Daft Punk • HUMANOS DESPUÉS DE TODO
A través de un video en YouTube, el enigmático dúo francés puso fin a una historia que empezó hace 28 años. Un estilo único que inspiró a toda una generación de DJ y puso a la electrónica en lo más alto del mundo.
Y sí, después de todo, los Daft Punk eran humanos. La noticia de la separación del dúo de música electrónica más importante de este siglo sacudió los cimientos del pop. Es cierto, hacía tiempo que no estaban activos, pero a nadie le llamaba la atención porque solían tomarse varios años para grabar material nuevo. Sin embargo, el anuncio, dado a conocer a través de un video en las redes sociales, marcó el fin de una era. Los franceses fueron fundamentales en la consagración de la electrónica en todo el mundo. Desde su aparición, tomaron elementos de todas las épocas, como la tecnología analógica de los 70 o el boom del house de los 80, y crearon no sólo canciones para dentro y fuera de la pista de baile, sino toda una experiencia audiovisual en vivo. En una época en la que parece que está todo inventado, Daft Punk deja una forma de hacer música que va a influenciar a generaciones enteras.
Cuando en 2014 Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter subieron a recibir el Grammy al Mejor Álbum del Año por Random Access Memories lograron algo sin precedentes: que la industria musical cayera rendida a los pies de dos tipos anónimos que ocultaban su identidad bajo cascos de robots. Encima lo suyo era la electrónica, una música que llenó los bolsillos de muchos productores con hits del verano pero que nunca fue tomada demasiado en serio o, por el contrario, adoptaba formas muy complejas y terminaba sonando en círculos muy pequeños. Gracias a Daft Punk, el género ganó credibilidad y se abrieron las puertas a otros artistas, en especial a DJ como David Guetta, Avicii y Calvin Harris, que se consagraron como superestrellas.
Desde su aparición, tomaron elementos de todas las épocas, como tecnología analógica de los 70 o el boom del house de los 80, y crearon no sólo canciones para dentro y fuera de la pista de baile, sino toda una experiencia audiovisual en vivo.
La clave de su éxito fue que ellos evolucionaron de adelante para atrás. Cuando empezaron, en 1993 –tras un breve paso por el rock indie en formato trío en el que un crítico calificó su música de “punk tonto” (“daft punk”)–, se volcaron al house. Al principio, su propuesta no se diferenciaba de otras. Incluso desde lo visual no eran más que dos jóvenes pinchadiscos que tocaban a cara descubierta y que llamaban la atención por la música que elegían para sus sets. Sin embargo, rápidamente se convirtieron en precursores de la variante francesa de este estilo que resurgió a mitad de los 90 y que se instaló en las radios y los canales de música de todo el mundo. Ahí empezaron a generar misterio ocultando sus rostros con distintos disfraces. Además, sus videos fueron fundamentales para llamar la atención. La canción “Around the World”, de su álbum debut, Homework, fue un clásico instantáneo gracias al clip dirigido por Michel Gondry con coreografía de Blanca Li.
En 2001 dieron el batacazo con Discovery, un trabajo más refinado en donde el dúo se acercó al synthpop tomando diversos elementos de la música disco y el technopop de los 80. “One More Time” demostró que se podía triunfar en las discotecas y en la FM con una base de Eurodance, una melodía atractiva y una voz sensual –cortesía del cantante y productor Romanthony– procesada por un efecto de Auto-Tune tan distorsionado como no se escuchaba desde “Believe” de Cher (1998). Su novedoso tratamiento de las voces en canciones como “Digital Love”, “Too Long” y “Harder, Better, Faster, Stronger” los vinculó enseguida con Kraftwerk, pioneros de la música electrónica, e inspirados en ellos tomaron su imagen robótica. De ahí en más, en todas sus apariciones públicas los Daft Punk se mostraron como androides.
Su disolución fue tan enigmática como el resto de su carrera. No hubo comunicados ni explicaciones. Simplemente, bajo el título de “Epílogo”, subieron a YouTube una escena de Electroma, la película que dirigieron y escribieron en 2006, que muestra a la dupla en el desierto y uno de ellos, luego de que el otro activa un detonador en su espalda, explota en mil pedazos.

