DILEMA, LA SERIE QUE NOS MANTIENE EN VILO
Renée Zellweger vuelve al ruedo con la cara –literalmente- renovada y un personaje inquietante.
La protagonista de El Diario de Brigitte Jones estuvo guardada un largo tiempo. Años de instrospección y cirugía plástica mediante, hoy revienta las pantallas de Netflix con su celebrado (y por momentos bizarro) personaje de Anne Montgomery, una self made woman ultra millonaria con muchas historias turbias en su archivo de vida y una pasión desmedida por el dinero y la ambición.
Este culebrón posmoderno con producción y recursos hollywoodenses encuentra en sus pocos capítulos de formato netflixiano la dosis perfecta de telenovela mezclada con serie de suspenso y estética impecable.
Todo comienza con Montgomery en plan Sharon Stone de Bajos Instintos, refugiada en su lujoso penthouse una noche de lluvia mientras saborea un Martini y se pasea desnuda entre jarrones chinos y carísimas obras de arte. Todos los chishés confluyen cuando la exitosa empresaria convoca a una inocente y joven pareja para hacerles la típica propuesta indecente: una noche con el muchacho a cambio de financiar la start-up de ella, Lisa Donovan (interpretada por Jane Levy), una prometedora científica fundadora que tiene el secreto para revolucionar la industria farmacéutica con sus descubrimientos.
Es claro que la pareja termina aceptando aquella propuesta indecente, para luego verse enredados en un espiral de desgracias que no parecen tener fin y mantienen al espectador atrapado entre los desgraciados sucesos y los tics de Zellgewer, siempre medio alcoholizada y con el semblante de maldad en voz bajita pero muy firme que explotó Meryl Streep en The Devil Wears Prada.