Melisa Millán, la artista plástica detrás de la galería La Casona, el secreto mejor guardado de la bodega Los Toneles
Por Mercedes Ezquiaga
Mendoza es la tierra del sol y del buen vino. No bien se llega a esta provincia de gran belleza paisajística y valioso patrimonio histórico, que integra la región del Nuevo Cuyo, al oeste del país, el eslogan se cumple a la perfección. Basta con pensar que a lo largo de los 148 mil kilómetros de superficie se produce el 70 por ciento del vino argentino. Y es allí, en esta tierra considerada uno de los principales centros vitivinícolas del mundo, donde se alza desde hace cien años la bodega Los Toneles.
Ubicada a minutos del centro de la ciudad de Mendoza e inaugurada en 1922, en esta antigua bodega –un imponente casco histórico de altísimos techos que transmiten el silencioso latido del tiempo– conviven el restaurante Abrasado, oro internacional en los premios Best of Wine Tourism 2022, y el secreto mejor guardado del viñedo: la galería de arte La Casona, creada por la artista y empresaria Melisa Millán, una mendocina que forma parte de la familia detrás de Los Toneles y se desempeña, además, como gerenta de hospitalidad de la bodega.
“La galería nace a raíz de una inquietud mía. Soy diseñadora y artista plástica, y me pasaba que no tenía dónde exponer en Mendoza. Lugares con espera de dos años o solo para artistas consagrados, no emergentes, como yo. Entonces pensaba: ‘¿Cómo que no hay lugares donde puedan exponer artistas jóvenes, contemporáneos, con nuevas ideas?’. Y así fue como lo decidí: si no hay un lugar, tengo que crearlo. Claro que en las bodegas de Mendoza vas a encontrar arte, pero son muy poquitas las que tienen un espacio exclusivo montado como galería donde se exhibe y se compra. La impronta de la galería es la de una ventana de artistas mendocinos para el mundo”, detalla Melisa Millán en diálogo con El Planeta Urbano.

Arte y vino, unidos por la historia
El maridaje pensado por esta mendocina de 34 años –empresaria, artista y madre de un pequeño de un año– parece ir a la perfección. La vid forma parte de la cultura desde tiempos inmemoriales. El origen de la viticultura es mítico. Caravaggio, el pintor maldito, pinta en su juventud a Baco, el dios mitológico del vino, coronado con hojas de vid y uvas, que invita al espectador con la copa en alto, en gesto de amistad. Así, la fusión pensada por Millán entre arte y vino no puede fallar.
La galería de arte es el último espacio del recorrido turístico por la esplendorosa bodega, declarada Patrimonio Cultural de Mendoza. “La frutilla del postre”, dice Millán sobre el final de la visita a Los Toneles, a donde llegan unas cien personas por día durante todo el año. La galería de arte La Casona se llama así porque funciona precisamente en lo que era la vivienda del fundador de Los Toneles.
Allí, las exposiciones de artistas rotan cada tres meses, tanto en el hall central como en la sala principal y las cinco secundarias, que dan espacio a seis pintores por tanda. Incluso ha pasado por allí el artista furor Milo Lockett. “No es mendocino, es chaqueño, pero valía la pena invitarlo para la inauguración de la galería, en marzo de 2019. Fue la primera muestra, le daba un buen empuje, además de la onda y el color que él trae. Y por su popularidad tiene llegada a un público muy amplio”, admite Millán.
Desde entonces, abrió la convocatoria a artistas mendocinos, exclusivamente, para exhibir en sus salas. “También hago la curaduría de las muestras”, detalla Millán, sumando otro rol a su ardua actividad cotidiana: la de art dealer. “Trato de que sea algo completamente ecléctico; que no haya estilos que se amalgamen, sino todo lo contrario. Por ejemplo, si tenemos una obra figurativa, al lado tiene que haber algo abstracto. Si hay algo surrealista, también debe haber hiperrealismo. Nos interesa el contraste”, resalta la joven.

Un ambiente de creación
El momento de paz, de calma, de bajar un cambio en la vida de esta multifacética mendocina es a la hora de pintar, de encontrarse con su propio arte. “Mi obra se enmarca en el expresionismo abstracto. Siempre estuve en esa línea. Me inspiré mucho en artistas de ese movimiento, como Claude Monet o Mark Rothko. Lo que quiero expresar es el color, así que siempre me moví en esa línea. Mediante esa técnica fue que empecé a expresar esta gama de matices”, relata Millán, que trabaja en sus obras principalmente con colores pasteles.
La artista pinta lienzos de tamaños medianos, de 1,20 por 1,60 metros, aproximadamente. Hace mucho que abandonó el óleo. Sus materiales preferidos son el acrílico y los pinceles. La base de todas sus pinceladas es el blanco, y con el agregado de cada color va logrando la tonalidad deseada. Rara vez usa un color puro, según cuenta.
“Lo mío es el pastel –se planta Millán– porque busco que mi obra te transmita paz, tranquilidad, liviandad. Y eso es lo que me da esa paleta, es amable con el entorno, no impacta, no perturba. Acompaña y genera sensación de alivio.” Le gusta dar título a todas sus obras, que, de manera inexorable, comienzan con la leyenda “Color field”, en honor al movimiento expresionista nacido en los años 50 en Nueva York, caracterizado por los colores sólidos que eliminan la profundidad. Así, en la bitácora personal de Millán, sus obras tienen nombres como Color field Océano o Color field Confeti.

“A cada obra le pongo cabeza y corazón. Es imposible no ponerle un nombre porque estás contando una historia, generás un vínculo, algo te tiene que evocar o transmitir. Es como un hijo, no puede nacer sin nombre. Yo pinto paisajes, océanos, campos de tulipanes, girasoles, papel picado, fuegos artificiales. Todo eso queda plasmado en la obra.”
Su obra es de trazos y líneas asimétricas. Un modo de explorar los sentimientos y las emociones a través de formas geométricas y colores depurados. Justamente, la empresaria mendocina adscribe a la corriente del expresionismo abstracto, de la que Mark Rothko, el artista oriundo de Letonia, fue una de las figuras centrales. Un artista tan genial como atormentado que en sus producciones buscaba, a través de colores nítidos, la espiritualidad.
“Para mí, el arte es un momento de meditación, de pausa, donde se refleja la tranquilidad, la armonía, donde entra la calma. Ojalá pudiera vivir del arte, es mi mayor deseo en el mundo, pero hoy mi principal trabajo es en la bodega de mi familia. Eso me demanda una energía impresionante. Cuando vuelvo a casa y me calmo, pintar es mi momento de paz.”
