Pedro Almodóvar: el legado de un director instalado en la memoria de la humanidad
Los dos primeros asesinatos cometidos por la protagonista de Titane, la película de Julia Ducournau ganadora de la Palma de Oro en Cannes, actualmente disponible en Mubi, constituyen un evidente homenaje a Matador, obra fundamental de Pedro Almodóvar.
Sirve este ejemplo para indicar la enorme influencia que tiene el realizador de Los abrazos rotos sobre distintas generaciones de cineastas, en especial en las directoras. Cuando fue presidenta del Jurado del Festival de Venecia, Lucrecia Martel homenajeó a Almodóvar con palabras conmovedoras: “El cine es su religión. Su parroquia fue la sala de cine de barrio. Almodóvar fue causa y consecuencia de la Movida, la contracultura que desempolvó a España del largo letargo del franquismo. Sus invenciones forman parte de la memoria de la humanidad. Todos sabemos que hizo cine sin ir a una escuela de cine y festejamos esta carencia. Afinó sus oídos con los chismes de peluquerías, con las lavanderas en el río, en callejones de adictos insomnes, en el cotilleo de los vecinos. Su cine fue una reconciliación con el castellano”, afirmaba emocionada la responsable de La niña santa.

Una carrera de colecciones y tesoros
Pedro Almodóvar forma parte de nuestra educación como espectadores. Mientras Joaquín Sabina le confesaba al mundo hispanoparlante que quería “ser una chica Almodóvar”, nosotros descubríamos el gazpacho gracias a Mujeres al borde de un ataque de nervios.
Nos fascinaba la locura amorosa de La ley del deseo. Conquistaba fieles con el desenfado punk y contestatario de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón y Laberinto de pasiones. Mostraba su costado anticlerical en Entre tinieblas y La mala educación, y para quienes sabíamos de las represiones de la dictadura en la Argentina, nos abría una ventana a la intimidad de los cuerpos, a los secretos del erotismo; una constante en su filmografía, desde las ya mencionadas La ley del deseo y Matador hasta ¡Átame! y Carne trémula.
Almodóvar contribuyó en forma notable para la globalización de carreras, como las de Penélope Cruz, Javier Bardem y Antonio Banderas, y logró que nombres como Carmen Maura, Victoria Abril, Marisa Paredes, Chus Lampreave, Verónica Forqué, Rossy de Palma y Julieta Serrano quedaran definitivamente asociados a su filmografía.
El realizador de Dolor y gloria también ha demostrado una debilidad por los talentos argentinos y supo contar con intérpretes como Cecilia Roth, Darío Grandinetti y Leonardo Sbaraglia.
Almodóvar carga el raro privilegio que en su momento también le había correspondido a Federico Fellini, de que su apellido sea utilizado como adjetivo, lo que demuestra que en mayor o menor medida todos sabemos de qué hablamos cuando nos referimos al carismático director.

Se apela a términos como “estética almodovariana” o “temática almodovariana” como calificativos para referirse a obras ajenas al cineasta español. Es un recurso utilizado principalmente por integrantes de la crítica cinematográfica cuando ven una película con varias mujeres, con un audaz manejo de los colores o con una estructura melodramática. Hasta el ministro de Cultura y Deporte español, un funcionario llamado Miquel Iceta, se ha autoproclamado “almodovariano” y eligió Mujeres al borde de un ataque de nervios como su película española favorita
El propio Almodóvar parece estar bastante cansado de esta situación. Ya en 2016 dialogaba con el periodista Mateo Sancho Cardiel, de El País, y manifestaba: “Sobre mí se han creado tantos lugares comunes como director y como persona que a veces me encuentro con eso en mi propio equipo, que intenta ser más Almodóvar que yo mismo, y con eso se refieren a otra época de mi carrera. A veces me encuentro diciendo sobre la decoración: ‘Eso es muy almodovariano’. Y eso es negativo, ahora estoy en otra situación y otra narrativa”.
Madres Paralelas
Heredero del cine de Luis Buñuel y John Waters, creador que con el tiempo se ha tornado más clásico y reverenciado, lejano al espíritu provocador de sus comienzos, recurre al acogedor refugio de Netflix para su última propuesta. Luego de ser mostrada en nuestro país en el Festival de Mar del Plata y tras un breve paso por los cines, desde el 18 de febrero la plataforma alberga a Madres paralelas e irá teniendo disponible en su catálogo a lo largo del mes títulos como Entre tinieblas, Kika, Volver, La flor de mi secreto, Carne trémula, Tacones lejanos, La ley del deseo y Mujeres al borde de un ataque de nervios.
Cultor del melodrama y devoto de la maternidad en esta nueva incursión narrativa, Almodóvar se encuentra en su salsa. Película repleta de simetrías, duplicidades, casualidades y paralelismos, combina en su relato la Guerra Civil española, el franquismo, el abuso sexual y la usurpación de identidad, entre distintos tópicos a los que también hay que incluirles una particular mirada sobre el egoísmo de la creación artística.
Los puntos altos radican en la música de Alberto Iglesias, el trabajo de montaje de Teresa Font, el vestuario a cargo de Paola Torres y la magnífica interpretación de Aitana Sánchez-Gijón.

Los Oscar, una de cal y una de arena
La jornada del 8 de febrero habrá representado una disquisición agridulce para Pedro Almodóvar en relación con las nominaciones a los premios Oscar. Por un lado, su película no entró entre las diez elegidas para la categoría principal, y su trabajo no fue reconocido en su faceta de director o guionista.
Por el otro, Madres paralelas obtuvo las dos nominaciones más previsibles. Para Penélope Cruz, la cuarta en su carrera y la segunda como actriz protagónica. Además, fue recordado en forma muy merecida el compositor Alberto Iglesias, también por cuarta ocasión luego de haber estado nominado por El topo, El jardinero fiel y Cometas en el cielo.
Lo más sorprendente de Madres paralelas es que por primera vez en su carrera, Pedro Almodóvar se sube al carro de la corrección política. Se nota algo forzado el movimiento, no le sale, parece una cuestión autoimpuesta, una necesidad antes que una auténtica convicción. En una escena, Almodóvar retrata a Penélope Cruz con una remera con la inevitable consigna feminista que nos remonta al Instagram de la mujer blanca al que hacía alusión Bo Burnham en Inside, especial de comedia que también se puede ver en Netflix.
En un momento de Madres paralelas parece que el director estuviera tentado de volver a su antiguo desparpajo, a su añorada irreverencia, y decidiera transformar el relato en una suerte de Mujer soltera busca. Pero estamos en presencia de un producto carente de humor, a cargo de un hombre que asumió una cruzada importante y trascendente, con un compromiso con la verdad, la memoria y la justicia, que quiere arrojar luz sobre el pasado de la contundencia antropológica y no puede darse el lujo de perder los límites del control.
Hace poco se cumplieron 25 años del fallecimiento de Osvaldo Soriano. El entrañable periodista y escritor supo brindarnos una satírica mirada sobre el peronismo en No habrá más penas ni olvido. En el caso de Almodóvar, las penas siguen presentes. En Madres paralelas demuestra, una vez más, que no está dispuesto a entregarse al olvido.

Créditos
Fotos: Nico Bustos / El Deseo