JULIETA ORTEGA, Al fin solas

Creó una marca de piyamas con telas nobles y estampados novedosos que ya es un éxito en el mercado local. Además, viene de protagonizar la obra Deseo y sigue fiel a su gran prioridad: la familia.

En tiempos donde todo es para el afuera, a vos se te ocurre debutar como diseñadora con Jota & Co., una marca de piyamas, algo que se usa en la intimidad. ¿Por qué elegiste largarte como emprendedora con este proyecto y no mediante una colección cápsula para alguna marca reconocida?

–En primer lugar, no conseguí marcas que se interesaran en la idea para desarrollar una cápsula. Contacté a varios diseñadores: uno me dijo que ya tenía línea de lencería; otro, que la mujer argentina duerme en remera y bombacha... Ahí empecé a pensar que encontrar financiación iba a ser duro, pero dimos con la persona indicada, Alejandro Sendak, alguien con experiencia textil y dispuesto a hacer una inversión inicial además de asociarse con mi amiga (NdR: la ilustradora Fernanda Cohen, autora de las estampas) y conmigo. Esa dificultad del comienzo fue el inicio de nuestro emprendimiento. Elegí hacer piyamas porque los uso, para mí es la prenda más preciada. Largar el jean que uso todo el día es la gloria. Pensé que podía hacerlo bien porque conozco el producto, sé qué tela funciona mejor, dónde tiene que ir un elástico…

Abandonemos la realidad, hablemos de sueño y poesía. ¿Cuáles son las frases del escritor Fernando Noy que vienen colgando con una cinta de cada prenda?

–Nos reunimos con Fernando y pensamos diez, relacionadas con las palabras “sueño” y “noche”. Yo tenía una en la cabeza, que era “Sé la mujer de tus sueños”. Nos juntamos y surgieron: “Lo mejor de una mujer sucede puertas adentro”, “De noche soy alguien que amanece”… Sentía que todo lo que pasaba con la mujer en la intimidad era un mundo inexplorado que me fascinaba: cuando llegás a tu casa empieza otra historia.

Son las verdaderas Historias del under, ¡pero del under femenino!

–Sí, realmente. Llegar, sacarse el maquillaje, leer, mirar una película o llamar a una amiga. Aunque ya no se usa llamar sino mandarte mensajes de voz eternos, ¿viste? Ahí empieza tu mundo. El resto es lo que uno hace para el afuera, para que gusten de vos, es lo que publicás en Instagram. Ese momento en el que hacés lo que se te canta sos vos. A Noy se le ocurrió una frase que supo leer la esencia de Jota &Co. Y es “Al fin solas”. Resume esa sensación de libertad que sentís cuando no tenés que producirte para nadie ni correr si te gritan “¡Mamá!” desde el baño. La palabra “mamá” tiene peso. A veces mi mamá me llama y pregunta: “¿Estás solita? Venite”, y yo contesto que me deje sola porque para mí ese momento no es una carga sino un lujo.

Justo acabo de escribir en una nota que, según la socióloga Susana Saulquin, el tiempo es el nuevo lujo, ¿coincidís con eso?

–Sí, es un lujo estar conmigo, sin que nadie interrumpa el silencio. Ver películas o leer sin responder llamados, quedarme durante horas mirando series. Cuando vi Los Soprano por primera vez pensé que algo en la manera de contar había cambia do, y el tiempo me dio la razón. Igual, para mí lo más interesante no pasaba por la historia de mafiosos sino por los lazos familiares, el modo en que se comunicaban y construían los vínculos. Yo veía ahí la verdadera historia. Lo mismo me pasa ahora con Transparent, que es magnética.

La intimidad y la familia son dos constantes en tu vida. Temas a los que, siendo una Ortega, no podés escaparles.

Es que, para mí, la familia es todo. Lo que sos y lo que serás tiene que ver con eso. Cómo se relacionan los padres con sus hijos, los hermanos entre sí, forma parte de un mundo que me apasiona.

