Chino Leunis: Señal de largada
Empezó hace 15 años como productor de radio y hoy conduce Escape perfecto en el prime time de Telefé. A punto de debutar con un nuevo ciclo, se hace tiempo para la espiritualidad y asegura que si pudiera trabajar de lo que le gusta sin convertirse en famoso, aceptaría sin dudar.
CHINO LEUNIS
–¿Soñaste este presente en algún momento?
–La realidad siempre es más creativa que mi propia creatividad. Aprendí que es mucho más práctico estar presente que imaginar futuros. Si yo estoy presente, lo que sucede mañana será genial.
–¿Lo estás disfrutando hoy?
–Sí, mucho. Soy consciente del lugar en el que estoy y de que lo que me está pasando es circunstancial, es maravilloso y lo disfruto.
–¿No te la creíste?
–Creo que no, y tengo muchos amigos que me pueden pegar cachetazos si me la llegase a creer.
–¿Te sorprendió la propuesta de Telefé para un nuevo programa?
–La verdad es que aspiro a hacer un largo camino en el canal. Me agradó la propuesta, llegó dos horas después de decidir irme de la radio, fue como un gesto de buena onda, no porque me lo hayan dicho para contrarrestar lo otro, sino porque llegó. Me encanta hacer dos cosas que pueden llegar a ser muy diferentes y permitirme mostrar un conductor en Boom y otro conductor en Escape.
–¿Por qué te fuiste de la radio?
–Necesitaba un poquito de oxígeno para poder reconocer lo que me estaba pasando, hacía diez años que estaba, lo medité mucho. Incluso hasta he pedido que si hay un Dios, o lo que sea, me ayudara a entender si esta decisión tenía que ver con el ego, si es que me sentía un máster y por eso no tenía que estar más en la radio, o si realmente era lo que creía: que estaba cansado. Un día, corriendo, tuve la certeza de que me tenía que ir de la radio. Fue así.
–¿Correr es un espacio que te permite pensar, decidir?
–Correr es una forma de procesar todo lo que no logro absorber o lo que no logro entender. Me saca lo malo del cuerpo y de la mente.
–Si pudieras tener un superpoder, ¿cuál sería?
–Es muy tentador decir volar, pero te voy a decir uno que me parece que no está muy de moda en los superhéroes: la paciencia, elegiría ser una persona muy paciente. Paciencia, y no juzgar a los demás. Son poderes poco marketineros: “Soy Señor Paciencia” (dice, impostando la voz), y el tipo se queda ahí, nadie le dice nada y nunca pierde la paciencia.
–¿Tuviste algún trabajo fuera de los medios?
–Sí, laburé en una pizzería, con eso me pagué los estudios. Fui repartidor en moto y caminando también, ojo: es un escalafón por debajo del de moto (risas). Laburé en inmobiliarias también, no reniego de eso, está buenísimo.
–¿Fue un aprendizaje?
–A mí no me gustaba laburar en la pizzería, pero sabía que me pagaba la facultad, entonces valía. Si eso no me hubiera pasado, hoy no disfrutaría tanto lo que tengo. Uno debe hacer un recorrido para que después, en algún momento de la vida, las cosas tengan un sentido y un peso real.
–¿Creés en Dios?
–Sí, creo en Dios, a veces me preguntan si soy evangelista y yo digo que soy cristiano, siempre admiré mucho la historia de Cristo. Me he dedicado a leer y eso también es un espacio de confort, de relax, de disfrute. Estoy bautizado bajo la religión católica, pero cuando tenía 20 años, empecé un camino interior por distintas circunstancias y hoy me considero una persona que busca y entiende la vida desde un lugar espiritual. Sin embargo, no me gusta el marketing de eso, no me gusta el esnobismo espiritual, no me gusta irme a la India para ser espiritual. Me iría a la India, como también me iría a conocer África o Japón, o un montón de lugares.
–No vamos a ver en las revistas tu foto meditando en la India.
–Hay mucha gente que cree que para poder ser mejor tiene que ir a la India. Te aseguro que estamos en un maravilloso lugar para trabajar nuestro espíritu. Tenemos un país realmente genial en ese sentido, casi te diría que es el mejor país del mundo para eso.
–Entre otras cosas, la fama abre las puertas al mundo del canje, ¿cómo te estás llevando con eso?
–No me gusta, prefiero que nada condicione mi deseo a partir de un favor ajeno. Por ejemplo, si quiero correr una carrera, me anoto y voy con mis amigos en vez de ir al VIP a hacer notas. No me gusta cuando se condiciona mi andar a partir de compromisos que, en definitiva, son superficiales. Si yo no lo siento y no me hace realmente feliz, no transo.
–Tal vez, el saber que podés estar ahí si querés te permite elegir no estar.
–Sí, hay gente que desea estar y sentir la fama. Hay gente que si no percibe eso, siente que está diluyéndose y se desdibuja como en la foto de Volver al futuro, yo estoy aprendiendo y deseando y sintiendo en cuerpo y alma que no deseo la fama. Si vos me decís que hoy puedo hacer mi trabajo exactamente igual y puedo hacer trabajos futuros sin que por la calle me reconozcan como a un famoso, lo firmo con sangre.
–A tu mujer la conociste antes de este boom de exposición, ¿está celosa?
–Mi mujer es una gran compañera, es una especie de catalizadora de locuras. La verdad que en casa tenemos un lindo espacio para entender qué es lo real y qué es lo virtual, qué es la tele y qué es la vida, ese equilibrio me hace muy bien. En el estudio necesito de mi ego y de mi energía para poder hacer el programa, para poder sentir que ese lugar es mío y que me lo gané; pero ese ego se va degradando entre que termino de grabar y voy por la Panamericana hasta llegar a casa, donde vuelvo a ser un tipo normal que trabaja de estar en la tele.
–¿Cuántos años tiene tu hija?
–Delfina es mi mayor éxito, cumple seis en enero. Los niños son maestros, uno nace creyendo que le enseña a los hijos pero, claramente, ellos nos enseñan a nosotros.
–¿Qué te enseñó?
–A ser auténtico todo el tiempo. Los chicos son certeros cuando hablan, no mienten, no dudan. Son todas cosas que nosotros no sabemos hacer.
–¿A quiénes les agradecés?
–Le agradezco mucho a Dios porque estoy feliz. Siempre cuando pido, pido conciencia y voluntad. Y cada día tengo más conciencia y tengo voluntad para llevar a cabo el plan que tiene para mí. Les agradezco a mis viejos, a mis hermanos, a mi mujer, a mis amigos, a la gente con la que trabajo. Soy un tipo agradecido y entiendo que puedo aprender todo el tiempo.