los jugadores para lo que viene, cada uno tiene que comprometerse al cien por ciento para mejorar y seguir con esa búsqueda de identidad de equipo, que tan difícil es. 

¿Te genera cierta presión que te pongan en ese lugar? ¿Te da orgullo?

–Sí, es una responsabilidad. Ya de por sí vestir la camiseta de la Selección es una responsabilidad, pero creo que está en cada uno transformarla en una responsabilidad linda, en una responsabilidad que no pese. Cuando te enfocás en el trabajo diario, esa presión pasa a un segundo plano. En lo personal, intentaré poner mi granito de arena. 

Varias veces contaste todo lo que Luis te ayudó a crecer. Me acuerdo de ese primer partido contra los Estados Unidos, que te sentó y te dijo: “Tenés que jugar sin pensar en ídolos”. 

–Sí, en ese momento no podía creer que estaba ahí. Eran jugadores que veía por la tele o con los que jugaba en los videojuegos, era algo fantasioso, y de repente los tenía en la misma cancha. Entonces, fue un reto, en el buen sentido: “Che, mirá, tienen las mismas camisetas que nosotros, juegan con la misma pelota, tienen las mismas zapatillas, así que no creas que son más, que son dioses. Jugá, competí, como hacés siempre”. Eso es algo que me llevo para siempre, y ahora pude afrontar dos temporadas en la NBA con esa mentalidad. Ya está, ya los vi, ya sé que son grandes jugadores, pero ahora quiero competir y estar al nivel de esta liga. Es una motivación para mantenerme en la NBA. 

–¿Lo pudiste implementar, o cuando te toca enfrentar a jugadores como LeBron James los seguís mirando así?

–Y, la verdad es que esa clase de jugadores imponen, no te voy a mentir. Pero después del segundo año lo ves como algo rutinario, entonces deja de ser especial. Se sufre, pero también se disfruta de ese tipo de espectáculos, porque en cada partido te enfrentás con una estrella distinta. Con algunos jugadores tenés más conexión, con otros no tanto, yo intento mirarlos, ver cómo juegan y aprender. 

¿Hay algún jugador con el que tengas más relación?

Mi primer año en la NBA jugué los playoffs contra Portland. Me tocó ser titular toda la serie y defender a Damian Lillard, que es una de las estrellas del equipo. Él era uno de mis jugadores favoritos antes de llegar a la NBA, entonces era un desafío muy grande. La cuestión es que ganamos, y al final del partido yo le dije que lo respetaba mucho, que me gustaba mucho su manera de jugar y que, si algún día quería entrenar, estaba a disposición para que entrenáramos juntos. Nos empezamos a seguir en Instagram y quedó buena onda. Esos jugadores son los que te hacen subir de nivel. 

–En 2017 decías: “Estoy más cerca de la NBA en la Play que en la realidad”, pero eso finalmente se cumplió. ¿Qué balance hacés de esta segunda temporada?

–Siempre intento que el balance sea positivo, a pesar de que la segunda temporada fue con menos participación. Empecé jugando, pero el último mes y medio estuve afuera de la rotación. Al principio fue difícil, pero me sirvió para aprender a reaccionar ante esas situaciones. Tenía que ver qué salía de mí para ayudar al equipo, ya sea jugando, alentando a mis compañeros o dándoles algún consejo desde afuera. Fue mejor la primera temporada, pero estoy en una etapa de mi vida con más experiencia, pienso más las cosas y eso me ayuda a tomar decisiones a futuro. 

“Luis [Scola] era nuestro líder, nuestro capitán, y lo seguíamos en todo momento. Él era el que nos guiaba.”

A pesar de que no tuvo su mejor año en Denver Nuggets, la NBA eligió una jugada suya entre las mejores cinco de la temporada. La acción tuvo que ver con un partido disputado el 1º de enero de este año, cuando Facu atravesaba una racha muy positiva en la que parecía volver a su mejor nivel. “En la NBA pasa eso: un día estás jugando mucho, al otro día no y quizás al mes te toca ser titular otra vez, entonces tenés que estar preparado tanto mental como físicamente, porque es tu oportunidad. Esta temporada intenté poner mi energía en las cosas que yo podía controlar, y así se hizo más llevadero.”

