Narda Lepes: la mujer orquesta
Cocina, protagoniza ciclos de televisión, da charlas, cura ferias, asesora marcas, edita libros, tiene su propia línea de conservas y utensilios y un largo etcétera que incluye la maternidad. Retrato de una cocinera todoterreno.
“Yo veo la foto grande, sé lo que va a funcionar y lo que no, tengo un olfato especial. Comprendo la percepción de la gente, soy buena encontrando soluciones laterales”, dice Narda Lepes. Si pudiera sacarse una “foto grande” de la vida, la de Narda sería un collage con un sinfín de imágenes individuales que suceden en simultáneo: todas la tienen en primer plano.
Foto 1: Lo profesional. Es la imagen más conocida de Narda, la que la muestra como protagonista de distintos ciclos de televisión; como curadora de la feria Masticar; organizando la próxima intervención de Boca de Lobo (el emprendimiento con el que sale de gira a cocinar con amigos) o llevando adelante su empresa Comer y Pasarla Bien, donde ofrece producción de contenidos y foodstyling. También asesora marcas, edita libros y produce sus conservas y utensilios de cocina, entre otras cosas.
Foto 2: Comer es un acto político. En esta foto, Narda no pierde oportunidad de hablarle a un público que ganó a fuerza de trabajo y carisma y que la sigue fiel: “Tengo la ventaja de que si yo les digo que prueben algo, seguro lo prueban, por la confianza que logré. Pero también aprendí a editar los mensajes, para no mandar miles y que se pierdan”, dice. Esos mensajes que dispara en formatos de todo tipo, desde todas las redes sociales donde participa, en conferencias TED o hablando en clases, encuentros con cocineros, ferias y congresos, tienen un contenido enfocado en lograr que todos los mortales nos preguntemos qué corno estamos comiendo. Sus objetivos tienen que ver con crear conciencia sobre cómo se producen los alimentos, sobre las elecciones que hacemos a la hora de llenar la alacena y sobre cuánto nos engañan las campañas de marketing de distintos productos. Con el tiempo aprendió que logrará esas metas dando pequeños pasos.
“En un momento entendí que además de darte la receta de un plato, tengo que decirte algo en lo que yo creo de verdad y transmitir cosas prácticas y que se entiendan fácilmente. Entonces te digo: si vas a freír algo, usá buen aceite; pelá papas, no compres congeladas; si lo que vas a comer tiene sal, grasa o azúcar, mejor que esté hecho por un humano. No comas hidrogenado, aspartamo ni jarabe de alta fructosa; leé las etiquetas y si no entendés, googlealo y comprá de estación, que es mejor y más barato.” Una y otra vez repite estas premisas como un mantra. Sin embargo, a pesar de que corren tiempos donde lo gastronómico parece vivir un boom sin límites, Narda dice que es poca la gente a la que le importa lo que come. “Hay una confusión, porque si ves los números, cada vez se come peor. Yo te digo: acá la gente no consume orgánico. Ni siquiera los que pueden pagarlo, no les interesa. Igual, si no cambiamos todos, no cambia nada; hoy todo es natural, sano, verde pero te venden cualquier cosa en paquete, el marketing es enorme y no tiene ética.
Creo que la única manera de cambiar las cosas es disparando la inquietud para que la pregunta te la hagas vos. Y si escuchaste y te compraste un wok, eso solo ya va a hacer que comas más verduras, y si te dieron mal los triglicéridos y eso te hace revisar qué estás comiendo, vale también. Lo que importa es que llegues.” “¿Querés ser un psicótico que no come harina o no toma leche? Buenísimo, igual tenemos que comer menos de todo. ¿Querés hacer la dieta paleolítica? Bueno, te quiero ver saliendo a cazar, a ver si tenés huevos para matar un animal. Mirá lo que me pasó cuando publiqué la foto del chancho (NDR: Se refiere a una dura polémica que generó cuando subió a Instagram la imagen de una cabeza de chancho cocinándose en una olla con la frase: ‘Mañana seré morcilla’), la gente no quiere saber cómo se hacen las cosas. Hay una cosa resistente al cambio, pero si comés de estación no te queda más que variar. Lo fresco cómpralo en la verdulería, y si podés llamar a tu verdulero por el nombre, mejor. La mía se llama Mary. Trato de dar un mensaje simple que no implique intelectualizar la decisión para que la gente coma mejor naturalmente. Es por etapas: primero que cocine, después que sepa de dónde viene lo que come, luego que piense qué es mejor para sí misma y entonces que elija.”
Foto 3: Un tractor de proyectos. Aquí vemos a la Narda que no para de hacer. “Mi estado mental más común es curioso o inquieto. Puedo desconectar, dejar que la batería del teléfono se descargue o no encontrar el cable. También puedo armar un viaje relámpago a una playa anónima. Lo que me pasa cuando hago esas cosas para desconectarme es que, en general, se me ocurren más cosas para hacer. Yo quiero hacer muchas cosas y sé que todo se soluciona más fácilmente cuando es la opinión pública la que lo pide. Yo sé que estoy sentada en mesas debatiendo con los que toman decisiones porque tengo un granito de la opinión pública con el que puedo colaborar o jugar en contra. O me ayudás o te bardeo (se ríe), porque yo quiero hacer cosas. Quiero que haya comida callejera, que haya mercados de productores, ferias municipales, foodtrucks, más oferta para microemprendimientos gastronómicos… Pero no sólo por la comida, sino porque también esas son fuentes de trabajo. Quiero que nos consulten cuando haya que redactar una ley. Por ejemplo, con las habilitaciones como están, difícilmente un estudiante que quiera poner su propio restaurante chiquito pueda hacerlo. ¿Cómo hace para habilitar dos baños? ¿No alcanza con uno en el que entre una silla de ruedas? Bueno, esas son mis luchas. A veces me da insomnio, porque me meto a hacer cosas que son más grandes de lo que puedo abarcar. Entonces lo primero que hago es preguntar, trato de comprender.”
Foto 4: ¡Grande, ma! Hay una foto en la que Narda no aparece sola en primer plano. Juega con su hija Leia a que ella es paciente y la espera a que termine la nota; ven un programa de Topa o escuchan un disco de Arctic Monkeys. “En algunas cosas me veo bastante como mi mamá, a veces me encuentro diciendo las mismas frases, como: ‘¡No uses los tacos que me los vas a romper!’. También me parezco a ella en que siempre iba para adelante. Mi papá es muy simpático y también más cínico, él te dice cómo tenés que hacer las cosas, te da todas las indicaciones. Sí, me parezco (se ríe). Yo soy una madre que malcría con límites que quizás no son los mismos para otros. A mí no me molesta que Leia no coma a horario, porque sola va a comer. ¡No querés comer, no comas! Con otras cosas soy más exigente: saludar, decir gracias, que sepa manejarse en un lugar donde hay gente. Leia me hace reír mucho, es mi válvula de la risa.”
La última foto del collage es la que encuentra a Narda en un avión, leyendo la Wired, la Vogue o la Muy Interesante. Una cocina en algún lugar del mundo siempre la está esperando.