AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS

Vivir bien en pocos metros cuadrados es una realidad posible. Eso nos enseñan estas casitas diminutas, como salidas de un cuento de los hermanos Grimm, que combinan simpleza con una vida cool, más económica y sustentable.


[dropcap size=big]U[/dropcap]na cocina llena de alacenas en tonos pastel, pisos flotantes en colores crudos cubriendo toda la superficie, un living que se hace comedor o escritorio y una escalera que esconde mil espacios de guardado y nos traslada a un cuarto/altillo con colchones en el piso. Las tiny houses parecen salidas de un cuento de duendes o, en su versión más actual, de una cuenta de Instagram donde todo es hermoso y perfecto. Son íntimas, románticas y súper-cozy (al menos en las fotos). Basta con entrar en cualquier cuenta tipo @moderntinyliving para enamorarse inmediatamente de estas nuevas casitas que prometen una vida distinta, simple, cool y desapegada. Una vida de revista sueca o un blog de la reina del minimalismo, Marie Kondo. Viendo estas imágenes, ¿quién no quisiera tener una tiny house, al menos para escaparse los fines de semana?

Aunque todo nos remita a una estética de summer camp vacacional, esta tendencia propone un estilo de vida más que una opción para el descanso. Y responde a una problemática social que afecta a muchas urbes: la falta de espacio y el desorbitado valor de las propiedades en relación con los sueldos promedio.

“Tiny House es un movimiento social que promueve reducir en un gran porcentaje el espacio construido en el que vivimos. Como aseguran sus creadores, la superficie promedio de una casa en los Estados Unidos es de alrededor de 240 metros cuadrados, mientras que la idea de estas casas diminutas es llegar a un máximo de 50 m2. Se propone una gran flexibilidad en la forma de vivir, pero siempre concentrada en espacios más pequeños y, en consecuencia, en una vida más sencilla y abierta hacia el espacio público”, explican en el portal especializado Plataforma Arquitectura. “Mientras más grande es una casa, más costosa es en términos de construcción, impuestos, calefacción, mantenimiento y reparación. Por este motivo, una gran cantidad de personas se han sumado a esta ideología, ya que además de gastar mucho menos, pueden reducir su huella ecológica y tener más libertad para moverse y cambiar de ciudad.”

Estar en movimiento y no preocuparse por las cuentas o hipotecas parecen ser los pilares de esta tendencia. Es que las tiny houses tienen la particularidad de estar, en su mayoría, asentadas sobre trailers, lo que aporta algunos beneficios y otras tantas incomodidades. Entre los primeros, lo obvio: al ser movibles, estas casitas no necesitan que el propietario disponga de un terreno, y en caso de tenerlo no es necesario presentar planos o solicitar permisos municipales a la hora de construir. Uno va y compra la casa, así como va y compra un auto o una lancha. Otra ventaja, y esta va más para las almas libres que no están atadas a un trabajo fijo, es que uno puede cambiar de ciudad cuando quiera y cuantas veces quiera. Sólo tiene que encontrar un amigo que le deje instalar la casa en el fondo de su terreno, estacionarse en algún campo en medio de la nada o alquilar por períodos cortos el espacio de tierra necesaria para asentarse.

Las desventajas son varias, pero nada que no pueda solucionarse. ¿Cómo la calefacciono? ¿De dónde sale el agua para la ducha, las canillas o el inodoro? ¿De dónde saco la electricidad para los enchufes, la luz y las hornallas? Todo está pensado, aunque con sus limitaciones. El agua se carga en un tanque y se calienta con una especie de garrafa de gas propano; la electricidad proviene de un minigenerador, y el inodoro usualmente se maneja por un sistema ecológico de compost. Todo queda en el límite del confort si pretendemos que una de estas casitas se convierta en nuestra vivienda permanente, aunque en este campo existen las posibilidades y los matices.

En YouTube está el testimonio de la británica Christine Richardson, una asistente dental que no quiso subirse al esclavizante sistema de hipotecas del Reino Unido y decidió invertir sus pocos ahorros en una vivienda propia. Sin deudas, sin cuentas y con un mínimo mantenimiento. En el video se la ve muy feliz en su pequeña casa, que aparcó en el terreno de unos amigos hasta conseguir tierra propia y asentarse. Christine asegura estar muy cómoda y contenta con su decisión. Dice que se siente más libre que nunca y espera ansiosa a tener su propio terreno para instalar cañerías y que el sistema del baño sea más profesional. Las cuestiones de espacio, asegura, no le afectan. Tiene todo lo que necesita para vivir sola en sus 35 metros cuadrados, llenos de guaridas y pensados de manera inteligente como para no privarse de tener un comedor, un escritorio, un sofá cama para visitas y hasta una lavasecadora instalada en la cocina.

En la Argentina existen un par de compañías que ofrecen estas casitas y son fácilmente ubicables a través de Google. Por los videos de promoción que vimos, no parecen tan bellamente diseñadas y de calidad como las inglesas o suecas, aunque cumplen su función y son un buen primer paso. De cualquier manera, siempre existe la posibilidad de tomar ideas de internet y mandar a construir una tiny house a la medida de nuestros ideales, dado que Instagram o Pinterest ofrecen modelos fabulosos que se repiten en todos los tamaños y colores que podamos imaginar. Basta con hacerse a la idea de que un cambio de vida radical es posible, y a partir de entonces poner todo en marcha para que el sueño de la pequeña casa propia se haga realidad.

 

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