Luciano Cáceres: Detrás de las máscaras
Ha brillado en teatro, en cine y en televisión. Ahora interpreta al hipnótico marcial en la tira que se está quedando con el Prime Time, protagoniza Cien Años De Perdón con un elenco de lujo y estrena una obra en el San Martín como director. Luces y sombras de un artista sin límite.
Hace diez años, Luciano estaba en Shanghái con un traje roto prestado. No estaba filmando una escena de “¿Qué pasó ayer?”, no. Estaba compitiendo con Nick Nolte y Gerard Depardieu por el premio a Mejor Actor en el Festival de Cine de dicha ciudad por su trabajo en el film Garúa. Y seguramente los tres se desilusionaron por igual cuando anunciaron que el japonés Tatsuya Fuji les había ganado.
Desde entonces, el camino recorrido fue de lo más sinuoso. Sus comienzos fueron en el teatro independiente, hizo decenas de películas, cortos y personajes de reparto hasta su gran destape masivo con El elegido. Ese fue el momento en el que la gente empezó a asociar cara con nombre propio por la calle. Ya queda claro que es Luciano Cáceres y no Marcial (su personaje en el culebrón Los ricos no piden permiso). Tampoco Varela, el ladrón profesional que interpreta en Cien años de perdón, la coproducción argentino-española en la que comparte afiche con Rodrigo de la Serna, Luis Tosar y Joaquín Furriel.
–Tu agenda laboral de los últimos años estuvo bastante ocupada. ¿Se alinearon los planetas para que pudieras hacer esta película?
–Sí, por suerte tuve continuidad laboral. Hubo mucho proyecto autogestivo. La idea es ir alternando los proyectos de mayor producción con los de menor producción, independientes, comerciales, oficiales, circuito off, alternativo...
–Te vimos en muchos papeles duros, ¿qué pasa con la comedia?
–Lo hice, en Señores papis hice del viudo tierno. Pero después de un año de hacer al bueno, me gusta más hacer al malo. Los malos en la tele son más divertidos, tienen cierta impunidad, locura, ambigüedad. Y si encima de generar ese miedo o lo que sea se vuelven un poco queribles, está buenísimo.
–¿Envidiás personajes que les tocan a otros colegas?
–No, no me pasa. Disfruto mucho del trabajo de mis compañeros. ¿Si me gustaría hacer el personaje de Robert De Niro en Taxi Driver? ¡Claro!, me encantaría, pero ya lo hizo él.
–¿No pensaste “ojalá tuviera 15 años más para hacer a Puccio”?
–Sí, puede ser. Pero te cuento una situación: en la primera película que iba a filmar, Gatica, de Leonardo Favio, yo era muy chiquito, tenía diez años, iba a hacer de El Ruso de chico. La película finalmente se hizo tres años después y a esa altura yo ya le llevaba una cabeza al protagonista, había pegado un estirón terrible y ya tenía la altura que tengo ahora. Esas cosas pasan, a veces no das el tipo físico.
–¿Creés que ya te llegó ese personaje que a la gente le queda?
–No. Nuestro mercado es mucho más chico. Hace relativamente poco que estoy en el conocimiento masivo de los espectadores. Por ahí ahora me ven y dicen “ah, pero sos el mismo que hizo esto y esto”. Un público más de cine y de teatro sabe perfectamente quién soy hace mucho tiempo, pero para el público de televisión soy El elegido, Graduados, Señores papis y ahora esto. Siempre digo que lo vivo como un recorrido, como un camino. No me gusta pensar en carreras. Nadie me corre. No quiero llegar ni primero ni segundo, ni estoy apurado ni quiero llegar a ningún lado. La idea es transitar.
“TUVE UNA RELACIÓN DE MUCHOS AÑOS Y AHORA ESTOY MÁS CONECTADO CON OTRAS COSAS QUE NO TIENEN MUCHO QUE VER CON EL COMPARTIR COMO PAREJA".
–¿No hay una zanahoria adelante?
–Soy de disfrutar el día a día. Cada vez lo intento más. Estoy menos ansioso.
–A esta altura ocupás un lugar privilegiado. Seguramente, te ofrecen más trabajos de los que podés hacer.
–O de los que quiero hacer. Hay muchas elecciones que tienen que ver con la familia y con la ambición. Yo no necesito más de lo que tengo. Si me moviera por la zanahoria económica por ahí estaría en otro lugar, o viviendo de otra manera, o teniendo que responder a otras obligaciones y a otros problemas que tiene la gente que tiene mucha plata. Es el recorrido que yo elijo hacer.
–¿Sos de llevar a tu hija a las grabaciones?
–Sí, le encanta, la conocen todos, se mueve sola en los sets. Le encanta estar ahí, acompañarme. Es un lindo plan ser papá, juntos hacemos un gran dúo.
–Por el árbol genealógico podríamos deducir que va a ser artista. ¿Qué hacés si te sale abogada?
–Yo no voy a forzar nada. Es muy personal, muy histriónica. También tiene un mundo interior muy enorme, puede estar largos ratos jugando sola en su mundo. Es muy parlante, habla mucho desde muy chiquita. Quiere saber todo, le interesa todo. Al tercer día que empezó la salita de 4, la despierto para ir al jardín y me dice “no quiero ir más porque no aprendo nada, no aprendo a escribir, no aprendo a leer” y le expliqué que estaba en jardín, que eso iba a llegar en primer grado. Pero ella va pidiendo, ya sabe el abecedario, sabe sumar, todas cosas que aprende conmigo. Pero no es que le digo “ponete a hacer”, va pidiendo. Le gusta mucho que le cuente historias y parece que están buenas. Ella va incorporando personajes o me dice “quiero un cuento en el que haya un dragón, y esto y aquello…”.
–¿Cómo viviste la exposición de la separación de tu ex mujer (la actriz Gloria Carrá)?
–Fue re-tranqui. Quisieron armar algo que nunca se armó, entonces se cae solo. Nosotros tenemos un muy buen vínculo, nos interesa mucho que Amelia esté bien, y tener eso como prioridad hace que cualquier otra situación que venga de afuera ni te toque. Tenemos muy en claro quiénes somos, lo que compartimos y lo que dejamos de compartir ahora; pero lo que compartimos es tan grosso, es una hija tan hermosa, que ese vínculo es irrompible. Y nada exterior le puede hacer daño. Saben que soy un actor y no un mediático. Entonces tampoco creo que les haga la diferencia.
Como yo no trabajo para eso, por ahí rinde mucho más otra gente que tiene poco resto de otra cosa y es más interesante toda su vida quilombera. Tuve una relación de muchos años y ahora estoy más conectado con otras cosas que no tienen mucho que ver con el compartir como pareja. Estoy muy ocupado en el vínculo con mi hija, en su crianza. Tiene que ver con momentos también. Hasta que no aparezca algo que me movilice mucho…
–¿No estás a la búsqueda de nada?
–Nunca lo estuve en ese sentido. Siempre me ha sorprendido el encuentro.
Styling: Gimena Bugallo Raponi
Agradecimientos: Prototype, Pepe Jeans, Terán, Gabriella Capucci