Mateo Sujatovich: ¿por qué será que estoy de moda?

El líder de Conociendo Rusia finalmente pudo hacer sus shows en el Gran Rex. La idea original era presentar Cabildo y Juramento, pero el repertorio cambió porque después de la pandemia sacó un álbum nuevo, La dirección.

No es ningún secreto que la banda Conociendo Rusia es el proyecto personal de Mateo Sujatovich, apodado “el Ruso”, lo cual explica el nombre del grupo. Lo que no todos saben es la dimensión del éxito de la banda, que en épocas de pandemia y limitaciones de aforo había anunciado nada menos que seis funciones en el Gran Rex. Ahora, hace apenas un par de semanas, fueron cuatro conciertos a sala llena, un poder de convocatoria superior al de muchos rockeros clásicos del panorama local.

La clave está en el poder de las canciones, un formato clásico que Mateo conoce con familiaridad, buen gusto y talento ya desde su álbum debut en 2018, lanzado en forma independiente por YouTube y Spotify, luego editado por el sello Geiser. Los hits masivos llegaron con su segundo disco, Cabildo y Juramento, que tuvo siete nominaciones a los Premios Gardel y tres para los Latin Grammy.

Ahora llega La dirección, grabado en julio de este año, que tuvo anticipos como “Mundo de cristal”, “Se me hizo tarde” y “No aguanto más”. Hay arreglos de Javier Malosetti y de su padre, el legendario Leo Sujatovich, ex Spinetta Jade. El sonido es más orgánico y se siente la fuerza de la banda tocando en vivo.

Pero hay más: Mateo también grabó un dúo con David Lebón, una nueva versión del viejo hit “Tiempo sin sueños”. Antes había hecho otro con Fito Páez (“Tu encanto”) y también un homenaje a las víctimas de la AMIA con León Gieco y Zoe Gotusso. Todos cruces generacionales tan efectivos como interesantes, otras muestras de su personal estilo para componer, tocar y cantar.

Y como si todo eso no fuera suficiente, un tema suyo fue elegido para la gala en el Teatro Colón del festival Ciudad Emergente, donde una selección de nuevos artistas cantó temas sobre Buenos Aires, y su “Cabildo y Juramento” fue interpretado (magníficamente) por Chita.

Los hits masivos llegaron con su segundo disco, Cabildo y Juramento, que tuvo siete nominaciones a los Premios Gardel y tres para los Latin Grammy

–¿Realmente te largaste a cantar recién a los 26/27 años?

–Sí. Cantar con un proyecto sí, en Rusia. Antes estaba en un grupo llamado Detonantes, donde tocaba la guitarra.

–¿Cuáles serían los pros y los contras de largarte a cantar de grande?

–Por ahora tengo todo pros, porque la verdad es que me ha ido bien (risas).

–¿No te resultó raro o intimidante al principio?

–No. Todo lo contrario, porque, perdido por perdido, yo encontré una energía y una valentía enormes. Y empecé a disfrutar de meter la jeta y cantar. Me di cuenta de que cantaba muy bien y eso estaba bueno.

Me encontré haciendo algo bastante bien y disfrutándolo. Está bueno cuando de repente te das cuenta de que tenías una carta para jugar y no sabías que la tenías. Y todavía la sigo descubriendo y disfrutando, porque todavía es nuevo para mí.

–La pregunta sería por qué no lo hiciste antes. ¿No se dio, no te animabas o te intimidaba que tu hermana Luna cantara tan bien?

–¡Ja, también puede ser eso! Qué sé yo, cada cual tiene sus dificultades y sus tiempos, hasta que algunas cosas se destraban y empiezan a suceder.

–En casi todas las notas que te han hecho se señala que viviste un tiempo en Madrid y que estudiaste guitarra con Claudio Gabis. ¿Hasta qué año estuviste allá?

–De 2003 a 2005. Fueron dos años y medio.

–¿O sea que Detonantes fue acá?

–Sí, claro. Debe de haber empezado en 2007/2008, el año que egresé. Ahí empezamos con Joaco Carámbula, que recién había entrado en mi colegio, el Colegio de la Ciudad. Cuando agarró la guitarra no lo podíamos creer, porque probablemente es de los mejores guitarristas que conozco.

Fuimos cruzando onda, copándonos con el modo de cada uno y nuestras diferencias. Joaco tenía una banda, la desarmó, me dijo que iba a armar otra, me propuso entrar y así se armó Deto.

–Contame cómo fue el armado del álbum nuevo y cómo fuiste eligiendo los temas que salieron antes.

–El disco se armó desde los momentos más duros y encerrados de la pandemia hasta los momentos de cuarentena más “free”, como el verano pasado. En un momento me di cuenta de que se me venía un lindo año por delante y de que iba a tener tiempo de grabar el disco. También me generé un espacio cuando vi que los Gran Rex de abril se estaban comenzando a complicar y se volvieron a caer.

