Paulo Dybala · LA JOYA NUESTRA
De cara a la próxima edición de la Copa América en Brasil, el 10 de la Juventus sueña con consagrarse de una vez por todas en la Selección argentina. Del pibe que tiraba caños en su Córdoba natal al coverboy de las tapas de moda más importantes del mundo. Radiografía de un crack.

Le decían Curita porque la camiseta le quedaba tan grande que le llegaba a las rodillas. Era un piojito y gambeteaba a todos. Un infierno. Instituto de Córdoba lo probó diez minutos. Lo retaron porque había ido con la camiseta de Boca. Tenía diez años. Paulo Dybala es crack desde la primera pisada. Tan zurdo como los mejores 10, se perfilaba y la mandaba a un rincón una y otra vez. Diamante en bruto, cordobés de exportación, la pelota y el botín le regalaron una infancia de besos y abrazos. Pero su papá, Adolfo, murió temprano: el delantero tenía quince años. La tristeza le sacó las ganas de jugar. Volvió abatido a su pueblo natal para pelotear con Newell’s, equipo de la liga local. Pero nadie abandona a un genio. Ni un negocio. Instituto volvió a la carga. Dybala recuperó la gloria de lanzarse a cumplir el sueño que compartía con su papá: jugar en Primera. Lo hizo debutar Darío Franco en la temporada 2011/2012 y gritó 17 goles en el campeonato de la B Nacional más recordado de la historia, el que River sufrió allí un año entero.
En el Sub-20 de la Selección argentina jugó poco, y Walter Perazzo, el entonces director técnico de los pibes, no lo incluyó en la lista para el Mundial de Colombia 2011.

Automáticamente, el Palermo de Italia desembolsó 12 millones de euros y lo sumó a su plantel. En el norte italiano jugó 89 partidos y mojó 19 veces. Se curtió en la dura Serie A. Para soportar los embates de centrales que no hacen amistades, marcan con rudeza y ostentan un fanatismo por cuidar su arco, se hizo más fuerte físicamente. Para los tanos, defender nunca es un detalle menor.
“Practicaba como un loco para tener más sensibilidad y capacidad. También entrenaba los ojos, para ver más allá y en distintas direcciones, para anticiparme a los adversarios e intuir las trayectorias. Además empecé a ir mucho al gimnasio. En Italia aprendí a defender la pelota.”
Juventus lo pagó 32 millones de euros y lo transformó en el octavo jugador argentino más caro de la historia. Se ubica detrás de Ángel Di María, Hernán Crespo, Sergio Agüero, Javier Pastore, Juan Sebastián Verón, Gonzalo Higuaín y Javier Saviola. Los últimos dos del top ten son Walter Samuel y Carlos Tevez. Sólo la venta del Conejito Saviola, de River al Barça, fue de un club argentino; las restantes nueve transferencias se dieron entre clubes europeos.
En octubre de 2015, en Asunción, por la segunda fecha de las eliminatorias al Mundial de Rusia 2018, ante Paraguay, Dybala entró por Tevez a los 28 del segundo tiempo y jugó por primera vez en la Selección mayor. Dirigía el Tata Martino. El partido resultó un horrible 0 a 0. Ese año fue el máximo asistidor de la Serie A.

Ganó los últimos cuatro scudetti de los ocho consecutivos de la Juve, tres Copa Italia y dos Supercopa de Italia, pero la orejona es el gran desafío para coronar el renacimiento del club fundado en Turín en 1897. Desde el escándalo por corrupción en 2006, que lo hundió en el descenso, Juventus no paró de escalar.
La Joya tiene un festejo característico: una L de loser recostada debajo de la nariz, que hace con cualquiera de las dos manos. “Nació de un error, del penal que fallé contra Milan en la final de la Supercopa en Doha. No fue un momento alegre. Al contrario: me sentía decepcionado, sobre todo por mí mismo, no conseguía reponerme. Cuando miraba a los demás, me sentía culpable. Así que publiqué en las redes sociales la frase de Michael Jordan que dice que ha logrado el éxito porque ha fallado mil veces en la vida. La máscara es la de Gladiador, una película que ya vi como 30 veces.”

Por luchador, consecuente y ambicioso, Juventus le dio la 10. “Esa oferta es imposible de rechazar. Para mí es un honor y una responsabilidad. Tengo que demostrar que lo merezco todos los días”, dijo el pibe de 25 años y novio de la actriz y cantante Oriana Sabatini. El 9 de octubre de 2017, en su primera temporada con la nueva casaca, lo nominaron, entre otros treinta futbolistas y un solo compatriota, Lionel Messi, para el Balón de Oro.
Ahora comparte plantel con el otro marciano posmoderno: Cristiano Ronaldo. “Visto de cerca, Cristiano es una persona sencilla. Tiene su imagen, su personaje, una forma de ser dentro del campo de juego, pero en el vestuario es como todos los demás y le gusta bromear con todos”, dice Dybala. Pero ni con el todopoderoso portugués le alcanzó a la Juve para la Champions en curso. Después de apabullar al Atlético de Madrid de Simeone en octavos de final, aparecieron los pibes del Ajax, pusieron huevos, jugaron bárbaro y ganaron en el Allianz Stadium: otra vez afuera.

First Team, la serie de Netflix que muestra el día a día del club durante la temporada 2017/2018, descubre la pureza del deportista en su hábitat. Dybala aparece relajado, jodón, carismático. Muy compinche de Douglas Costa, el mediocampista brasileño surgido de Grêmio, con el que comparten torneos de tiros al arco después de los entrenamientos o actúan de nenes malos o de muy sorprendidos para algunas marcas publicitarias.
En la Selección mayor metió un gol en diez partidos. Fue a Rusia 2018 pero entró sólo contra Croacia. Players con menos palmarés fueron titulares o jugaron más minutos. La caótica Selección argenta suele darse lujos que no se explican.
El 10 de la Juve, donde lleva 57 goles en 125 partidos, jugó con Buffon, Chiellini, Cuadrado, Khedira, Mandzukic, Pjanic, Dani Alves y Bonucci, entre otros. Bailó a defensores casi tenebrosos. Hoy tira paredes con Cristiano Ronaldo. Si Dybala no puede jugar con su ídolo, Lionel Messi, en la Selección, el fútbol perdió contra la farándula.
“Practicaba como un loco para tener más sensibilidad y capacidad. También entrenaba los ojos, para ver más allá y en distintas direcciones, para anticiparme a los adversarios e intuir las trayectorias. Además empecé a ir mucho al gimnasio. En Italia aprendí a defender la pelota.”