BENJAMÍN AMADEO • PASAJERO EN ESTE SHOW
En plena cuarentena, el músico, compositor y actor disfruta del éxito de sus canciones y del buen recibimiento de Crímenes de familia, la película que lo consolida como un artista definitivo e integral.
Crímenes de familia, la película de Sebastián Schindel protagonizada por Cecilia Roth, Miguel Ángel Solá, Sofía Gala, Yanina Ávila y Benjamín Amadeo, es un thriller apasionante que invita a la reflexión profunda del espectador que, de a poco, va armando la historia. Amadeo se destaca en un rol totalmente distinto a lo que viene haciendo en su carrera, interpretando al personaje de Daniel con una dualidad que nos mantiene en vilo durante toda la trama.
A la hora de la charla con El Planeta Urbano, Amadeo escucha con atención las preguntas, medita cada respuesta y, a medida que habla, nos abre una ventana a su alma y nos comparte su mirada sobre la profesión, la vida y sus pasiones. Se explaya con tanta honestidad que escucharlo es una bocanada de aire fresco en una era donde abundan los discursos en piloto automático.

–¿Cómo estás llevando el confinamiento?
–Con los altibajos propios del encierro, pero tranquilo. Entendiendo que como yo produzco, escribo y grabo bastante en mi casa, hay muchas cosas de la rutina que conservo, entonces, tengo la suerte de que tanto de mi vida habitual no ha cambiado. Excepto, por supuesto, lo que se refiere a encuentros con músicos, salidas y demás. Pude hacer el lanzamiento de mi música, estoy promocionando la película, así que bien.
–¿Filmaste el videoclip de “Vámonos” en el aislamiento? ¿Lo dirigiste vos?
–Sí, al no tener alternativas, traté de buscarle la vuelta, ponerme creativo en mi casa y aprovechar el tiempo y lo que tenía a mano. Para mí, los videos son como una reescritura de la canción, y si bien no hace alusión directa al tema del encierro, armé esta especie de historia de amor en cuarentena. Suelo dirigir mis videos y también meterme bastante en todo lo visual, me entusiasma mucho. Siento que fue una linda experiencia, con un buen resultado.
–¿Qué sentiste en la película al encarnar un papel tan poco usual para vos?
–A mí me gusta ir explorando un poco todo, siento que es una manera de ir aprendiendo cosas nuevas, de estar despierto. Haber tenido la posibilidad de trabajar en esta producción con gente maravillosa y que admiro tanto, como Sebastián Schindel, Cecilia Roth o Miguel Ángel Solá, es un gran privilegio que tuve. Y sí, es bien diferente a lo que vengo haciendo. Fue un gran desafío, lindo de transitar, así que espero que genere una grata sorpresa, en el sentido de que pueda ayudar a completar de la mejor manera la historia de la película y que la gente la disfrute.
“En muchos ámbitos está subestimada la instancia del casting porque genera dudas e inseguridades, pero por más que a nadie le guste someterse a exámenes, yo la celebro.”
–¿Cómo te llega la convocatoria para este personaje?
–Me llegó por la directora de casting María Laura Berch y por el productor Horacio Mentasti, con quien yo ya había trabajado y es una persona que confía mucho en mí. Hice una serie de pruebas, y una en particular que fue larga y muy interesante. En muchos ámbitos está subestimada la instancia del casting porque genera dudas e inseguridades, pero por más que a nadie le guste someterse a exámenes, yo la celebro.
–No es habitual escuchar a un actor decir que celebra la instancia de casting.
–Creo que, modestamente, como soy un director aficionado, he aprendido que es una instancia que tiene que responder pura y exclusivamente al imaginario del director. No se centra en las habilidades ni en las posibilidades de un actor (sin quitar mérito a los actores, todo lo contrario). Yo valoro mucho ese trabajo. Tuvimos una serie de castings y fue una muy linda experiencia, si no hubiese quedado, ya estaba satisfecho con el aprendizaje en sí.

