La capital olvidada
Es una de las ciudades más míticas de la historia, pero pocos la consideran como destino turístico. Sin embargo es una fiesta para el que sabe buscar y encontrar lugares lindos y divertidos.
Atenas es una de esas ciudades que muchos viajeros suelen pasar de largo, usar como paso a otro lugar, que generalmente son las Cicladas. La excusa es que posee pocos atractivos (exceptuando, claro, la Acrópolis), o que es poco sofisticada, o pobre comparada con sus pares más importantes de Europa. Pues bien, debo advertir a aquellos que aun no hayan organizado su visita a Grecia, y tengan sus oídos contaminados por este mal canto de sirenas: Atenas puede ser una ciudad tan grandiosa como quieras, como tu curiosidad acepte, como te arriesgues a verla. Para anticipar algo de eso, aquí van unos tips.
PLAKA
Es uno de los barrios más antiguos y bohemios de la ciudad, comparable al Chueca madrileño o al San Telmo porteño. La Puerta de Adriano nos anuncia el comienzo de Plaka. Situado a los pies de la Acrópolis, es un laberinto de callejuelas en el que se entremezclan vendedores, cafés, restaurantes, mercadillos y tiendas de recuerdos. La atmósfera es deliciosa. Lo primero que hará un viajero experimentado es correr hacia una de sus tabernas y sentarse a degustar un café a la griega, variante muy próxima del café a la turca. De día es el lugar indicado para compras. Allí se encuentra aún la tienda de zapatos que en los 70 descubriera Jackie O, y que desde entonces –y por mucho tiempo– fuera la responsable de fabricar sus mocasines a medida. Por la noche, sus restaurantes coloridos, típicos, y sus bares de tragos lo convierten en un hermano pequeño del Soho londinense. En definitiva, Plaka es toda una experiencia.
MONASTIRAKI
Este barrio, muy próximo a Plaka e igualmente antiguo, debe su nombre al monasterio que preside la plazoleta principal. Una vez llegados hasta él, caminando despacio se podrán admirar los restos de la Biblioteca de Adriano, el Ágora y las dos principales mezquitas de la ciudad, del siglo XV, rastros del Imperio Otomano. Es un barrio construido sobre un terreno más irregular que el vecino Plaka, y en las laderas de los senderos es común encontrar mesitas de café puestas en fila y miles de estudiantes sentados conversando animadamente a la salida de la Universidad de Atenas (otro bello edificio). Es el punto de reunión nocturna de la juventud cool de la ciudad, allí se toma un trago o un café antes de seguir de ronda; y es también el sitio donde los gays pueden encontrar encantadores bracitos friendly y sitios con shows. Un must.
EL CABO SUNION
Tomando la elegante avenida Vuliagmeni hacia el sureste, y costeando el bellísimo Egeo, se dejan atrás las residencias veraniegas (verdaderas mansiones) de la beautiful people ateniense, y luego de un recorrido de algo menos de una hora, todavía en la provincia de Ática, aparece una de las visiones más impactantes del mundo: está atardeciendo, el sol tiñe de naranja el cielo y el cielo tiñe de naranja el mar. Los dioses están exultantes de felicidad. Sobre el altísimo acantilado que domina el recodo de la ruta, el Cabo Sunion, se erigen las marmóreas columnas del Templo de Júpiter. La tarde cae sobre ellas, la brisa sopla suave- mente desde el mar. Los sentidos se encienden. El blanco del mármol autografiado por Lord Byron (este que un alto sitio de inspiración para los románticos ingleses), el celeste enrojecido del cielo y el azul intenso del océano nos embriagan. Quisiéramos que ese ocaso no acabe nunca o poder volver siempre y preguntarle a aquel amigo que nos aconsejó tomar a Atenas casi como un aeropuerto, qué cosa no vio que nosotros sí vimos.