Tecnología solidaria
En la actualidad, las redes sociales y las aplicaciones encuentran cada vez más usos. Foros como #UnidosAr –el más grande del país, con casi dos millones de usuarios– dan cuenta de un fenómeno que no para de crecer: la ayuda online.
La vida cotidiana se transmite en directo en las redes sociales. A través de teléfonos móviles, computadoras y diversos dispositivos portátiles,sólo en la Argentina cerca de 21 millones de individuos participan de estas comunidades virtuales que se multiplican por todos lados, según afirma un estudio de la consultora Carrier y Asociados.
Pero esta cotidianidad “comentada” también abre paso a nuevas formas de participación colectiva: la solidaridad generada desde plataformas virtuales y trasladada luego al mundo real.
En las redes ganan fuerza las campañas que multiplican sus mensajes y pedidos. En la Argentina, una de las iniciativas más fuertes es #UnidosAr, un hashtag solidario ideado y promovido por la periodista Connie Ansaldi, quien en 2012 comenzó a interconectar personas para poder concretar los pedidos de quienes más lo necesitan. #UnidosAr es hoy el foro solidario online más utilizado en el país. Con casi dos millones de personas que día a día se hacen eco de las causas que allí se promueven, el hashtag se puso al hombro desde pedidos de dadores de sangre, eventos solidarios, búsqueda de personas y ayuda en tiempos de inundaciones, hasta acontecimientos de gran magnitud, como la tragedia de Once. Ninguna campaña involucra dinero, y todas las causas se relacionan con concientización, recursos o pedidos concretos de cosas.
“El objetivo siempre fue el mismo, ser un canal. Un catalizador de las necesidades colectivas o individuales reales de la gente”, explica Ansaldi. “Siempre supe que la única forma de aportar algo constructivo para los demás era interconectando a las personas. Por eso, decidí institucionalizar un canal solidario a través del cual la gente pudiera aportar lo más valioso que tiene: su tiempo.”
La elección de un hashtag como herramienta surgió ante la necesidad de que todos los pedidos queden concentrados en un solo lugar. Asimismo, son respaldados por la periodista, que está detrás de cada necesidad y funciona como garante de transparencia para que todas las causas sean difundidas y materializadas. De esta manera, se atendieron necesidades tales como una peluca para una chica que se encuentra realizando un tratamiento de quimioterapia, o la búsqueda de dadores de sangre, donde se alcanzó el récord de donación en la Ciudad de Buenos Aires en 2013.
“Siempre supe que la única forma de aportar algo constructivo para los demás era interconectando a las personas”, dice Connie Ansaldi, creadora de #UnidosAr.
“Que yo sea conocida me facilitó algunas cosas al principio. Pero este es un trabajo de hormiga. Muchas veces ha sido la función de #UnidosAr administrar y organizar información para llevar tranquilidad a las personas. Ese también es un servicio de ayuda muy importante”, destaca Ansaldi. “Con cada tarea cumplida, con cada gota desangre donada, con cada chico que aparece o viaja a hacerse un tratamiento al exterior, o con poder despertar una semilla de conciencia por el otro, para mí es terreno ganado.”
Más allá de las iniciativas generadas por individuos, las redes sociales hoy tienen el rol de ser plataformas que también trabajan para la captación de fondos, debido al gran potencial que poseen para llegar a una inmensa masa de personas. En esas plataformas convergen entidades del tercer sector y empresas sociales. Por esto, cada vez son más las que promueven aplicaciones destinadas a ayudar en la solicitud de donativos. Entre ellas se encuentra YouTube for non profits, que permite poder incorporar un botón de donativo a aquellas personas que posean un canal en esa plataforma. Similar es la propuesta Google non profits, que tiene como objetivo ayudar a las ONG a conseguir donantes, voluntarios y ampliar su capital social para acciones solidarias.
Las plataformas publicitarias también tomaron nota de que su labor debía ser algo más altruista y no sólo salir a “vender” productos o servicios. Es así que a través de diferentes market places, donde se comercializan todo tipo de artículos, parte del pago de los compradores se destina como donativo a la ONG que él elija. Así funciona en sitios como Clifundy, Wapsi, Rastro Solidario, Shopciable o Minuto Solidario.
La innovación en la manera de conectar a las personas atraviesa las redes sociales y trasmuta en otras formas. Un ejemplo de esta modalidad es la aplicación AppRight, que busca transformar el modo en que las ONG recaudan dinero, se difunden y logran comprometer al voluntariado, según indican desde la empresa. La aplicación local se encarga de realizar encuestas de mercado para diversas compañías y como contrapartida dona el dinero invertido por estas a una institución determinada. Así, el usuario debe descargarse la aplicación en su celular, responder una encuesta en pocos minutos y al finalizar elegir la organización a la que quiera dirigir ese dinero. “AppRight funciona como un intermediario entre estas empresas, que usarán la información de las encuestas, y las ONG, así como con las personas que quieren ayudar dando su tiempo en vez de dinero”, puntualizan.
Asimismo hay iniciativas que surgen en el mundo real y se trasladan al virtual para multiplicarse. Una de ellas es Movember, un movimiento que desafía a los hombres de todo el mundo a dejarse crecer el bigote durante el mes de noviembre, para así difundir y recaudar fondos para programas de salud masculina. Quien se hizo eco de esto fue Sony a través de su consola Playstation. ¿De qué manera? Los personajes más carismáticos de sus videojuegos apoyaron esta campaña. Así fue como a Sackboy, Delsin o Ellie de The Last of Us se les dibujó un bigote ilustrado por el artista Tom Mac, modificando su imagen tradicional. De este modo, la iniciativa se viralizó rápidamente entre niños y adultos, logrando resultados masivos en materia de solidaridad.
Existe un sinfín de propuestas que día tras día se suman al social media y aparecen de las formas más innovadoras. La solidaridad no tiene límites y las nuevas tecnologías hacen esto posible ya que generan un impacto positivo que favorece la comunicación, la colaboración, la igualdad y la justicia social.