Tras las huellas de Jack

La destilería Jack Daniel’s cumple 150 años y para celebrarlo fuimos al corazón de los Estados Unidos en busca de la fórmula perfecta que compone el bourbon más vendido del mundo.

jack-daniels-sep3Nashville, Tennessee. La cuna de la música country es nuestra primera escala en un recorrido hacia la fábrica del whisky más famoso de todo Estados Unidos. Allí, entre tiendas de botas y sombreros y una avenida Broadway repleta de bares con clones de Dolly Parton, Blake Shelton y Shania Twain cantando en vivo desde el mediodía hasta bien tarde, vivimos una noche de juerga al ritmo del country, sorprendidos por lo divertida que puede resultar esta atmósfera que rinde tributo a la Norteamérica más profunda.

Al día siguiente nos dirigimos a Lynchburg, cuna del whiskey Jack Daniel’s y donde hasta el día de hoy rige la ley seca. Así es: donde se fabrica el Jack no se puede tomar ni Jack ni ninguna otra bebida alcohólica, lo que hace a este destino más interesante aun. Actualmente, en Lynchburg, esta pequeña ciudad en Tennessee de tan sólo 600 habitantes, se sigue fabricando el bourbon de esta marca que hoy vende 13 millones de cajas de su whisky en alrededor de 160 países.

“Si pensás en todos los desafíos que hemos tenido en los Estados Unidos y en todas las empresas de whisky que no sobrevivieron la etapa de la prohibición, las probabilidades no eran muchas, así que cumplir 150 años es grandioso”, cuenta el actual máster de la destilería, Jeff Arnett. Este empresario es la séptima persona que ostenta el cargo, inaugurado por el propio Jack Daniel (1850-1911), el menor de diez hermanos y fundador de la destilería, en 1866.jack-daniels-sep2

Jeff nos recibe en la fábrica de Jack Daniel’s, un pintoresco set que parece televisivo por sus casitas y tractores de época y al que turistas de todo el mundo llegan para descubrir la leyenda de Jack y ser testigos del proceso de fabricación de su emblemático whisky. La historia cuenta que Daniel fue un emprendedor nato, que se empeñó en reproducir la receta del whisky aprendida de Dan Call, un pastor religioso que producía su propio licor. Call vendió la destilería a Daniel, que decidió ponerle su nombre y trasladarla a un enclave en el que podía aprovechar el agua del manantial Cave Spring, uno de los seis ingredientes del famoso whisky, el más vendido en los Estados Unidos. En este manantial rompemos la ley seca que rige en el lugar, probando las aguas mágicas y fresquísimas (a pesar del calor arrasador que invade al verano del hemisferio norte) que Daniel descubrió para la elaboración de su original Jack, y brindando con un grupo de periodistas de todo el mundo fanatizados por el bourbon.

Luego vamos a quemar madera para producir carbón. Suena raro como atractivo turístico, pero se trata de una de las partes claves del proceso de producción de Jack Daniel’s y resulta muy divertido encender las enormes pilas de madera.

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Cuenta la leyenda que entre 1860 y 1880 existían al menos 15 fábricas de whisky en Lynchburg, pero la de Daniel era la más cotizada por su sabor. ¿El secreto? Dejaba madurar el licor en barriles, suavizándolo con un carbón que aún se produce en la misma refinería y lo hace único en todo el mundo. Cuando el whisky está recién destilado, se deja caer gota a gota en tambores de tres metros de altura llenos de carbón de arce. Es allí donde Jack Daniel’s adquiere su sabor inconfundible, porque el contacto con el carbón elimina los aceites no deseados, siempre presentes en cualquier alcohol de grano. Las gotas del licor demoran doce días en atravesar el carbón dentro del tambor, para luego almacenar el destilado en barriles de roble por tiempo indefinido, hasta que los catadores expertos determinen que está listo para ser embotellado.

El tour concluye con la mejor parte: una visita a la enorme bodega donde descansan miles de barriles envueltos en un aroma a whiskey tan intenso que nos embriaga con sólo respirar. Allí probamos una medida de Jack, extraída directamente de un barril, contemplando el atardecer entre laderas verdosas que se entremezclan con el sol anaranjado a punto de caer. La jornada finaliza a unos pocos kilómetros de ahí, en la casa de Jack, donde una gran barbacoa con exquisiteces sureñas nos espera a modo de banquete, acompañada de amigos de la marca fanáticos del bourbon y una banda en vivo. ¿De country? ¡De qué si no!

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