Luz Cipriota • LA EXTRAÑA DAMA

Desde su casa en Madrid, la actriz internacional disfruta del éxito rotundo de Luis Miguel, la serie trending topic que mantiene en vilo a Latinoamérica y Europa y reivindica a la telenovela como un género que todavía sigue vigente.


Muchas veces fue la chica buena, pero interpretó a una despiadada bailarina clásica en El maestro, con Julio Chávez, que le valió un Martín Fierro, y en vez de esperar personajes similares, salió a domar desafíos. Luz Cipriota se instaló en España, fue una de las protagonistas de Las chicas del cable, hizo teatro, se probó como comediante y hoy es Lucía Miranda, pareja del representante Hugo López (interpretado por otro compatriota, el gran César Bordón), en Luis Miguel, la serie evento de Netflix que domina todas las conversaciones.

Actriz internacional, cantante, bailarina, profesora de teatro musical, catcher del Club Ciudad de Buenos Aires, ingenua de novela, campeona de gimnasia, villana punk. Luz nos recibe virtualmente desde la casa que comparte en Madrid con su compañero, el cineasta español David Serrano. Su silueta se recorta sobre una impresionante biblioteca y sospecho que tendremos varias páginas para recorrer en un diálogo que nos llevará desde Palermo hasta Ciudad de México.

–¿Cómo es hacer a Lucía Miranda? Una persona que está igual desde hace 30 años, ¡ese corte carré nunca vence! No se puede creer.

–¡Eterna! Eso me vino re bien, porque tenía que interpretar a la Lucía de hace algunos años, ¡y era la misma que ahora! El corte de pelo, los gestos… en ese sentido, me basé mucho en lo que se ve, armé el personaje desde afuera hacia adentro. Ella es muy del look, del flequillo, de estar siempre arregladita, así que empecé por ese lado porque sentía que era lo que más me iba a acercar a ella para después ir descubriendo su personalidad.

Conserva su postura de modelo, el maquillaje, el delineado, la sombra hasta el límite de las cejas. Se me ocurre que en este caso te ponés su peluca y ahí ya algo te lleva al personaje, ¿no? La impronta visual es muy fuerte, ¿de qué rasgos te agarraste para construirla?

Lo que me parecía importante, más allá de la Lucía que conocemos hoy en los medios, era encontrarla desde otro lugar. Tanto a la producción como a mí nos interesó mostrar a la Lucía Miranda que veía Luis Miguel en ese momento, que no era la misma que nosotros conocíamos, sino la mujer de Hugo López, así la percibía él. Por eso quise ser muy fiel a los guiones, confiando en que están muy bien escritos. Muchas veces los actores, por querer ponerle más información al personaje, terminamos nublando lo que realmente queremos contar. Me parecía muy importante reflejar la visión que Luis Miguel tenía de ella en ese momento tan importante de su vida, con un Hugo López muy deteriorado de salud, y asomarme al rol que juega ella en aquellas circunstancias tan alejadas del show business. En ese momento no está la mujer monísima frente a la cámara.

–Mencionaste los guiones. Decime que para armar el personaje los tuviste todos y te los devoraste. Confieso que yo me tiraría de cabeza, es imposible no querer saber qué va a pasar. ¿Ocurrió eso?

–¡Sin duda! Tuve todos los guiones desde el principio, realmente los actores los necesitamos. Por ejemplo, yo no estuve en el segundo episodio, pero necesito saber qué pasó para meterme en la historia que se cuenta en el tercero, donde actúo. Tener todos los guiones completos no se negocia. Lo primero que hice fue leérmelos y realmente pensé: “Menos mal que no ponen a disposición toda la serie junta porque la hubiéramos visto en dos días”. Te la dosifican cada domingo, y digo: “Mejor, así dura más”.

–Creo que ese es uno de los aciertos de la serie: rescatar la tradición de esperar el episodio, lograr que el visionado en sí mismo sea un evento. Salvando las comparaciones, replica a nivel latino lo que fue un fenómeno como Game of Thrones, por ejemplo. Al día siguiente en las redes no se habla de otra cosa.

–Es que hoy, con el tema de los spoilers, la gente, en cuanto suben una serie completa, la mira de principio a fin para no enterarse de determinados detalles que circulan, pero esto es hermoso, yo siento que es un poco como volver a La extraña dama. Es un retorno a tiempos donde se paraba el mundo para ver la telenovela, ¡y eso es lindo! Mirá, a mí me pasa con mi familia: están el domingo haciendo la previa por WhatsApp, avisan “está disponible el capítulo” y ahí vamos todos corriendo.

