FLatelier • Talento for export
De la Argentina a Los Ángeles, con escala en México. Historia de un matrimonio de directores creativos que llegó a trabajar en Disney y hoy dirige su propia compañía de diseño.
Hace trece años, Federico Laboureau y Maximilian Pizzi asistieron a una cena de amigos en común sin imaginar lo que vendría después. Uno, más delirante, volado y directo; el otro, más organizado y con perfil serio. No hizo falta decir en voz alta que los opuestos se atraen para que ambos empezaran una relación que sobrepasó los límites del amor y los convirtió, además, en socios creativos. Hoy, este matrimonio de argentinos apasionados por la moda dirige su propia compañía de estilismo e identidad de marca, FLatelier, y se involucra en proyectos que van desde el armado y la comunicación del Gay Pride hasta Disney y la producción de desfiles en el New York Fashion Week. Ambos aseguran que la Argentina fue una gran escuela para aprender a optimizar recursos y perderle el miedo a la improvisación. México, su segunda casa, el trampolín para cumplir lo que siempre soñaron. Allá instalaron una escuela de diseño y participaron de programas de TV, como México’s Next Top Model y Desafío fashionista. Pero no se conformaron: “Los Ángeles se convirtió en nuestro lugar, no sólo porque gran parte de la industria en la que trabajamos está acá, sino porque cuando llegamos recuperamos calidad de vida”, opina la dupla desde California.

“Como latinos, tenemos una variedad de colores, texturas, sabores, paisajes y una mezcla de culturas que nos hace únicos, pero siempre nos dijeron que mirar para afuera era la clave.”
–Decidieron irse del país. ¿Qué pasa acá en materia de tendencias? ¿En dónde estamos parados en relación al mundo?
Maximilian Pizzi: –En la Argentina se mira mucho para afuera pero no con apertura. Hay una onda de vestir, un tipo de zapato, un estilo “cool”, pero no hay individualismo. En las marcas pasa lo mismo: tienden a regirse por un parámetro común. Nosotros veíamos que había miedo a probar cosas diferentes, que salieran del formato cookie cutter. No creo que esto pase por falta de creatividad, porque hay que ser creativo para hacer las cosas con menos plata y recursos. Pero para crecer es necesario ser permeable a la crítica ajena, y eso en la Argentina no pasa mucho.
–¿Es cierto que las marcas argentinas copian?
Federico Laboureau: –Creo que la problemática radica en todo el territorio latinoamericano, porque nos enseñaron el oficio pero no a explorar nuestras emociones y a saber conceptualizar. Como latinos, tenemos una variedad de colores, texturas, sabores, paisajes y una mezcla de culturas que nos hace únicos, pero siempre nos dijeron que mirar para afuera era la clave. Con la técnica que adquirimos y la inspiración copy & paste surgen las colecciones Frankenstein de la mayoría de las marcas.
M. P.: –Copias hay y se sabe. En un mundo mucho más conectado y con generaciones que navegan y compran online o viajan, es fácil verlo. El tema no está en la copia: Zara, H&M y cualquier fast fashion copian tendencias o looks que a la gente le gusta pero no puede adquirir al costo de Chanel. El problema está cuando uno copia y después pone una etiqueta con su nombre y lo llama diseño, porque eso roza el plagio. En la Argentina, pocas personas se animan a abrazar la cultura que tenemos y proponer algo que realmente tenga identidad, que sea original.
–¿Qué desafíos conlleva trabajar en una ciudad en donde gana el que propone algo nuevo?
F. L.: –Es muy difícil, porque acá estás rodeado de competencia. Ser un profesional no sólo implica ser creativo, hace falta tener autenticidad, honestidad, compromiso para que alguien te contrate. En esta nueva etapa de mi vida, pude visualizar algo que dice la Ley del Dharma: “Cada uno de nosotros tiene un talento tan único en su expresión que no existe otro ser sobre el planeta que tenga ese mismo talento y lo exprese de la misma manera”. Este pensamiento nos llevó a ganarnos un lugar en una industria superdesafiante. Después de casi ocho años afuera, entendí que hay que aceptar las raíces y usar eso como factor diferenciador, para explotar lo exóticos que somos. Mostrar la sofisticación europea con el spicy latino hace que los argentinos tengamos un no sé qué especial.
M. P.: –El desafío no pasa por competir para ver quién es más original, lo desafiante fue aprender qué es lo que traemos a la mesa que nos hace diferentes y tener la perseverancia para mostrarlo. Una idea puede ser genial, pero tenés que tener la capacidad y el compromiso para hacerla realidad. Acá se valora mucho el trabajo en equipo, la comunicación y la ética laboral.
–¿Qué proyecto hoy les permite demostrar el diferencial que tienen?
F. L.: –Estamos trabajando en un museo virtual de arte y cultura latinoamericana en el que aprovechamos todos los recursos digitales y tecnológicos para armar salas inmersivas. La idea es que cada sala logre sumergir a los invitados en mundos diferentes, escuchar sonidos, ver texturas, saborear comidas a través de los ojos. Nosotros tuvimos la suerte de viajar por casi toda América latina, y en cada viaje lo primero que hicimos fue ir al mercado de artesanías o a los lugares donde se ven las raíces de cada ciudad. Si bien el museo va a estar curado por las casas de la cultura de cada país, nuestros viajes nos inspiraron a mostrar desde un ojo más contemporáneo y atravesado por el diseño lo mejor que tenemos los latinos.
–Además de sus proyectos personales, tienen la oportunidad de trabajar con gigantes como Disney. ¿Qué les aportó esta experiencia a sus carreras como creativos?
M. P.: –Es un cliente que nos divierte mucho porque está enlazado con el recuerdo de nuestra niñez y con la magia de los sueños, con el saber que siempre se puede. Para mí esos valores son parte de cómo veo al mundo y los desafíos. Disney nos enseñó cómo aplicar la creatividad a parámetros estrictos, es un titán de la industria y tiene lineamientos superclaros que se tienen que cumplir. Nos ayudó a entender cómo enfocarnos y a tomar las normas no como limitantes sino como un desafío, cómo aportar algo de nosotros a la magia de Disney.
F. L.: –Trabajamos en eventos de lanzamiento de películas, en shows para Disney+, fuimos parte del equipo creativo en la celebración de los 90 años de Mickey… Sin duda, es uno de nuestros clientes más queridos, porque cada cosa que sucede es mágica y está acompañada con la rigurosidad del profesionalismo. Si algo nos caracteriza en nuestro trabajo es el color, el querer crear constantemente un momento de fantasía. Nuestra industria es para hacer feliz a la gente; para bajones ya existen los noticieros. Por eso siempre buscamos que nuestro trabajo tenga una cuota surrealista, optimista y mágica.