“Un sueño recurrente es el de poder bajar una de las historias que tengo en la cabeza y hacer mi propia película.”
–¿Cómo fue filmar esa escena tan fundamental y compleja del testimonio en el tribunal? ¿Fue de corrido?
–(Risas) Sí, fue de corrido. El monólogo del juicio eran cuatro hojas de guion, fue un trabajo de mucha memoria. La verdad es que el equipo armó, tanto para mí como para Sofía Gala, un diseño de producción para apoyarnos y hacernos sentir muy contenidos. Usaron dos cámaras, para no tener que repetir tantas tomas. Fue un gran trabajo de todos y creo que logramos una escena que ayuda a sembrar las dudas necesarias para que la película te atrape como te atrapa.
–Se ve una construcción minuciosa y muy sólida en todas las áreas. ¿Cómo fue el trabajo con el director en el rodaje?
–La verdad es que todo lo que mencionás fue mérito de Sebastián. No es por jugar a la falsa humildad, sino que, en una producción, todos vamos un poco al ritmo que el director plantea. Vos podés colaborar, proponer, generar espacios y demás, en tanto y en cuanto el director lo permita. Él es muy generoso para recibir sugerencias y, a la vez, tiene clarísimo lo que quiere hacer. Nosotros tuvimos unos muy buenos ensayos y eso también es clave, porque llegás al set sabiendo lo que más o menos tenés que hacer. Generamos un intercambio muy rico, fue una experiencia realmente maravillosa y de mucha seguridad.
–¿Sentís que en un marco de contención tan sólido tuviste más libertad para crear?

–Stravinsky, compositor y artista del sonido, decía: “Cuanto más me limito, más me libero”. Cuando el director marca la cancha es más simple crear. Sebastián es muy claro con lo que quiere y lo que necesita; por ejemplo, él estaba muy seguro de que no quería que el monólogo del juicio se volviera un pelotazo, entonces ahí hicimos un trabajo minucioso acerca del ritmo. Celebro la generosidad de abrir el juego y la construcción dinámica que tiene a la hora de trabajar.
–Observando tu carrera, parecería que seleccionás con mucho cuidado cada cosa que hacés. ¿Qué tiene que tener un proyecto para que lo elijas?
–Básicamente, me tiene que emocionar. Voy a hablar por mí, obviamente, siento que he ido cambiando con el tiempo. Hubo una etapa en la que necesitaba hacer humor y mostrarme divirtiéndome, así de básico como suena, no lo puedo adornar. Y después sentí que quería hacer cosas con mi música, que es mi otra gran mitad. Luego apareció este proyecto de la película, que me planteaba un desafío que estaba lejos de mi rango y fue como tirarme a la pileta. En ese sentido, la curiosidad de géneros, temáticas y demás me tiene siempre con la boca abierta para el anzuelo, no sé.
–Es como que te mantiene vivo.
–Quizá suena un poco cursi, pero la verdad es que sí, me mantiene vivo. Mirá, cuando en algún episodio de la vida o el trabajo llegaste a conocer un límite tuyo y sentiste satisfacción por el hecho de conocerte, valga la redundancia, ahí la curiosidad se anima a más. Entonces, te das cuenta de que nada es tan terrible, que está bueno transitar cosas nuevas, tener problemas nuevos y aprender de los demás; se abre más el canal. Por lo menos yo lo percibo así.
–Para cerrar, ¿qué sueño te gustaría materializar en este plano en el presente o en un futuro cercano?
–Un sueño recurrente es el de, eventualmente, poder bajar una de las historias que tengo en la cabeza y hacer mi propia película. Cada vez que tengo la suerte de filmar cosas tan buenas y con gente tan talentosa, me doy cuenta de la tamaña epopeya que es hacer un largometraje, así que me da mucho vértigo, pero me encantaría eso. Lo que más me gusta es que son profesiones y pasiones que puedo hacer hasta el último día de mi vida, me dan ganas de seguir aprendiendo y armando mi portfolio emocional y mental. Creo que lo más importante es haber podido reconocer mis pasiones y tener la suerte de llevarlas a cabo.