Discos • Cenizas y diamantes
Consagrados que apuestan por el riesgo y ganan. Una joven dulce y melancólica en su álbum debut. La revalorización de una carrera tan fugaz como brillante. Si todas las vidas tienen música, aquí hay tres fragmentos de biografías que la celebran.
Medicine at Midnight
Foo Fighters
Sony Music

En su décimo álbum de estudio, los FF meten cambio de ritmo y les cae de maravillas. Hay que agradecer también algo que tal vez les haya jugado (aún más) a su favor: apenas 36 minutos de duración al servicio de nueve temas directos, bailables, sin complejos a la hora de exhibir estribillos frescos y tintineantes, un poco a contramano de lo que se espera de ellos. ¿Hay rock? Claro. ¿Riffs contundentes? Por supuesto. Tampoco está ausente el proverbial poderío sonoro de la banda formada hace 26 años en Seattle. Pero Dave Grohl y los suyos esta vez se permitieron, además, arroparse en la canción festiva (el líder habló de un “saturday night party album”); un explícito aire al Bowie de Let’s Dance (tal como lo ha puntualizado el mismo guitarrista y cantante), y un par de baladas de esas que la banda lleva adelante con gracia y dolor. Bien por los FF: siempre es una buena noticia –además de un rasgo de madurez– permitir que los cimientos crujan sin que haya ni un poco de miedo a resquebrajarlos.
Collapsed in Sunbeams
Arlo Parks
Transgressive

Después de un single y un par de EP que le hicieron levantar la cabeza a lo más granado de la crítica musical anglosajona, y de figurar en la lista de Spotify de Michelle Obama, esta cantautora y poeta londinense de 20 años lanzó su primer disco, una encantadora colección de canciones que confirman lo que venía insinuando en ese puñado de temas. “Mi álbum es una serie de viñetas y retratos íntimos en torno a mi adolescencia y a las personas que la conformaron. Tiene sus raíces en la narración y la nostalgia: quiero que se sienta a la vez universal y específico”, le dijo a la revista NME, orientando así la antena hacia una escucha atenta a las letras. Pero nada sería de esos textos trabajados sin el refinado armado musical que los enmarca: bedroom pop, R&B, neo soul, folk, balada jazzera, cantados con una voz suave y quebradiza que se desliza por una orquestación delicada y casi lejana, parpadeante al brillo de cada palabra.
Start Walkin’ 1965-1976
Nancy Sinatra
Light in the Attic

Que la hija mayor del gran Frank fue mucho más que la chica atractiva que rompió todo en el 65 con “These Boots Are Made for Walkin’” o aquella que rescató Tarantino para la banda sonora de Kill Bill es algo que se sabe bien en los Estados Unidos pero poco aquí. Por eso es una gran oportunidad (plataformas streaming mediante) poder asomarse al trabajo de remasterización que el sello Light in the Attic está haciendo de sus álbumes de los 60 y 70, el periodo más brillante de una carrera zigzagueante y atada a un apellido demasiado famoso. Esto último, una injusticia: su estatura de artista es amplísima y abarcativa. Como era de esperar, este compilado de 23 canciones incluye una buena cantidad de temas del dúo que conformó con el cantautor Lee Hazlewood, quien no sólo aportó espesura autoral sino también su voz cavernosa de barítono, contraparte perfecta de la dulzura de Sinatra. Pero a no confundirse, Nancy no necesitó de ningún hombre para ser grande. Y este álbum precioso lo demuestra.