Su futuro en la liga más importante del mundo aún no está definido: “Puede pasar cualquier cosa a partir del 1º de julio”, asegura. Y es que el 30 de junio finaliza su contrato y previo a esa fecha ningún equipo puede acercarse a él para negociar. Sin embargo, el base argentino confía en permanecer en la élite del básquet. “Ahora tengo que entrenarme, prepararme para lo que viene, que no sé lo que es, entonces prepararme como si fuera la opción más difícil. Si es Denver, será Denver; si es otro equipo, otro equipo; pero un equipo donde me pidan que me gane los minutos, donde tenga que pelearla y demostrar que puedo estar a ese nivel.”

Te llevo a tu vida personal. Sé que te gusta mucho jugar a la Play, hasta tenés un tatuaje con los botones del joystick. Ahora que muchos deportistas están en Twitch, ¿te ves stremeando? 

Me divierte, pasa que hay mucho… no sé si tabú o qué, pero es difícil sacarse el casete como deportista. Creo que ese es el mayor reto que tenemos. A nosotros nos encantaría sacarnos el casete, pero muchas veces las cosas se sacan de contexto, decimos cosas que no tendríamos que decir, entonces es difícil. Me gustaría, eh, y lo he hecho un par de veces en la pandemia con amigos. Pero, bueno, por el momento no (se ríe). 

–Ahora enfocado en el deporte y en tu familia. Sara, tu hija, ya cumplió los dos años. Todavía es chica, ¿pero la ves jugando al básquet? 

–Por qué no, en lo que sea que haga la voy a apoyar. Incluso, si juega al básquet, creo que la molestaría lo menos posible, para que solo disfrute y la pase bien. Sea el básquet, sea otro deporte, sea una carrera, que sea lo que a ella la haga feliz, que es lo que me va a hacer feliz a mi también. Con esa tranquilidad es con la que criamos a nuestra hija.

–Si me tuvieras que decir cuál fue la tapa de tu vida, ese partido que te marcó para siempre, ¿qué me dirías?

–El partido contra Brasil en los Juegos Olímpicos de Río. Fue un partido larguísimo, doble suplementario, pero me tocó jugar bien y ganamos. Me acuerdo de que cuando terminó, tenía ampollas en los pies (se ríe). También te diría el último vestuario en el Mundial de China, después de perder la final contra España. Si bien salimos segundos, tuve la sensación de que no quería estar en otro lado más que en ese vestuario con mis amigos. Esa fue la sensación más linda y más fea que tuve en estos últimos años. 

–¿Te queda algún sueño por cumplir a nivel deportivo?

–Si tengo que fantasear, sería buscar otro título con la Selección o alguno con la NBA, aunque no hay nada que se compare con ganar cosas con la camiseta argentina. Estuvimos cerca del Mundial, pero aspirar a eso hoy sería muy fantasioso.

–Mirándolo en perspectiva, ¿qué te enseñó el básquet?

–Ay, qué pregunta. Me enseñó a tener un equilibrio en la vida. Si tenés buenos hábitos, te cuidás, te entrenás duro, respetás al de al lado, cosas buenas pasan, a corto o largo plazo. Si en tu vida sos desordenado, vas a ser un jugador desordenado. Pero cuando hacés las cosas bien, es el camino lo que al final terminás recordando. Eso es lo que me enseñó el básquet, a pensar más en el camino que en el objetivo final. Un poquito romántico, pero es así. 

DENVER, CO - APRIL 7: Facundo Campazzo #7 of the Denver Nuggets smiles during the game against the San Antonio Spurs on April 7, 2021 at the Ball Arena in Denver, Colorado. NOTE TO USER: User expressly acknowledges and agrees that, by downloading and/or using this Photograph, user is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License Agreement. Mandatory Copyright Notice: Copyright 2021 NBAE (Photo by Bart Young/NBAE via Getty Images)

Fotos: Carlos Sarraf 

Agradecimientos: @teamfacu

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