Ahí tomé la decisión de no volver a postergarlos, sino que los cancelé. Cerrar una puerta me abrió otra, porque me puse por completo el objetivo de hacer el álbum. O sea que se fue componiendo en este último año y medio. Y cuando se volvieron a abrir las posibilidades de tocar, empezamos a armar de cero estos Rex de noviembre.

–¿Fue difícil armar la lista del show para poder incluir todos los temas nuevos?

–Mirá, siendo una banda relativamente nueva, no es que tengamos un montón de discos y haya que ver qué se toca y qué no. La verdad es que, siendo nuestro primer Gran Rex, tocamos todo lo que tenemos, con el disco nuevo y todo lo anterior. Más adelante, cuando tengamos cinco u ocho discos, vamos a tener que hacer alguna maniobra un poco más compleja en relación con ver qué dejar afuera y qué dejar adentro.

–¿Cómo repartiste los arreglos con Javier Malosetti y tu padre?

Javier hizo el arreglo de “Vos y yo”, un tema blusero, porque tenía como referencia el arreglo que había hecho para “Rock and roll y fiebre”, de Pappo. Para mí, “Vos y yo” es una especie de “Rock and roll y fiebre”, por supuesto que salvando las distancias.

Es un blues y rock and roll que tenía la posibilidad de arreglos de big band, que es un lenguaje que él maneja con muchísimo swing. Todo lo demás, que es cuerdas y algunos arreglos de brass, fue para Leo, que es muy crack haciéndolo y aparte es mi viejo. Todo lo que pueda hacer con él, lo voy a hacer.


“Cantar todavía es nuevo para mí. Está bueno cuando de repente te das cuenta de que tenías una carta para jugar y no sabías que la tenías.”

–Hay un sonido más de banda, más orgánico que el disco anterior. ¿Se grabó de otra manera?

–Está orgánico, sí, porque grabamos la base de bajo, bata y guitarra muy en vivo. La verdad es que no se editó nada y se mezcló poco, entonces se escucha mucho el audio que se logró en la sala.

–También hay más rocks. En el anterior sólo estaba “30 años”, y acá están “No aguanto más”, “Cada día” y el blues.

–Totalmente. Sí, es más rockero este. Salieron así, no los busqué, aparecieron y fueron bienvenidos. En un momento me dije: “¿Qué onda? Este disco está re rocanrolero, ¿estará okey?”.

–¿Cómo surgió la idea de la foto de tapa, con esa rueda gigante?

–La trabajamos con Ale Ros, que es un gran artista que hizo millones de tapas de discos. Charlamos mucho por Zoom mientras yo estaba en España, y en un momento preguntó qué pasaba si me metía adentro de una rueda. Le dije que sí, terminamos encontrando una rueda gigante e hicimos la foto.

–¿La invitación para hacer “Tiempo sin sueños” con David Lebón fue algo inesperado?

–Sí. Hace tiempo que nos venimos cruzando con David, que ya tiene un disco de featurings. Quiso hacer su volumen dos y habrá tenido que pensar en más gente (risas). Habrá dicho: “¡Vamos a invitar a este guachín!”.

Yo, encantado, porque David es un artistazo impresionante y le tengo mucho cariño. Aparte, no conocía la canción “Tiempo sin sueños”. La conocí de este modo y es un temazo. David es un crack y hasta me dio el solo de viola; estuvo bárbaro.


“Cerrar una puerta me abrió otra, porque me puse por completo el objetivo de hacer el álbum.”

–¿Y qué sentís cuando arman una selección de temas sobre Buenos Aires para cantar en el Colón y eligen uno tuyo, junto a canciones de Spinetta y Charly?

–Y... ¡la gente está enloqueciendo! (risas). Está re sarpado y fue muy fuerte y muy lindo. Conozco a varios de los chicos que hicieron los arreglos, y uno me mandó la primicia de que estaba sucediendo eso. Después me enteré de que el director de la orquesta iba a ser mi primo Ezequiel Silberstein, que me empezó a mandar audios de los ensayos.

Y cuando me enteré de que lo iba a cantar Chita y escuché el ensayo, me encantó lo que había cantado y le mandé un mensajito agradeciéndole, diciendo que lo hacía re lindo y le deseaba lo mejor. La conozco desde hace años.

–¿Te veías como un letrista tan porteño o que tus letras reflejaran tanto a Buenos Aires?

–No lo había pensado, pero me reconozco superporteño. En ningún momento pensé que iba a hacer una canción sobre Cabildo y Juramento, ni que quedaría instalada de un modo de artista argentino y porteño. Me parece hermoso, pero fue una casualidad encontrarme con esa canción.

–En el tema “Mundo de cristal” decís “dormí re mal, sólo unas horas, ¿por qué será que estoy de moda?”. ¿Por qué?

–Tiene que ver con el porqué de algunas cosas. Mil veces me pregunto: “¿Por qué a mí, por qué me va bien con la música, por qué se escuchan mis canciones?”. La verdad es que es un privilegio. Creo que esa frase tiene que ver con eso, con haberme hecho esa pregunta. No me impide disfrutarlo, pero a veces hay un sentimiento raro cuando te toca a vos y no le toca a otro.

Fotos: Guido Adler

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