Discovery fue acompañado por su primer proyecto audiovisual, la película de anime Interstella 5555, producida por el estudio de animación Toei, responsable, entre otros, de Mazinger Z, Transformers y Dragon Ball. El guion sigue el hilo conductor de las canciones del álbum y relata la historia de un grupo de pop que es abducido de su planeta y rescatado por un piloto espacial.
En 2005 llegó su tercer álbum, Human After All, que a pesar de su título (“Humanos después de todo”), fue su trabajo más robótico, prácticamente una vuelta a sus raíces house pero más extremo, rockero y menos esculpido que Homework. Fue lo contrario a su antecesor, pensado más para la rave que para escuchar en casa. De hecho, las canciones tienen más vida en el álbum en vivo que editaron después, Alive 2007, que en el estudio.
Ese registro es un testimonio de la espectacular gira que hizo el dúo entre 2006 y 2007 y que los trajo por primera y única vez a la Argentina. Fue su último gran tour y tuvo una puesta innovadora en la que Bangalter y de Homem-Christo, subidos a un escenario con forma de pirámide, mezclaban en directo música, luces y videos creando un espectáculo sensorial sin precedentes.
Cuando en 2010 Disney rescató del olvido película retrofuturista Tron con una secuela llamó inmediatamente a Daft Punk para hacer la banda sonora. Así como la música original de 1982 había estado a cargo de la pionera del sintetizador Wendy Carlos (que también compuso los soundtracks de La naranja mecánica y El resplandor), para la versión del siglo XXI del filme, los productores no tuvieron dudas de que los franceses eran los únicos capaces de capturar el espíritu de aquella época. La experiencia les abrió un nuevo mundo de posibilidades al descubrir cómo sus canciones hechas con instrumentos electrónicos y computadoras obtenían una mayor amplitud con arreglos orquestales.
A casi dos décadas de su formación, en 2013 el dúo parisino lanzó el álbum más ambicioso de su carrera. Random Access Memories es un verdadero manual de historia de la música electrónica. Fue grabado casi en su totalidad con tecnología analógica, sintetizadores vintage e instrumentaciones clásicas, como guitarra, bajo, piano y batería, pero también con orquestaciones, arreglos de vientos y coros reales. Es un álbum que revisita el funk, el Eurodisco, el rock progresivo del estilo de Pink Floyd, Alan Parsons Project y Emerson, Lake & Palmer, la electrónica más clásica de Vangelis y Jean-Michel Jarre y hasta el góspel. Llamaron a colaboradores de primera línea, como el rapero y productor Pharrell Williams; el cantante de The Strokes, Julian Casablancas; el fundador de Chic, Nile Rodgers (creador de uno de los sonidos de guitarra más distintivos de la música disco); el compositor Paul Williams, y, rescatado del olvido, el gran Giorgio Moroder, pionero en introducir los sintetizadores en la música bailable.
El resultado de modernizar los sonidos del pasado fue un disco magistral que llegó a los primeros puestos en todo el planeta y que ganó innumerables premios, entre ellos cuatro Grammy, dos en las principales categorías, “Grabación” y “Álbum del Año”. De esta manera, Daft Punk logró que la música electrónica tuviera el reconocimiento que tanto merecía.
Random Access Memories no fue presentado en vivo y su respuesta al éxito fue bajar el perfil. Lo último que hicieron fue colaborar con The Weeknd en las canciones “Starboy” y “I Feel It Coming”, dos de los hits más importantes del rapero canadiense.
Su disolución fue tan enigmática como el resto de su carrera. No hubo comunicados ni explicaciones. Simplemente, bajo el título de “Epílogo”, subieron a YouTube una escena de Electroma, la película que dirigieron y escribieron en 2006, que muestra a la dupla en el desierto y uno de ellos, luego de que el otro activa un detonador en su espalda, explota en mil pedazos. Al final aparece la leyenda “1993-2021” dando a entender que uno de los proyectos más influyentes de los últimos veinte años no existe más.