–Ahora que lo decís, ¡la extraña dama sos vos, Cipriota! Actuás, cantás, bailás, gimnasta federada, catcher de softbol… ¿Será justamente porque fuiste catcher que las atajás todas?

–Sí, yo fui catcher y las atajé todas (se ríe). Creo que si algo me enseñó en la vida es a estar siempre atenta, pero para eso hay que estar preparada también. Para poder ofrecer muchas facetas es necesaria una formación. Al tener desde chica tan claro lo que me gustaba y lo que quería, empecé a tomar clases de todo y hasta el día de hoy sigo en esa búsqueda para sumar más a mi oficio. Ahora estoy aprendiendo piano, siempre hay algún idioma nuevo que me puede abrir puertas a otros personajes… Soy curiosa e inquieta, básicamente.

–Dicen que sin curiosidad no hay actuación ni periodismo, en esa te acompaño. Muchas veces se abre un falso debate entre estudio y capacidad natural, ¿la formación te ayudó a tomar la decisión de emprender una carrera internacional?

–Ciento por ciento, la formación para eso es fundamental y se lo digo siempre a mis alumnos. Yo estoy dando clases acá en Madrid pero también tengo una escuela de teatro musical en Buenos Aires, SOM Academy, donde van niños desde los tres hasta los 18 años que quieren dedicarse a esta profesión, y no me canso de decirles que lo que más me ayudó fue tener herramientas muy variadas. Todo lo que puedan aprender de muchas disciplinas es importante, a veces no cuenta solamente la formación actoral. Por ejemplo, a mí el hecho de haber sido gimnasta me abrió muchas puertas porque tenía un diferencial con respecto a otras actrices, y esto me daba también ciertas características físicas para algunos personajes, como fue el caso de El maestro (N. de la R.: interpretó a una bailarina de élite) o el de Soy Luna, donde tuve que patinar. Eso suma cuando te vas a otro país con tu video reel: podés mostrar que sos versátil y ofrecés drama, comedia… Decirles acá soy una villana rapada y también una chica de telenovela.

–Hablando de telenovelas, los mexicanos saben mucho de eso y ahora formás parte de una serie que homenajea al género. Repasando tu trayectoria, varios caminos conducen a México, porque vos debutaste en cine con la película Déficit, junto a Gael García Bernal, y ocho años más tarde llegaste hasta Luis Miguel, ¿lo ves así?

–A México siempre vuelvo, hay una sensación de retorno constante. Fui muy bien recibida a partir de que hice amigos en aquel momento por mi primera película, siempre hice castings, participaciones… es un mercado en el que podría haberme instalado como lo hice acá en Madrid, hay muchas posibilidades de trabajo. Cuando surgió lo de Luis Miguel fui feliz, sobre todo porque es increíble, pero uno de los productores de la serie había estado también en Déficit, así que fue reencontrarnos. Lo mismo con Camila Sodi (Érika en la serie), que fue mi compañera de habitación también durante ese rodaje, compartimos nuestros inicios y nos conocemos desde ese momento. También con Anna Favella, quien hace de Marcela Basteri, la madre de Luis Miguel, había trabajado en una serie italiana. Luis Miguel nos reunió a todos, fue una alegría, me hizo mucha ilusión.

–Tu vida tiene mucho de reencuentro: estás en pareja con David Serrano, quien te había dirigido en Más de cien mentiras, aquel musical con canciones de Joaquín Sabina que tuvo su versión porteña, y ahora estás saliendo por zoom desde vuestra casa.

–Sí, ¡fue hace cinco años! En ese momento hubo un flechazo, pero no llegó a desarrollarse como una pareja estable. Después de que pasó un tiempo, cada uno tuvo sus relaciones y yo me vine para Madrid, ahí nos reencontramos. Y así estamos, ¡muy enamorados!

–Digamos que están en pleno “romance”, como el legendario disco de Luismi. Para seguir con los encuentros, ¿cómo es compartir la serie con tu familia en la Argentina? ¿Se comentan todo por chat cada domingo?

–Sí, y me mata porque ellos la ven antes que yo; acá está disponible recién a las dos de la mañana y en general no llego a esa hora, soy una persona muy diurna. Entonces la veo al día siguiente y ellos ya me comentaron todo. Como los actores no tuvimos la posibilidad de acceder previamente a la serie, pasa algo que me encanta: ¡mis viejos la ven antes que yo y me explota la cabeza!

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