Fábrica de Estampas: el original proyecto que teje puentes entre el arte y distintas comunidades
Por: Agustina del Vigo
Delfina Estrada y Victoria Volpini tienen un taller de grabado desde 2011. En Fábrica de Estampas, que empezó en un garaje, hoy se ilustra, imprime y se dan talleres ambulantes que tejen puentes con el mundo. Sus creadoras afirman que inventaron una forma de vivir del arte. Al menos una manera que a ellas les sirvió para aplicar lo que habían estudiado en el IUNA. Esta fórmula alquímica, que muchos admiran, tiene una receta.
–¿En qué consiste esa forma que inventaron para vivir del arte?
Victoria Volpini: –Creo que es una cuestión de insistencia. Me llevó un tiempo poder vivir sólo de esto.
Delfina Estrada: –Tenés que encontrar tus modos. Creo que las necesidades que fuimos teniendo, sobre todo desde que alquilamos el espacio y tuvimos cuentas que pagar, nos fueron llevando a hacer más cosas, a dar clases, a armar ferias. Y eso nos empezó a abrir las puertas a otros proyectos. Podés estar atento a convocatorias también. La universidad no te prepara para armar presentaciones o manejarte en situaciones concretas. Entonces aprendés haciendo. También sirve armarte una comunidad, una que surja del ir haciendo.

–En general, todo el mundo dice que si te dedicás al arte te vas a morir de hambre. ¿Ustedes qué clave encontraron para ganar plata con lo que hacen?
D. E.: –A nosotras, por ejemplo, la pandemia nos ayudó, en el sentido de que nos llevó a armar una Tiendanube. No podíamos hacer las ferias, que era un modo de circulación, y la tienda nos ayudó muchísimo. Empezamos a averiguar cómo hacer envíos al exterior, a usar el correo, nos dio mucha más autonomía. Después están nuestras apuestas caprichosas, los proyectos que hacemos nosotras. Nadie te va a caer con una idea maravillosa e increíble.
V. V.: –Como el libro sobre la anarquía.
Este año, Fábrica de Estampas fue convocada por la editorial española Libros del Zorro Rojo, especialista en libros ilustrados, para editar el texto del pedagogo José Antonio Emmanuel, escrito en 1931, y puesto a circular por el anarquismo catalán durante la Segunda República, antes del periodo franquista.

“Este folleto está escrito para contestar a la pregunta que nos han formulado varios camaradas: ¿Cómo educaré a mis hijos?”, dice el prólogo. Las ilustraciones fueron pensadas, según Fábrica de Estampas, para recuperar algo de la ternura del mundo infantil y su vínculo con los animales. Un interesante contraste al hablar de temas como el valor del trabajo o la abolición de la esclavitud.
–¿Por qué decidieron ilustrar un libro sobre anarquía para niños?
D. E.: –Todo tiene que ver con cómo una cosa se va conectando con otra. Estaba juntando material para una feria y fui al depósito de la distribuidora La Periférica, y, en un rincón, encontré una edición chiquitita, muy sencilla, de La anarquía explicada a los niños. Cuando lo leí me alucinó. Además, me tocó de cerca porque soy mamá, y me interesa mucho el tema de les niñes y lo que leen. Decidimos hacerlo, “masticar imágenes”, como digo yo, que es lo que hacemos en Fábrica: juntar referencias, cosas y transformarlas.
V. V.: –Cuando empezás no es fácil que alguien te edite, entonces decidimos hacerlo nosotras con Imprenta Rescate y con Fede Paladino. La versión original era un libro artesanal que era muy difícil de reproducir. Imprimimos 1.500 xilografías, algo que nunca habíamos hecho y que no se hace en general.
–¿Qué es la xilografía?
V. V.: –El grabado es una forma de impresión y de producción de imágenes que consta de una matriz donde se hace el diseño (que puede ser de madera, de metal, de piedra, casi de cualquier cosa) y la estampa. La xilografía es una técnica dentro del grabado. El grabado lo que tiene es que permite la multiplicidad de originales: cada estampa es un original, pero, al mismo tiempo, es múltiple. De ahí viene también el vínculo del grabado con los movimientos sociales, como el anarquismo en la Argentina durante la primera mitad del siglo XX, y en España.
–¿Por qué se genera ese vínculo?
V. V.: –Se genera al no crear una obra única que sólo va al museo. Crea una obra múltiple que puede circular por varios lugares.
D. E.: –Sí, puede transformarse en panfletos, libritos, sin la necesidad de gastar demasiado. En el grabado sos tu propia herramienta, y eso te da un poder para autogestionarte. El grabado tiene una forma de circulación más del mundo independiente. Cuando se graba se puede compartir el momento de creación. Lo vemos también cuando hacemos nuestros talleres.

–Ustedes se refieren al grabado como “hacer obra”, ¿cómo sería eso?
D. E.: –Hay algunos que dividen lo que se hace para vivir y el proyecto artístico, y yo creo que la gran obra es al final, cuando ves todo el recorrido, hecho con otros también.
V. V.: –Sí, es esto de los puentes y los mundos. En nosotras no hay fronteras claras entre nuestra vida como madres o artistas.
D. E.: –Creo también que la idea de obra te marca un límite. Y hay cosas que a veces hacemos con otras personas, donde se juegan otros temas, o que responden a una necesidad, por ejemplo: tiene que salir determinada ley y nos piden unos afiches para que eso circule. Cuando hacemos eso no estamos pensando en la obra.

–Es pensar en la propia vida como una obra en la que todo lo que hacemos está relacionado.
D. E.: –Sí, y relacionado con otros. Nosotras hacemos un taller en el que tallan artesanas de la comunidad wichi, y eso es una obra de ellas, nosotras fuimos herramientas. En México, una vez, dimos un taller y viajamos con una valija llena de basura pintada de dorado para después estamparla allá.
–¿Basura?
D. E.: –Fue en el Museo Tamayo. Imprimían la basura y se transformaba, quedaba hermosa. Después la uníamos con la obra de Antonio Berni. Y después pegatinamos esas impresiones e hicimos un mural.
V. V.: –Primero lo hicimos acá ese taller, con chicos en José León Suárez, donde transformamos la basura en una imagen bien glam, con pintura dorada y plateada. Fue hermoso.