ORNELLA BASILOTTA · VESTIR A CONCIENCIA
La diseñadora Ornella Basilotta convirtió los residuos de la industria petrolera en el principal insumo de su marca. A partir del reciclaje de bolsas de arena, desarrolló una colección de accesorios premium que logra reducir la huella de carbono.
Se sabe: la industria textil es la segunda más contaminante del planeta, después de la del petróleo. Ese fue el dato que llevó a Ornella Basilotta a cambiar por completo el rumbo de su marca. Después de abandonar el uso de fibras sintéticas, la diseñadora se animó a ir más allá y creó una colección cien por ciento sustentable, a partir del reciclaje de bolsas de arena. Un viaje a Neuquén fue todo lo que necesitó para conocer Vaca Muerta y descubrir la actividad del fracking, una técnica que permite aumentar la extracción de gas y petróleo del suelo. “Un solo pozo utiliza cuarenta mil toneladas de arena por mes, lo que equivale a 26 mil bolsones. Ese material, en su mayoría, se quema, no se recicla. Nosotros, en Basilotta, lo transformamos en productos premium”, explica Ornella. Así, la emprendedora logró fabricar desde carteras y mochilas hasta gorras, sandalias y billeteras, que van contra el concepto del fast-fashion y promueven el cuidado del planeta. “Es una forma creativa de reinsertar este residuo en una economía circular y reducir la huella de carbono”, resume.

–Te involucraste con el reciclado después de un viaje que hiciste a Neuquén. ¿Qué te llevó a conocer Vaca Muerta?
–Mi viaje a Vaca Muerta fue de casualidad. Basilotta es una marca que tiene diez años en el mercado, y yo hacía un tiempo había comenzado un camino hacia la sostenibilidad. Había entrado en una crisis personal, y ya no me gustaba lo que estaba haciendo. En ese momento, decidí hacer una colección cápsula, utilizando fibras naturales. Sentía que, de ese modo, le podía devolver algo al planeta. Viajé a Neuquén, porque me había contactado con una hilandería de lanas semiindustriales, y tuve la oportunidad de conocer una planta en donde se trataban los residuos petroleros. Cuando hice el recorrido, me mostraron los bolsones de arena y me contaron que eran re difíciles de tratar, porque había que triturarlos y después quemarlos. Yo enseguida vi eso como un textil y me enamoré de esa materia prima.
–¿A qué se debía esa crisis personal?
–Estaba disconforme. Empecé de muy joven en el rubro, a los 19 años. Hoy tengo 38 y soy madre. Una de mis hijas siempre me decía que quería hacer lo que hacía yo, y a mí no me gustaba tanto esa idea. No me convencía ser parte de una industria que contaminaba tanto. Yo quería dejarle una huella, enseñarle algo, más allá de la frivolidad de la moda. Entonces dije: “Si voy a hacer esto, que es lo que amo, lo tengo que hacer de una forma totalmente distinta”.
–Y empezaste con Fracking Backpack, tu colección.
–Exacto. Cuando conocí los bolsones, enseguida convencí a la gente que trabajaba en Vaca Muerta para que me mandara uno. Me dijeron que primero lo tenían que lavar, para descontaminarlo, y después de una semana recibí el primero. Durante un año hicimos las primeras pruebas. Capacitamos al equipo que iba a tratar el material, que lo iba a recibir, coser, hasta que todos entendieron cuál era el camino que yo había elegido. Fue un cambio de paradigma total en cuanto a la producción. Nosotros no hicimos esto como una cápsula. Los bolsones se convirtieron en nuestra materia prima principal.
–Tu emprendimiento es capaz de reducir el impacto ambiental de dos industrias supercontaminantes: el petróleo y la moda. ¿Cómo se logra recuperar una bolsa y transformarla en un textil?
–Para recuperar la bolsa hay muchos grupos que intervienen. Nosotros tenemos un convenio con una tratadora de Neuquén, que sanitiza los productos y los envía a Buenos Aires. También nos asociamos con una cooperativa recicladora de residuos urbanos, en donde trabajan más de 60 personas que antes reciclaban informalmente y hoy están en blanco, dentro del sistema laboral. Una vez que nos llega la materia prima, le hacemos un tratamiento que es a través del calor para transformarla en textil. El material termina enrollado, como cualquier tela. Cuando recibimos los rollos, hacemos una clasificación en la fábrica de tamaño y color, según el diseño que le vamos a dar. Los cortamos con molderías que son cero desperdicio, y los llevamos a diferentes unidades productivas para su confección.
–¿Qué otras materias primas utilizan para la creación de las prendas?
–Las bolsas, mochilas y carteras son combinadas con descartes de cuero y chapas de segunda y hasta tercera calidad, que las curtiembres desechan. Nosotros también las recuperamos. Una vez que los productos llegan a la fábrica, pasan por un control de calidad y luego son despachados para la venta. Son prendas sin género, totalmente atemporales y de larga durabilidad. Elegimos respetar las estampas de las bolsas originales, por eso cuando las cortamos, todas son diferentes. Pero, al mismo tiempo, comparten un mismo mensaje.