DAVID BONOMI · UNA NUEVA MIRADA
El jefe de Enología de Bodegas Norton abandonó por un rato su búnker mendocino y pasó por Buenos Aires para presentar una nueva etiqueta y la flamante línea Altura.

El hombre abre una tras otras las cinco botellas que trajo de Mendoza y le brillan los ojos. David Bonomi viene a Buenos Aires una vez por año (dos a lo sumo) para hacer esto: participar del lanzamiento de alguna etiqueta o línea nueva, mostrar los vinos y explicarlos al detalle. Lo hace con el didactismo y el conocimiento de quien fue considerado uno de los diez mejores enólogos de América latina por la prestigiosa revista británica Decanter a través del crítico y master wine Tim Atkin. Una charla donde todo convence: los vinos que se prueban –modernos, ágiles, complejos– y también Bonomi, con un discurso que confirma que nada de lo que sucede en la bodega le es ajeno. Jefe de Enología de Bodegas Norton, este mendocino de 51 años, nieto e hijo de viñateros (“no me quedó otra que ser enólogo, y qué bueno que así haya sido”, se enorgullece), presentó el Grüner Veltliner, un blanco sorprendente elaborado como varietal a partir de uvas del mismo nombre, típicas de Austria, y la línea Altura, compuesta por vinos provenientes del Valle de Uco: un white blend (Sauvignon Blanc, Semillón, Grüner Veltliner) y tres varietales tintos: un Malbec de Los Chacayes, un Pinot Noir de Gualtallary y un Cabernet Franc de Paraje Altamira.
–¿Qué considerás que le aportan estas nuevas etiquetas al porfolio de la bodega?
–Una nueva dimensión, una nueva visión de las grandes zonas que la Argentina tiene. Es un puntapié desde el cual uno puede revelar variedades casi únicas, como el Grüner, y además seguir aportando expertise a zonas nuevas para que se revelen más rápido. Norton está hace muchísimos años en el Valle de Uco pero nunca lo reflejó en una etiqueta. No podemos cerrarnos, tenemos presencia en 65 países y estamos siempre en el top 5 de ventas en el mundo. Somos una bodega histórica que se va renovando.
–En el caso del Grüner Veltliner, ¿cuál es la apuesta?
–El vino blanco es tendencia mundial. Y la Argentina, con su altura, su tipo de clima y su suelo, es ideal para hacer blancos. Es verdad que en los 90 cambió el consumo y viró hacia el tinto. Pero el blanco está volviendo a ser lo que fue. El Grüner es una uva muy noble, que se puede tomar joven o fresca, de ciclo y tardío, mantiene muy buena acidez pero también admite crianza, como el Rieling. Lo plantamos en Luján de Cuyo hace 20 años y recién ahora lo sacamos como varietal. Pero también tenemos plantado en el Valle de Uco, y en noviembre plantaremos en San Martín de los Andes.
–En la línea Altura aparece de modo natural esa intención de integrarse a una zona y una manera actual de hacer vinos ¿Es lo que buscaron?
–Sí. Buscamos la mayor expresión del varietal en un lugar determinado. Se llama así la línea porque la altura es la que me da el primer condicionamiento, el primer patrón de vinos. Y buscamos que sean siempre bebibles. Hoy el vino tiene que ser suave, agradable, delicado y refrescante. Estos cinco vinos –agrego el Grüner a la ecuación– reflejan un lugar que no está maquillado. Y si alguna vez salieron de Uco vinos más concentrados fue porque la búsqueda en esos casos era distinta.
–¿Cómo te llevás con esto de ser un top ten?
–Es un mimo al alma, desde ya. Pero no es algo que me quite el sueño. Es un doble compromiso también. Pero soy un tipo reservado y me gusta más estar en la bodega. Eso no quiere decir que me amedrente, todo lo contrario: puedo estar en una audiencia atajando preguntas por dos horas sin transpirar. Mientras las cosas no se me suban a la cabeza, pueda seguir haciendo buenos vinos y la bodega lo aproveche, no hay problemas.
“Buscamos que nuestros vinos sean siempre bebibles. Hoy el vino tiene que ser suave, agradable, delicado y refrescante.”
