EL FUTURO, EN SUS MANOS

Así entienden el mundo las nuevas generaciones… y es cierto. Con cambios de paradigmas abruptos, los más jóvenes llevan adelante con cada vez más fuerza y mayores adeptos activismos que fueron postergados en otras épocas. Medioambiente, veganismo y feminismo: las banderas de estos tiempos.


NATIVOS AMBIENTALES

“No hay planeta B”, “compromiso ambiental”, “el futuro será verde”. No es casualidad que los más jóvenes se estén manifestando contra el cambio climático alrededor de todo el mundo: 2019 concluye la década más calurosa en la historia, según los registros de la ONU, y las consecuencias ya están a la vista. Ante un panorama tan desalentador –sequías e inundaciones constantes, derretimiento de glaciares y subidas abruptas del nivel del mar– e impulsados por Greta Thunberg, la adolescente de 16 años que en agosto de 2018 lanzó en Suecia la primera “huelga estudiantil por el clima”, los nativos ambientales alzaron la voz y salieron a la calle para visibilizar la problemática.

Con la ayuda de las redes sociales (el movimiento internacional Fridays for Future surgió primero como un hashtag) y la información al alcance de la mano, las nuevas generaciones entienden que la única salida es la organización colectiva. El activismo se caracteriza por ser horizontal y no contar con líderes. Por eso, los jóvenes participan en acciones sin importar qué agrupación arme la logística, e independientemente de si forman parte o no de alguna de ellas. “Somos muchos los movimientos y creemos que ninguno tiene el poder para hablar por la juventud en su totalidad. Por eso, decidimos respetar a cada espacio individualmente, pero también unirnos estructuralmente para demostrar que el egoísmo no es más importante que la meta”, explican desde la Alianza por el Clima, un combinado de organizaciones socioambientales, entre las que se encuentran Health Save Movement, Climate Save y Fridays for Future.

Así, unidas en un frente común, lograron a nivel local la reciente aprobación de la Ley de Cambio Climático y la declaración de la Emergencia Ecológica en el Congreso. “Durante 2020 vamos a seguir profundizando nuestras acciones. Principalmente, queremos una transición justa hacia energías renovables y una producción de alimentos que promueva las dietas sostenibles basadas en plantas”, asegura Stephanie Cabovianco, activista de la agrupación.

TODOS SOMOS ANIMALES

Ante la inminente crisis climática, la comunidad científica propuso algunas medidas para reducir el daño ambiental. Entre ellas, disminuir el consumo de productos animales. Ya se sabe, la industria ganadera es la principal causa de deforestación y pérdida de biodiversidad en el mundo (sin contar a los peces, 4.000 animales son asesinados por segundo y aproximadamente 5.200 especies se encuentran en peligro de extinción).

En este contexto, tomó impulso el activismo vegano. A través de vigilias en las puertas de los mataderos, pintadas e intervenciones en la vía pública (como proyecciones de investigaciones en los centros de explotación animal), intentan concientizar sobre el maltrato y fomentar el pensamiento crítico al respecto. “Incentivamos que la gente sea testigo, que puedan ver con sus propios ojos lo que hay detrás de lo que comemos”, explican desde Animal Save Argentina, un movimiento que tiene como bases la no violencia y la organización comunitaria.

Magalí Ascos, activista de 19 años del movimiento artístico Voicot, opina: “Somos una generación que está mucho más despierta, porque tenemos más acceso a la información. Y eso ayuda un montón a generar interés, porque justamente lo que hace la industria es trabajar en secreto. Los mataderos están alejados y hay una disociación cognitiva por la que nos hacen pasar, para que cuando veamos el plato de comida no veamos al animal que hubo atrás. La mayoría de las personas que consumen carne están en contra de matar animales y no podrían hacerlo con sus propias manos. Pero, sin embargo, eligen pagarles a otras personas para que lo hagan. Romper con esa disociación cognitiva es mucho más fácil cuando podés ver la realidad”.

En la Argentina, la manifestación de activistas veganos que fueron echados violentamente de la Exposición Rural 2019 puso en escena al movimiento. “Fue un momento bisagra para nosotros. Empezamos a tener más visibilidad y mucha gente se sumó a nuestras iniciativas. El año pasado, en la vigilia que organizamos en la Rural para despedir a los animales, éramos nueve personas. Y este año fuimos más de 200”, remata Magalí.

CUARTA OLA FEMINISTA

Con el fin de la década, la hora de las mujeres parece haber llegado de forma irreversible. Y, en ese sentido, la Argentina fue un actor político clave. El 3 de junio de 2015, después de una serie de femicidios que tuvieron lugar en nuestro país, más de 200 mil mujeres salieron a la calle para gritar “Ni Una Menos” y visibilizar la violencia de género. “Esa concentración fue el hito de irrupción de la cuarta ola feminista, que se caracteriza por haber tenido su epicentro acá. Las olas anteriores habían tenido su escenario principal en los Estados Unidos y Europa, con los movimientos sufragistas, pero esta última es internacionalista y surge en el sur del continente”, explica Victoria Freire, socióloga y coordinadora del Observatorio de Género y Políticas Públicas.

Desde ese entonces, y luego de una larga historia de organización y encuentros nacionales, todo cambió en términos de visibilización y crecimiento. “El movimiento feminista logró interpelar a más mujeres, identidades LGBT+ y, fundamentalmente, a la juventud, a las pibas que empezaron a movilizarse a partir de la lucha por el derecho al aborto”, asegura Freire.

Con las redes sociales como herramienta, el reclamo logró no sólo trasladarse a otras áreas, como la ESI y el abuso sexual, sino también a atravesar fronteras y realidades diversas. En ese contexto, en octubre de 2017, varias actrices de Hollywood se animaron a denunciar por acoso al poderosísimo productor Harvey Weinstein. Más de 80 víctimas dieron sus testimonios, surgiendo así varias acusaciones por violación. Lo que siguió fue un inesperado efecto dominó: durante varias semanas, el listado de nombres de acusados no paró de crecer, al mismo tiempo que en Twitter se desencadenó un movimiento global con el hashtag #MeToo (“A mí también”).

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