Alfonso Villagran: Arte para amantes
Con una corta carrera como pintor plagada de sucesos y exposiciones internacionales, este artista uruguayo afianzado en el exterior hoy exhibe su obra en la prestigiosa Galeria Azur de Recoleta.
–Con sólo seis años de carrera expusiste en todo el mundo.
–Sí, la verdad es que estoy feliz. Y con la cantidad de obra vendida también. Hace poco alcancé la cifra de 150 cuadros.
–Nada mal. ¿Qué te inspira para plasmar una obra?
–No lo pienso mucho, las cosas se me presentan solas. No tengo una cabeza muy hippie. Soy espontáneo, busco estímulo en todos lados y creo que la inspiración viene del trabajo y de la evolución misma del esfuerzo. Igual, hay días que no sirvo para nada. Y ahí tengo que dejar todo para otro momento.
–¿Qué te saca de onda?
–Los lugares con mala onda.
–Si tuvieras que definir tu estilo, ¿cómo sería?
–Diferente. Distinto. Pero no por revolucionario o porque hablo de los temas del momento o de lo que pasa en el mundo, sino porque sólo me importa lo mío, lo que me pasa a mí. Son mis estados de ánimo reflejados en mis trabajos.
–¿Cuándo sos más prolífero, estando enamorado o triste?
–Definitivamente, cuando estoy bien. Enojado o triste no puedo.
–¿Solés pintar a mujeres de las que te enamorás?
–No. Pinto a cualquiera que me inspire. También a hombres, aunque soy más selecto. Tiene que tener algo particular que lo destaque (N. de la R.: Acaba de hacer un gran retrato en puntillismo de Ricki Hall).
–¿Cómo reacciona la gente cuando le decís que sos pintor?
–“¿De casas o de cuadros?”, me preguntan (risas). Siempre les digo “de casas” y me los quedo mirando. Me gusta poner incómodas a las personas. Después me preguntan si puedo vivir de pintar, y yo les explico que es como cualquier otro trabajo, que si no vendés no vivís. El arte contemporáneo es más fácil, ya no sucede como antiguamente pasaba con los grandes nombres: hay un mercado más amplio.
–En muchos casos, la vida de los pintores ha sido turbulenta, ¿cómo es la tuya?
–La mía es muy tranquila. Eso era otra época. Todo era muy escondido, secreto, más turbio. Hoy no hay más misterio. Yo soy estable, no me como la película de las pasiones arrebatadas. Soy un tipo normal que tiene la profesión de pintor y canalizo mis altibajos en mi trabajo.
–¿A qué artistas admirás? Clásicos y contemporáneos.
–De los clásicos, a Rembrandt, y de ahora, a Alex Kanevsky, un lituano que la rompe.
–Mutás de estilo con mucha frecuencia.
–Sí. Empecé con abstracto en óleos, pasé por diferentes fases y ahora estoy haciendo puntillismo. Nunca sé qué viene después. En mi cabeza me gusta volar e irme, pero sé que tengo que bajar a tierra lo que imagino. Soy bastante pragmático, dentro de todo.
–¿Cómo son tus alianzas estratégicas con las marcas?
–Me gusta asociarme y expandir el arte en cualquiera de sus formas. Calzado, ropa, lentes. Incluso lancé una línea de vajilla con una marca muy famosa en Punta del Este. También hice muchos trabajos para vidrieras. Me gusta el concepto de jugar con la sorpresa de que la gente pueda encontrar arte hecho a mano en todos lados.
–A partir de diciembre tu obra se vende en la Galería Azur. ¿Cómo es esa experiencia?
–Estoy muy contento, porque la idea es llevar la obra también a la sucursal de Nueva York. Su dueño, Maxi Ares, trabaja en armonía con los artistas, y eso es muy genial.
–¿En qué otros lugares podemos encontrar tu trabajo?
–En mi instagram, @artis4lovers, o en Arkotte Gallery en Miami. Es más, a partir de ahora mi firma ya no será Alfonso Villagrán, sino Art is for Lovers. Es lo que me identifica, lo que me hizo conocido y la idea que quiero transmitir. Sólo aquellos que aman las obras merecen tenerlas. Y así quiero que quede plasmado por mí también.
–¿Adónde querés llegar con tus cuadros?
–Al Tate.
–¿La pintura es belleza?
–No necesariamente. Es lo que es.