LA CONEJA CHINA · PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS
Con frases cortas en remeras básicas blancas dice su verdad y genera una identificación casi magnética: en sólo dos años logró sumar más de 305 mil seguidores a su Instagram y vende toneladas de prendas por día a través de su tienda online. Con poco se puede decir mucho.
“Empresaria exitosa de la moda”, se autodefine Ana Moreno Hueyo, más conocida como La Coneja China, con su humor irónico e irreverente. Tiene 31 años y jamás imaginó que iba a llegar tan lejos con esa idea que surgió sin planear mucho, casi visceralmente. Fue madre a los diecisiete y desde entonces no hubo lugar en su vida para reflexionar sobre qué quería hacer o para formarse en alguna carrera. Durante años trabajó de secretaria nueve horas por día para mantener a su hija; pero la vida fue su mejor universidad, porque entre amigos siempre solía inventar frases, rescatar estrofas de canciones, armar latiguillos, casi inconscientemente, y en esas largas horas de oficina se la pasaba mirando memes y alimentándose de la creatividad de las redes sociales, que recién empezaban a surgir. “Yo de volverme a casar, me casaría con internet”, asegura.
Este talento innato para recrear frases cómicas que digan mucho en pocas palabras recién se vio plasmado cuando Anita tuvo la idea de hacer calcos para las lunetas de los autos con frases como “Tu envidia es mi progreso” o “Tu bocina no me helicopteriza”. Se lo planteó a un amigo y él le dijo: “Está simpatiquísimo, pero sólo tenés cuatro amigos con auto: hacelas remera”. Y así empezó a hacerse remeras con frases para ella, hasta que subió una a su Instagram: no hubo mucho más que decir. Todos las quisieron. Hoy @bylaconejachina ya es una marca reconocida y deseada, casi un manifiesto. “Me gusta decir algo real, algo de lo que me pasa, yo voy al hueso. Todo sale de mi cabeza, que anda ATR todo el día”, aclara La Coneja, que también tiene un lado b, la cuenta de instagram @thiscouldbeusperovos, donde sube fotos idílicas y bizarras de situaciones de pareja, para ironizar sobre el desamor. Creó este canal para expresar su propia frustración por un amor que no le fue correspondido.
“Menos bronca, más branca”, “No me claves el visto”, “Mucho no leo pero cómo meneo”, “Si falla el rayo te parto yo”, “Yo tan poesía y vos tan puro verso”, “Ni en pedo. Bueno, en pedo sí”, “Gil que no activa se le va la piba”, “Estás más fuerte que patada de allanamiento”, “Mamá luchona”, “Si hay trikitriki, hay bangbang”, “Esta remera se estampó con un dólar a 30”, “Sos más difícil que comprar dólares”. Estas son sólo algunas de las 400 frases que andan vistiendo a personas de todas las edades y estilos. Según Anita, sus remeras son para gente atrevida, que lleve la frescura como estandarte. Son varias las celebrities que también las lucen: Anita Pauls, Griselda Siciliani, Miss Bolivia, Julieta Zylberberg, Santi Maratea, Pedro Rosemblat, entre otros.
La Coneja cree en la importancia de generar energía positiva para estar fuerte cuando pasen cosas malas, por eso hay algo en todas sus remeras que de algún modo invita a ver la vida desde un lugar menos dramático, a reírnos de los desamores o las decepciones, a sumarle un poco más de fiesta al día a día. “Son diferentes temáticas, pero aplican para todo. Una chica me contó que para una cita se puso la que dice ‘Nos veamo y nos besemo’ y hoy están de novios y felices.” Es que cada remera habla, inicia una conversación, invita a pensar o a responder de alguna manera ante esa interpelación. “La ropa comunica a primera vista; es como el amor.”
Todos los días, Anita produce remeras en su casa, donde tiene su taller de producción y estampado, y se turna con sus socias para atender el showroom en Palermo. Ella es su propia modelo, porque no tiene tiempo para armar una campaña. Basta con que suba una foto de su torso con alguna de sus remeras para tener millonadas de likes en pocos minutos. Uno de sus sueños es tener un emporio al estilo de las grandes marcas, con unos tres o cuatro pisos y remeras para niños, niñas, hombres y mujeres. “Me lo imagino con mucho hormigón”, aclara entre risas. “Ni idea si va a suceder, tal vez en el medio me enamoro y termino poniendo un restaurante.”