“Para mí, la soledad es un lujo. Estar conmigo, sin que nadie interrumpa el silencio. Ver películas o leer sin responder llamados, quedarme durante horas mirando series.”

Hablando de lazos familiares, compartís la campaña con tu hermana Rosario ¿Por qué la elegiste?

-Porque quería a alguien más joven. Yo tenía que estar en la campaña, por lo menos en las primeras temporadas, pero tengo 45 años, y Rosario recién cumplió 30. Cuando veo las fotos siento que debería estar ella sola porque salió hermosa. Todo le queda divino, es más, la llamé y le dije “Te odio, todo te luce (risas). Rosario tenía que estar, ¡y aparte no le pagamos, la arreglamos con un piyama! Justamente, en momentos así recurrís a la familia, es todo.

¿Te gusta tanto estar en tu casa que tardaste trece años en volver al teatro con Deseo?

-Puede ser. Me animé a hacerlo porque era una temporada muy corta. El teatro es genial pero te ata a la noche, exige tiempo. Estoy contenta de haber - me atrevido, fue un año para vivir cosas nuevas.

En la obra, el desencadenante es una charla entre dos mujeres que comparten un relato sexual. Ya que mencionamos al deseo y la intimidad, ¿creés que para el mundo masculino es inquie - tante aceptar que las mujeres hablamos de sexo y no s ólo de la vida doméstica?

–Sí, pienso eso, los hombres se sorprenderían si supieran cómo hablamos de nuestra sexualidad y cómo relatamos mucho más detalladamente que ellos. Las minas somos mucho más elocuentes, mientras que los hombres hablan menos, incluso entre pares. Las mujeres tenemos esa necesidad de contar, aún desde muy chicas.

Este fue un año en el que te concentraste en tu mundo privado. ¿Cuál fue el disparador?

–Tengo una madre que cuando sale siempre está impecable, pero justamente por eso le cuesta mu - cho salir. Disfruta mucho de la privacidad, y yo tengo algo de eso. Ella supo construirse un mundo con sus cosas puertas adentro. Siempre cuento que cuando era muy chica escuchaba las conversaciones de mamá con Ana María Picchio, quien es mi madrina y su mejor amiga hasta el día de hoy. Vivían echándome pero yo me quedaba escuchando esas charlas de grandes. Los cuentos que traía Ana María eran fascinantes, de otro mundo. Siempre se hablaba de la pareja, de cómo se iban transitando el amor y los hijos. Todo eso para una nena que vivía los 80 era increíble. Ahí me di cuenta de que el sexo era un gran tema femenino, las mujeres hablamos distinto cuando se cierran las puertas. Creo que algo de esa intimidad me llevó a crear Jota & Co. No me imaginaba actuando toda mi vida.

¿Dónde se maneja peor el ego, en el mundo de la actuación o en el de la moda? 

-Ese tema en el mundo de la actuación es terrible; el de la moda debe de ser feroz, pero lo conozco menos. Aunque aprendí que nada es tan liviano como se ve, todo requiere mucho trabajo y la gente no es tan generosa a la hora de darte una mano. Pero me gusta la moda, es un desafío.

“Cuando veo las fotos siento que debería estar Rosario sola, porque salió hermosa. Todo le queda divino. Es más, cuando vi el resultado la llamé y le dije: ‘¡Te odio, todo te luce!’.”

Mirar la etiqueta es también, en cierta medida, acceder a la intimidad del otro, descubrir por qué elige mostrarse de determinada manera. ¿Lo ves así?

–Sí, la ropa habla de quien la lleva. La moda es el lugar que reúne mu - cho de lo que sos, la música que escuchás, las cosas que mirás, todo forma parte. A veces ves una foto de alguien que viste con autenticidad y no sabés si es vieja o nueva, es loco eso. Con tanto filtro, a veces no sabés si algo es del pasado o del presente. Hoy la vida es con filtro. Me pregunto si será posible fotografiarla con luz natural.

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