Jedet • Que parezca un accidente
La actriz española que fue furor en la serie Veneno habla sobre la belleza como cárcel, detalla su lucha por sus trastornos alimenticios y dice: “No soy buen ejemplo para que me copien”.
“Soy prisionera del espejo. No me permito verme una arruga. Y eso que llevo mucho tiempo en terapia charlando sobre esto, pero al menos me esfuerzo en dar el mensaje. En esto que ven hay dinero, dolor y problemas mentales, y no es real. Siento una gran responsabilidad de que lo sepan.”
Carmen Jedet Izquierdo Sánchez, más conocida como Jedet, escribió dos libros con los que dijo haber sentido que había follado con los lectores. A la vez, asegura que terminar Efecto mariposa y Mi último regalo, dos autoficciones (“fueron un accidente, como todo en mi vida”), le permitió exorcizar sus desamores. En algún momento sintió que compartió demasiado sobre su intimidad, pero en definitiva la salvó. “Quise publicarlo para mi ex y lo he capitalizado, hoy es mi mejor amigo”, dispara sobre su catártico debut con las letras. “Al final, soy de las que piensan que siempre te tenés que llevar algo, mínimo que te paguen la cena”, dice con el corazón en la mano quien charlará como quien habla con una amiga más sobre su conflictivo último vínculo tóxico, que la decepcionó. Es que la actriz de Veneno (de Los Javis, Javier Calvo y Javier Ambrossi), la serie española que cuenta la historia de la artista transgénero Cristina Ortiz (1964-2016), encarnada también por su “hermana de la vida” Daniela Santiago, finalmente aprendió que el amor no es completarse con otro, y lo más importante, que la fama “es puro cuento”. La también cantante (este año lanzó su nuevo single posruptura, titulado “Te arrepentirás”) es una revolución cada vez que vuelve a Polícar, el pueblito de Granada donde nació y fue criada por mujeres: “Me paro con todas las señoras mayores y me encanta la gente. Cuando no había covid, hasta les daba besos en la boca”. Toda su vida, la belleza de Marilyn Monroe y la valentía de La Veneno, sostiene, le marcaron un camino de espinas y rosas.
Atrás quedaron las épocas en las que hablaba de su feminización y las intervenciones quirúrgicas a las que se sometió para que el espejo le reflejara una imagen acorde a cómo se sentía (“Me propuse no hablar más, sobre todo por el morbo que genera”). Pero ese mismo proceso también tuvo “precio”. “Espero no ser inspiración para la gente, yo me considero una víctima. Estoy encerrada en mi propia cárcel que me he creado a mí misma. Siempre les he pedido que no me siguiesen por eso, porque sigo enferma”, señala con valentía la amiga de Pedro Almodóvar, que es cada vez más consciente de que es su propia verduga.
–¿Cómo vivís tu dependencia a la estética? ¿Cuánto la padecés?
–Esas cosas me hacen sentir segura pero es triste. Me gustaría desprenderme de esa necesidad. Tener 50 años y comer boquerones mal teñida y sin hacer dieta porque tengo miedo de engordar cinco gramos.
–¿Cuánto afecta y obsesiona la hegemonía y homogeneidad que vemos en las redes sociales?
–Es muy peligroso lo que vemos en las redes. A mí se me va mucho a la cabeza y soy muy prisionera. No me permito verme una arruga. Y eso que llevo mucho tiempo en terapia charlando sobre esto, pero al menos me esfuerzo en dar el mensaje. En esto que ven hay dinero, dolor y problemas mentales, y no es real. Siento una gran responsabilidad. Y volviendo a lo de Instagram, los filtros distorsionan mucho la percepción. Ya me cuesta mucho tomarme una foto que no tenga el truquito.
–¿Tenés otras adicciones?
–Tuve vínculos tóxicos con las drogas y los hombres. No doy con ninguno bueno. Todos me traicionan, pero al menos me da oportunidad de componer canciones con ese dolor. Otra cosa muy fuerte con la que batallo es la bulimia, que he tenido desde los catorce años. Mi relación con la comida es muy tóxica, pero lo estoy manejando. Me pasó que en el rodaje de Veneno sufrí una recaída fuerte pero pude poner un stop, siempre con ayuda.
–¿Cómo fue el impacto de tu personaje en tu vida al momento del rodaje?
–Fue un reto muy grande como actriz. Y también como trans, porque además hago de Joselito (Ortiz cuando era hombre), y la verdad que verme con barba y con aspecto masculino no fue para mí de lo mejor emocionalmente. Luego fue un regalo enorme hacer de Cristina, sentía como si nos estuviese creciendo el pecho a las dos.
–¿Cómo te cambió la vida el éxito en la serie? ¿Qué es para vos la fama?
–No me considero famosa, sólo me regalan cosas y no hago filas. La única diferencia es que ahora cuando voy a mi pueblo a ver a mi familia y a mi perra llego con un bolso Gucci. Soy muy feliz porque vivo de lo que me gusta y no tengo que ser esclava. Ahora que me llegan muchos proyectos, hasta pienso: “¿Quién me creo que soy?”.
–Hemos crecido mucho como sociedad, pero aún hay cierto feminismo que deja afuera a las trans.
–Claro que no son feministas. La ignorancia no me molesta, estoy muy acostumbrada y a veces hasta me divierte. Pero puede ser dañino que una niña pequeña se tope con una persona ignorante. A hasta altura, en lo personal, trato de que no me afecte.
–¿Todo activismo por las personas trans hoy ya es poco?
–Exacto. Es que nos están matando. Necesitamos que nos respeten y apoyen. Lo mío es un caso aparte, pero el 85 por ciento de las mujeres trans están en paro y con una perspectiva de vida muy corta. Por eso intento utilizar mi voz, que hoy se escucha, para ayudar a mis hermanas.
–¿Hoy te sentís apoyada y respetada por tu familia respecto a tu identidad?
–Mi madre hoy se siente culpable porque no se dio cuenta. Dice que debería haber hecho que tomara la comunión como una niña. Pero no puede culparse porque cuando era chica no sabía y por ese entonces no había ni una referente.
–¿Y cómo fue crecer en tu casa con esa ignorancia?
–Rezaba esperando sentirme una niña. Y siempre creí que era como mis amigas. Pero en mi casa, cuando quería un vestido, me regalaban un pantalón y me tiraron las Barbies a la basura. Mi mamá una vez me dio una paliza cuando me sorprendió maquillándome. Nadie se preguntaba si la violencia estaba bien. Una aliada para mí fue mi abuela, que se divertía viéndome haciendo playback de Thalía toda maquillada.